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Anquela y el sufrimiento

La confianza recuperada por el Oviedo y el necesario paso adelante de los futbolistas azules

Anquela y el sufrimiento

¿Seguro que tiene que ser así? ¿No hay otra manera de ganar los partidos si no es pasándolo mal hasta el último segundo? No estaría de más que los jugadores del Oviedo discrepasen por una vez de su entrenador y acabasen un encuentro tranquilos después de aprovechar las ocasiones de gol creadas a lo largo de los 90 minutos. No estaría de más que aunque sólo fuera por una vez los discípulos de Anquela disfrutaran a la vez que pusieran toda la carne en el asador para sacar adelante los tres puntos en disputa. Que disfrutaran por el juego realizado no sólo por la victoria conseguida a base de esfuerzo y esfuerzo. Podía haber sido ayer ante el Nàstic de Tarragona, pero no, no fue posible, habrá que seguir esperando.

Por supuesto que tiene razón el técnico azul cuando habla de que sin un trabajo intenso en la Segunda División española no hay nada que hacer, de que la igualdad es máxima; pero hombre, tampoco es cuestión de llevarlo al extremo; seguro que es posible gozar con el fútbol de vez en cuando y que la afición tenga momentos para el esparcimiento. No todo debe ser cuestión de amarrar resultados, hay ocasiones, seguro, en que el equipo puede dar más de sí y vencer por más de un gol de diferencia. Pero para conseguirlo hay que intentarlo. Y creérselo. Y permitir que los jugadores se lo crean. Probablemente si llega la ocasión en la que el Oviedo logre una victoria holgada no será la única vez que lo haga.

El Oviedo ha conseguido los dos triunfos consecutivos que necesitaba para ganar confianza en el tramo más complicado de la competición. Ha roto con la racha negativa que le había apartado de la parte alta de la clasificación. Ya está de nuevo en puestos de play-off, a falta aún de muchos puntos en juego. Era lo que quería su entrenador. Ahora deben ser sus discípulos, los verdaderos protagonistas de esta historia, los que deben demostrarle que está equivocado, que sí, que hay que disputar cada balón como si fuera el último, pero que también se puede disfrutar jugando al fútbol, que sufrir siempre hasta el último minuto no tiene por qué convertirse en norma en este Oviedo teóricamente con aspiraciones.

Los oviedistas demostraron ayer en varias jugadas ante el Nàstic que tienen calidad suficiente para luchar con garantías por el salto a la división de oro del fútbol nacional. Y esos galones, esa manera de entender el fútbol de jugadores como Berjón, Fabbrini o Aarón, debe ponerlos sobre el terreno de juego como arma de intimidación. El adversario debe estar más pendiente de las ocurrencias de ellos que de otra cosa, que de su propio fútbol.

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