Vili, uno de los históricos del Oviedo, puso un acertado ejemplo. En diciembre de 2010, Santi García-Barrero tomó la iniciativa para reunir en La Fresneda a la plantilla que 25 años antes se había proclamado campeona de la Copa de la Liga de Segunda. Llegaron de todos los rincones para volver a vestirse de corto. "Al final del partido me tocó decir unas palabras como capitán", recuerda Vili; "y acabé llorando. Después, hice intervenir a todos los jugadores. Y todos lloraron de emoción". Y resume: "Ganábamos poco, cobrábamos poco, pero lo pasábamos genial".

Esa idea, la del vestuario, la de los lazos que surgen en la caseta y que resisten el paso del tiempo, es la que dominó la segunda jornada de celebración del 25.º aniversario de la Asociación de Veteranos del Real Oviedo celebrado, como el día anterior, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Emblemáticos veteranos azules tomaron el relevo de Vicente del Bosque en un animado coloquio, conducido por Melchor Fernández Díaz, exdirector de LA NUEVA ESPAÑA.

Tras repasar sus inicios futbolísticos y su aterrizaje en el Oviedo, a los protagonistas se les preguntó por la parte más positiva de haber vivido una carrera ligada al fútbol. García-Barrero tomó la palabra. "¿Lo mejor? Lo que tenemos aquí. Amigos que son para siempre. El fútbol es una escuela para la vida", resumió. "Lo mejor son lo amigos, es cierto. Lo malo se olvida", intervino Vili, que recordó la etapa en la que el público le abucheaba por la primera huelga de futbolistas. Jaime ofreció otra idea: "Lo bueno del fútbol es el juego. A mí me gustaba jugar. El resto me interesaba menos". "Jugar es una maravilla. Solo entrenar ya es una gozada", defendió Vicente González Villamil. Javier sumó otra razón: "El fútbol te obliga a superarte porque todo es reversible. Los pitos se pueden convertir en aplausos si te lo propones".

Además de los participantes, decenas de exjugadores azules acudieron al acto. Futbolistas como Juan Manuel, Roberto Suárez (hoy coordinador de El Requexón) Armando, Oli o Jerkan se dieron cita entre las butacas. El acto se cerró con la entrega a Melchor Fernández Díaz de una camiseta personalizada del Oviedo por su colaboración en los dos días de celebración.