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Recuperar los diez minutos mágicos

Una urgencia para Anquela: que vuelvan los "once lobos" que tanto encandilaron al oviedismo

Recuperar los diez minutos mágicos

Los expertos aseguran que hay certezas sobre la existencia de al menos un oviedista en los últimos quince años al que le agradó el juego del Oviedo durante un partido en el Tartiere. Fue tal el agotamiento del sujeto por la emoción, que al salir del estadio no logró subir las escaleras y su familia no ha sabido más de él. Y es que ser del Oviedo en esencia es eso; emociones fuertes y volver del Tartiere sin uñas. Este año el oviedista medio (y el largo) ya no sabe a qué atenerse. De la ilusión a la depresión en solo cinco días. Y no se trata de ser pesimistas, porque pese a la derrota contra el Valladolid el Oviedo tiene margen de sobra para colarse en la promoción, pero, si el fútbol va de sensaciones, las del equipo ahora mismo son bastante preocupantes. El juego del Oviedo no fue vistoso en ningún momento de la temporada, pero los azules lograron una identidad basada en la presión y el coraje, dejándole el fútbol principalmente a las asociaciones del triángulo formado por Berjón, Mossa y Ñíguez. Ese equipo rocoso y agobiante para los rivales no aparece desde el derbi y urge que vuelva para las seis finales que quedan. Una de las características del Oviedo de la buena racha era el inicio fulgurante de los partidos, sobre todo como local. Los primeros instantes de los duelos eran un infierno para el rival y los jugadores salían al campo a morder. La época de los "once lobos", como acertadamente los apodó Anquela. Ese inicio era una especie de aviso al contrario y servía para transmitir energía a la hinchada. Se podía perder, pero el Oviedo iba con todo a por todo. Orgullo, valor y garra en escena en diez minutos. Ahora, el equipo, menos algún rato suelto, ya no contagia ese brío que tanto encandiló al oviedismo y recuperar esos diez minutos mágicos es el reto que tiene Anquela a corto plazo. Eso, y rescatar las bandas, algo que parece realmente difícil si Diegui, y sobre todo Mossa, siguen en el banquillo.

La buena noticia es que el Tartiere se despertó de la siesta contra el Valladolid. El fútbol es un deporte en el que se critica todo, desde el entrenador hasta el utillero, pero pocas veces se pasa a examen al aficionado. El oviedismo no tiene que demostrar nada a nadie. En fidelidad tiene un máster (de los de verdad, no como algunos que hay ahora), pero el ambiente del estadio carbayón en los últimos partidos, menos en el Fondo Norte, que siempre está, fue bastante frío. Probablemente era el miedo a caer como en las últimas temporadas. La victoria en Lugo cambio los ánimos y contra el Valladolid el Tartiere rugió como en las grandes ocasiones. Si el Oviedo vence al Numancia, el viento volverá a estar a favor. Es mejor no dejar de creer, porque nunca se sabe cuándo puede aparecer la luz. Recientemente un borracho que buscaba su hotel en Los Alpes se equivocó de camino y ascendió una montaña de 2.400 metros de altura. ¡Ay como al Oviedo le de por equivocarse! De momento, Camino Soria.

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