Miguel Delibes ya advirtió sobre lo que podía suceder el viernes en el Tartiere. El novelista, fiel aficionado precisamente del Valladolid, acuñó en su día una curiosa teoría que sobrevivió con el sobrenombre de "Ley Delibes". El razonamiento, formulado según el escritor cuando tenía 12 años, decía así: "El equipo que después de perder en casa visita a otro que viene de ganar fuera, si no se alza con el triunfo al menos sumará uno de los dos puntos (por entonces la victoria era de dos puntos) en litigio". Venía el Valladolid de perder en casa y el Oviedo de sumar dos victorias, una fuera y la última en casa (ligero matiz a la ley Delibes), por lo que el 1-2 puede incluirse en la teoría. El razonamiento parece meterse de lleno en el terreno de las emociones, por eso de la motivación de un equipo que viene de perder en su feudo. Pero en el caso del choque del Tartiere, el elemento futbolístico parece el más correcto para explicar el desenlace.

El Valladolid fue mejor que el Oviedo "en todos los aspectos del juego", según el sincero análisis de Anquela. Y entre esos aspectos se encuentra el del acierto en el pase. O, matizado, el acierto en los pases en las zonas trascendentes del campo. Ante el conjunto pucelano, los azules solo acertaron un 58,2 por ciento de los envíos efectuados en el campo del rival. El índice está por debajo del 61,68% que los azules muestran a lo largo de la temporada. La cifra es llamativa si se pone en perspectiva. El porcentaje total de pases buenos (en cualquier zona del campo) ante el Valladolid fue del 69,91%, por encima de la media de la temporada, que es de 68,93%. Es decir, el Oviedo estuvo impreciso cuando superó la medular, cuando la exactitud cobra más importancia.

En realidad, el equipo de Anquela nunca ha sido de los más pulcros con la pelota: hay diferentes índices que así lo indican. Como ese 61,68% de acierto en los envíos en la mitad del terreno de juego defendida por el rival. Solo hay cuatro equipos en Segunda que presenten un registro peor: Nàstic (61,55% de pases buenos), Numancia (60,35%), Cádiz (59,35%) y Albacete (56,26). El punto en común de estos equipos es su apuesta por un juego directo, conjuntos que no se entretienen en la elaboración. Un mayor acierto en los pases en las zonas trascendentes no siempre se traduce en mejores resultados. El caso más llamativo es el del Barça B, que presenta un 76,38% de pases buenos en el terreno de juego del rival. Sin embargo, el filial azulgrana ocupa puesto de descenso a Segunda B. Tras el Barça B, tienen los porcentajes más altos en este aspecto Cultural Leonesa (74,55%), Rayo Vallecano (73,6%), Zaragoza (71,28%) y Huesca (69,64%).

La estadística confirma lo que ya se intuía en cualquier partido de los de Anquela: Berjón es el futbolista con más peso en ataque. Es el ovetense el que más pases acierta en el campo de los rivales. Con 709 envíos acertados, el extremo es el séptimo de la Liga en este aspecto. Lidera la competición Eguaras (Zaragoza), 891 pases buenos en terreno enemigo; seguido por Aleñá (Barça B, 883), Unai López (Rayo Vallecano, 866) y Alcaraz (Almería, 783). También por delante de Saúl se sitúan Señé (Cultural Leonesa, 776) e Íñigo Pérez (Numancia, 744).

Berjón capitanea las operaciones de ataque azules sin discusión. Le sigue Folch, con 628 pases en territorio enemigo que acabaron en los pies de un futbolista azul. Con distancia, se sitúan Aarón (474 envíos), Mossa (449) y Christian (406). Con seis jornadas por disputarse, la demanda de Anquela es clara: más juego asociativo. Acertar más en campo rival parece un buen comienzo para cumplir con el técnico.