Anquela es un hombre metódico. Se ve en su día a día. Le gusta hablar con el futbolista, motivarlo en cada sesión, apretarle. Es su fórmula, la que ha empleado en una dilatada trayectoria en los banquillos. Pero a veces, toca cambiar de rol. Lo ha hecho esta semana. Viendo la irregularidad que muestra el equipo en las últimas semanas, quiere que sea el propio vestuario el que coja el toro por los cuernos. El que asuma su responsabilidad. De ahí su extensa charla con Linares del martes. No estaba el míster tratando temas del área, ni mimando la moral del punta. Linares acudió a la reunión en calidad de capitán. De voz autorizada en el grupo. Anquela quiere que el vestuario dé un paso al frente ahora que, en la recta final, cualquier detalle puede ser determinante.

Ese diálogo con Linares encerraba algo más que un simple intercambio de opiniones jugador-entrenador. Resumía una buena dosis de la filosofía que el jienense quiere imponer a sus equipos. "No hablábamos de su confianza. Hablábamos de? todo", dice sobre la charla antes de meterse en faena. Anquela explica con claridad lo que piensa sobre la gestión de un vestuario: "Antes los capitanes te arrinconaban contra la pared y te decían: 'Oye, como no corras aquí?'. Ahora ha cambiado mucho. Y yo creo que hay que decirse las cosas a la cara. Después levantamos los brazos y nos quejamos, discutimos. Las cosas, a la cara; como yo se lo digo. Hay momentos en lo que los capitanes tienen que liderar. Pero por lo visto eso ya pasó de moda, parece que cada uno va a lo suyo. Pero no: lo mío es lo mismo que lo tuyo. No hace falta que te lo diga el entrenador. No podemos dejar a nadie, porque no sabemos qué va a pasar. Igual tenemos que tirar de uno que no iba ni convocado".

Explicado el capítulo con Linares, Anquela encara el reto de El Sadar con una sensación encontrada. El entrenador dice encontrarse satisfecho con el trabajo de los suyos en El Requexón, pero que el choque le plantea dudas. La pregunta es directa: ¿Confía en que en Pamplona se vea la mejor versión? Y Anquela responde con sinceridad: "Sí, pero también lo esperaba en Soria. Mis sensaciones siempre son buenas porque el trabajo diario es buenísimo. Van a tope, con fuerza. Pero el domingo es otra historia. A veces damos el nivel y en otras no. Y ese es mi caballo de batalla. Quiero saber qué me puedo encontrar". Y resume lo que les pide a los suyos: "La versión buena es fácil: competir, trabajar e ir a cada balón como si fuera el último. Hubo un momento en el que nadie quería jugar contra este Oviedo, y ahora ha cambiado. Porque a veces regalamos".

El técnico insiste en la misma idea, como si no lograra quitársela esta semana de la cabeza. "Me preocupa qué me voy a encontrar. Sé lo que quiero: Quiero un equipo como el que ha peleado en campos importantes. Sabemos nuestras virtudes y nuestros defectos. Nuestras virtudes son simples: dar el cien por ciento. Cuando lo hemos hecho, hemos sido muy competitivos", apostilla.

Anquela tiene claro la versión que quiere de sus muchachos, pero también recela de lo que puede ofrecer el rival. Porque de Osasuna espera "la mejor versión". La plantilla hecha a golpe de talonario le da razones para desconfiar. "Si analizas a Osasuna es un equipo muy poderoso. ¿Sus características? Que no regalan nada, aprietan y juegan bien al fútbol. Y eso es lo que espero ver. A ver cómo lo contrarrestamos. Lo hemos hecho muchas veces", indica. Y subraya el nivel de su trío de arriba: David Rodríguez, Quique y Xisco. "Tiene muy buenos futbolistas mires donde mires, pero los delanteros jugarían en cualquier equipo de Segunda División. Tiene tres escogidos. El que desciende tiene una ventaja tremenda: Puede escoger y pagar por los jugadores que quiera".

Con el entrenador repitiendo insistentemente la misma idea, el campo de pruebas, El Requexón, ha servido esta semana para ensayar algunas soluciones. La principal, solventar la ausencia de Mossa. Varela parece el mejor situado por sus características para ocupar la izquierda, aunque Anquela, que dice tener a todos disponibles menos a Olmes, prefiere no revelar nada.