Ya se ha perdido la cuenta de las veces a las que el Oviedo le ha tocado jugar en grandes ambientes. En escenarios de otra categoría. Coincidencia o estrategia de club, la visita del club azul ha coincidido en muchas ocasiones con el lanzamiento de campañas de los equipos rivales con precios reducidos para seguir el partido. Sucedió en Tenerife, como también pasó en Córdoba o Soria. Pamplona se unió a la moda, empujada la directiva rojilla por la necesidad de que El Sadar empujara en una cita que se consideraba clave para la conclusión de la temporada. Con entradas de 15 euros para los abonados, que podían adquirir hasta 4 por carnet, el estadio rojillo presentó un aspecto de Primera División. Al final se dfieron cita en el estadio navarro 13.707 espectadores. Infiltrados en una de las gradas laterales unos 400 oviedistas pusieron el color azul y animaron al equipo de Anquela durante todo el choque. Porque el Oviedo siempre juega acompañado.

El plan de viaje tenía diferentes modalidades. La opción autobús fue muy habitual. Ahí estaba la Peña Olivares, una de las más viajeras durante toda la temporada, que logró llenar un autocar con socios de la peña. Salieron a las 10 de la mañana de Oviedo y regresarán hoy a casa, tras hacer noche en Pamplona. Ese fue el guion que siguieron los seguidores Belén López, Isabel de la Fuente, Joaquín Salas y Manuel Álvarez, que aprovecharon las horas previas para darse una vuelta por el centro. "Somos optimistas, ¿por qué no vamos a poder ganar hoy?", decía con energía Isabel de la Fuente.

Había follón en Pamplona, con la disputa del campeonato de España de medio triatlón. Diego Castellano llegó el viernes a la capital navarra. Había estudiado allí y quería rememorar sus tiempos universitarios. Le acompañaban Víctor Sánchez y Miguel Ureña, entretenidos en la previa del partido con un ameno debate sobre los medios de comunicación y el Oviedo.

También llegaron desde la capital española algunos integrantes de la peña azul Madrid, que se juntaron con refuerzos desde Asturias. Las calles cercanas a la mítica Estafeta se pintaron de azul con los cánticos de una veintena de seguidores enfundados en zamarras carbayonas. Los cánticos siguieron después en el estadio de El Sadar.