El podólogo es una pieza más de los eslabones sanitarios y una figura importantísima en la prevención de las patologías de los pies, así como en la repercusión de otras estructuras del cuerpo.

Conociendo el proceso evolutivo de los miembros inferiores, en atención pediátrica podemos establecer un diagnóstico ante cualquier motivo de consulta.

El crecimiento se compone de etapas de crecimiento y un mal paso en la anterior condiciona la siguiente. Los 26 huesos de cada pie se desarrolla gradualmente a lo largo de cada etapa de crecimiento, pasando de ser prácticamente cartílago a formarse, a la edad de 6 o 7 años. Sin embargo es al final de la adolescencia, es cuando se produce la consolidación ósea de las estructuras del pie. El podólogo valorará el pie en un marco que comprenda la edad del niño, el peso, la actividad física que realice, el grado de elasticidad y la genética entre otras.

Existen muchos mitos y controversias en cuanto a cuándo es conveniente llevar a un niño al podólogo o en cuanto a qué y cuáles son las patologías que se resuelven por si solas.

Los primeros pasos del niño se producen en condiciones de normalidad entre los 10 y los 18 meses de edad. Durante esta iniciación a la marcha es importante que no reciban la influencia de un mal calzado y por tanto debemos fomentar el caminar descalzo.

Los motivos más frecuentes de alerta, referidos por los padres, son:

-El niño presenta cierta torpeza al caminar, o practicar deporte y cae con facilidad. Lo que a veces nos indica un mal desarrollo en la evolución de la cadera.

-El niño al caminar mete las puntas de los pies hacia dentro y/o hacia afuera.

-El niño tiene el pie plano. Acabando con algunos mitos, es importante destacar que pie plano no implica patología siempre, sin que esto implique dejar que sea la suerte quien ayude al niño al desarrollo adecuado. En las primeras etapas, un pie plano es normal ya que aumenta la base de contacto con el suelo al niño, produciéndole estabilidad y fortaleciendo su musculatura intrínseca. Si persiste de forma que nos adentramos en la edad de 5-8 años, deberíamos consultar con un podólogo, quien nos orientará en la actuación que llevar a cabo, ya sean plantillas o ejercicios.

Otras afecciones como que el niño camine de puntillas, que presente dolor en el talón o parte inferior del tendón de Aquiles son menos frecuentes en consulta, en la mayoría de las ocasiones porque son pasadas por alto y deben ser examinadas.

Dividiríamos las actuaciones en dos momentos importantes:

1º.- Acudir cuanto antes mejor, para aquellos niños con evidentes alteraciones de la estructura.

2º.- Entre los 4 y los 5 años en la mayoría de situaciones. En este periodo se producen cambios en las estructuras músculo-tendinosas y esto nos dará pistas de cómo actuar para instaurar o no un tratamiento.

En referencia a consideraciones que debemos tener en cuenta para un correcto desarrollo del pie y extremidad inferior del niño, los profesionales de podología de la Clínica Astur destacamos la elección correcta del calzado, con sistemas de sujeción como cordones o velcros, hormas rectas y materiales naturales principalmente. Utilizar calcetines amplios que no compriman el pie del niño. Adecuada higiene y posturas adecuadas como no sentarse en W o no dormir boca abajo ( decúbito prono) forzando que la puntera de los pies queden encaradas.