Pola de Siero,

M. N. M.

Una de las satisfacciones más grandes de la aventura fue, según explicaron Mario Canal y Conchi Peña, comprobar «cuánta gente, ya amigos o desconocidos, está dispuesta a ayudarte».

En primer lugar, para la adaptación de la silla contaron con el apoyo de Misael Carrión, de industrias Alqui, y José Manuel Fernández, «El viejo», que fueron los padres del invento.

Por otra parte, en el camino, explicó Canal, «no paraban de darnos ánimos al vernos llegar con la silla, nos abrían las puertas de las casas, e incluso la gente se ofrecía a llevar la silla durante un tramo».

Quizá lo más llamativo fue la expedición de veinte gallegos que recorrían el Camino los mismos días que ellos pero unas horas antes. Si los Peña salían hacia las siete de la mañana, los gallegos, capitaneados por Juan, «El del barco de Valdeorras» (así los llamaban los polesos), lo hacían cerca de dos horas antes. En cierta ocasión, los caminantes gallegos vieron que había un trecho del camino atravesado por un río que la expedición polesa no iba a poder pasar sin ayuda. Decidieron, entonces, esperar a que llegasen para echarles una mano. Con la ayuda de esta gente lograron pasar en andas a Inés Díaz.

Tal vez el detalle más sobresaliente de cinco días en los que no recibieron más que muestras de afecto y de apoyo. Pronto irán a Covadonga y también tienen previsto viajar a Liébana.