Granda,

Manuel NOVAL MORO

Una familia de la parroquia de Granda se ha encontrado casi de la noche a la mañana con su casa rodeada por una pared de más de cuatro metros, que le robará el sol del jardín durante varios meses en otoño e invierno. Lo curioso del caso, o ésa es, al menos, la conclusión de los vecinos, es que esa pared se está levantando con la intención de mejorar su calidad de vida. Para ellos ha sido peor el remedio que la enfermedad.

La historia comienza hace unos cuantos años, cuando los vecinos denuncian ante el Ayuntamiento de Siero que una nave situada al lado de su vivienda y los camiones que permanecen aparcados junto a ella emiten ruidos muy molestos. La Policía Urbanística y de Medio Ambiente (PUMA) realiza varias mediciones que demuestran que, a altas horas de la noche, el nivel de ruido es muy superior al permitido. Incluso, por momentos, vibran las ventanas.

Las molestias eran más que evidentes y los vecinos las denunciaron en varias ocasiones. Pero, hasta ahora, no habían obtenido respuesta. La nave seguía en su sitio, sin que se hubiesen adoptado medidas correctoras, los camiones seguían entrando y saliendo y los ruidos seguían molestando a los habitantes.

La última denuncia interpuesta por los vecinos ante el Ayuntamiento de Siero fue hace algo más de un año. Se volvieron a realizar mediciones y se comprobó que la emisión de ruidos estaba por encima de lo permitido.

El caso es que, desde entonces, los habitantes de la casa no habían tenido conocimiento de ninguna sanción o medida correctora que se hubiese impuesto a la propiedad de la nave.

Pero hace dos días recibieron una sorpresa. José Luis Blanco Arenas, el marido de la propietaria de la vivienda, llegó hacia las diez de la noche y se encontró con que estaban levantando un panel pegado a la valla que separa la finca de la vivienda de la nave industrial. El panel creció en unas pocas horas hasta levantar más de cuatro metros de altura desde el nivel del suelo de la finca.

Esta pared está todavía en construcción y todo indica que se levantará en toda la parte de la finca que linda con la nave industrial. El resultado, en opinión de Blanco Arenas, es que remedian un mal con otro peor. La casa tiene una pequeña huerta que se verá privada de la luz del sol durante varios meses al año.

Y lo que es peor: «no tengo conocimientos técnicos sobre este tipo de aislamientos, pero me temo que ni siquiera va a servir para evitar los ruidos», señala.

La propuesta de los habitantes de la casa era cambiar la disposición interior de la nave industrial para desplazar los motores que hacen ruido hacia el lado sur de la nave, lejos del área de influencia de la casa, e impedir la entrada de los camiones por las inmediaciones de la vivienda, que linda con la carretera nacional 634. La nave cuenta con otra entrada que tiene un aparcamiento incluso más amplio que el que se utiliza actualmente.

Esta propuesta fue rechazada y ahora se ha optado por levantar los paneles, una solución que, lejos de satisfacer a los propietarios de la vivienda, ha representado para ellos un perjuicio mayor. Uno de los valores de la casa es la finca, con un prado y una huerta, que perderán mucho con la sombra impuesta.