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La minería en Asturias se identifica siempre con la extracción del carbón, con los valles del Nalón y del Caudal y sus grandes explotaciones subterráneas. Pero la región ha producido otros muchos minerales que han sido muy útiles para la industria, entre ellos la fluorita, una piedra que todos los coleccionistas de minerales conocen por su belleza: formas geométricas, semitransparente y de colores brillantes. Asturias es la principal productora de este mineral en la Europa occidental. Las principales explotaciones de fluorita se encuentran en Llanera, Siero, Ribadesella y Caravia, aunque hubo muchas más minas distribuidas por la zona centro y occidental de Asturias. La fluorita, o espato flúor, como también es conocida, se utiliza en la producción de nuevos materiales (teflón, usos aeroespaciales), en los dentífricos y en la industria del aluminio. El libro «La Fluorita. Un siglo de minería en Asturias», recientemente publicado, presenta en sus más de 500 páginas la historia de la explotación de este mineral en la región.

El libro surgió de la colaboración entre Manuel Gutiérrez Claverol (profesor de la Escuela de Minas de la Universidad de Oviedo), Carlos Luque Cabal (ex trabajador de Hunosa y profesor honorífico de la Universidad de Oviedo), José Ramón García Álvarez (encargado de laboratorio de análisis químico de la mina Boinás-El Valle, en Belmonte) y Luis Miguel Rodríguez Terente (gemólogo de la Universidad de Barcelona). Los dos primeros ya habían publicado un libro sobre una de las «otras» minerías de Asturias: la del mercurio. «La explotación del carbón marcó la historia de la región. Pero no fue la única, y queremos reflejarlo en este libro», apunta Carlos Luque Cabal. Actualmente, la minería de fluorita mantiene unos 200 puestos de trabajo directos y otros 100 indirectos -el transporte del mineral- en Asturias. Todos ellos pertenecen a una misma empresa, Minersa. En su época de máximo apogeo, en los 60 y 70, eran unos 500.

Las entre 60.000 y 70.000 toneladas de espato flúor que se producen en Asturias se dedican principalmente a los sectores químico y metalúrgico. En el primero, para la obtención de ácido fluorhídrico (HF) y en el segundo, para la producción de aluminio. Otros usos menores de la fluorita asturiana es la de fabricación de resinas, plásticos y materiales especiales. «El abanico de posibilidades de este mineral es cada vez mayor», afirma Luque Cabal, «porque se está utilizando cada vez más en la composición de nuevos materiales sintéticos. A mayor investigación, más uso del mineral».

La publicación «La fluorita. Un siglo de minería en Asturias» hace además un repaso a las que han sido las principales empresas y minas de espato flúor de la región. «Llegó a haber doce compañías dedicadas a la extracción», explica Carlos Luque, siendo las más importantes Fluoruros S.A., Minersa, Minas de Villabona, Fluoritas Asturianas, Hijos de Luis Argüelles y Minas de Arlós. La única que ha logrado subsistir es Minersa, que en los años 70 modernizó sus aspectos productivos y realizó investigaciones geológicas encaminadas a incrementar las reservas de mineral. Todo el mineral que se extrae en la región se procesa en el lavadero de Mina Ana (Ribadesella) y desde ahí se transporta a Ontón (Cantabria), donde se transforma, en su mayor parte, en ácido fluorhídrico.

Otro de los puntos en los que se incide en el libro es el de mostrar la belleza de la fluorita. «El mineral asturiano es conocido en todo el mundo por su calidad y colorido». No en vano, el primer mineral que se puede ver en le Museo de Ciencias de Londres es, tal y como explica Carlos Luque, «una espléndida roca extraída en Siero». La Universidad de Oviedo posee además una de las colecciones de fluoritas más importantes del mundo. «Muchos coleccionistas de minerales visitan sus instalaciones», indica el autor del libro, que asevera que «una fluorita de unos 30 centímetros y una buena perfección geométrica puede costar unos 6.000 euros».