El jerezano Ismael Jordi es un claro referente de la nueva generación de tenores y quizá el de mayor proyección. El pasado viernes recibió el galardón al mejor cantante de zarzuela dentro de los premios líricos «Teatro Campoamor». Iba para informático y futbolista y ahí está triunfando en las escenas donde se consagraron Pavarotti, Plácido Domingo o Mario del Mónaco.

–Enhorabuena.

–El premio es una alegría y un honor. Que te den un premio de zarzuela. Primero me ofrecieron participar en la presentación de los premios y días después que dijeron que asimismo era uno de los galardonados._Los premios líricos «Teatro Campoamor» son un evento importante para los cantantes. Hay premios para escritores, para científicos, para muchos profesionales pero para nosotros, los cantantes, solo concursos, muchos concursos, pero apenas premios y menos así, anuales. Aunque son muy recientes ya ves por ahí a gente que ha sido premiada y que lo está poniendo en su currículum. Se han convertido casi inmediatamente en algo importante.

–Ya conocía la plaza.

–Ya estuve aquí cantando una Traviata. Oviedo es una de esas ciudades a las que llegas siempre con mucha ilusión porque tienen una tradición operística de verdad importante._Aquí, en el_Campoamor, han estado todos los grandes cantantes._Oviedo,_Bilbao, Madrid y_Barcelona son las cuatro ciudades de España en las que todo el mundo quiere cantar. Volveré dentro de un año a cantar en Oviedo. Estoy muy contento siempre de regresar y es que además aquí se come muy bien. En el Campoamor te creces, aquí cantó gente muy importante y eso influye necesariamente. Aquí cantó Pavarotti con la Freni un L´elisir d´amore. En año y pico estaré de vuelta, en diciembre de 2010. Me hace mucha ilusión. Estoy cantando Donizetti, el Verdi joven y próximamente haré también Manon.

–Ahora se ensaya de verdad así que los cantantes pasan bastante tiempo en la ciudad.

–Quince días por lo menos, antes no sé.

–Algunos solo horas.

–Repasar el listado de la gente que ha cantado en esta ciudad impresiona de verdad, siempre cantantes de auténtica primera fila internacional.

–Usted sale a esas mismas tablas y...

–Los cantantes somos unos privilegiados. Tenemos la posibilidad de subir a un escenario y decir algo a cientos de personas que gracias a nuestra actuación se evaden de sus problemas, disfrutan o se estremecen. Hoy en día eso no sobra precisamente._Tenemos el don de poder decir algo en público y realmente por eso soy un afortunado como creo asimismo les ocurre al resto de mis compañeros de profesión.

–Realmente dicen lo escrito por otros, tanto las partituras como los libretos.

–Pero a nuestra manera, dentro, claro, de unas reglas y cánones. Ahí es precisamente donde se ve al verdadero artista. Hay montones de buenas voces y de gente que canta con mucha fuerza, sin embargo hay asimismo gente con la mitad de voz y más fea pero que en cuanto abre la boca todo cambia, cantantes que impresionan al instante.

–Cuenta también y de forma creciente, la presencia, como en su caso con casi 1,90 de estatura.

–Bueno, mido 1,87. Los tiempos cambian y tengo suerte en ese sentido, hice mucho deporte, siempre me ha gustado estar bien físicamente. La escena requiere muchas condiciones. Vengo de cantar una Traviata en Amsterdam, la que se estrenó en Salzburgo Willy Decker con Villazón y Netrevko y hay que correr como un loco._El escenario es enorme, hay que subir y bajar del sofá, hay que estar en forma.

–A fin de cuentas antes que cantante fue futbolista.

–Jugué mucho al fútbol, de central y de libre, en el Jerez, que acaba de subir a Primera. El himno lo grabé yo._Lo tuve que subir tres tonos, claro. En mi ciudad siempre se portan muy bien conmigo, todo los años canto al menos un título en el teatro Villamarta. Fue una etapa maravillosa. Antes que tenor fui futbolista y eso me ha ayudado mucho a la hora de salir a escena y enfrentarme al público. Los pitos y los insultos, la presión sufrida en el campo me ayudó después. Jugué desde los 9 años a los 22 en todos los niveles del Jerez.

–¿Un competidor en cualquier terreno?

–La ópera cada vez es más complicada. También es cierto que los cantantes están mucho más preparados. Todo es más difícil en la actualidad. En su día cogían un barco y se pasaban tranquilas semanas de viaje. Ahora está aquí cantando y mañana en Pekín. Y las exigencias escénicas son mayores. Las escenografías son más abiertas,_las orquestas más fuertes. Es una auténtica lucha ir a una nueva producción porque nunca sabes qué te vas a encontrar.

–Los cantantes eran tradicionalmente la parte fuerte en el mundo de la ópera y ahora quizá sean la débil.

–Sí, somos la parte débil. Se buscan otras cosas, otros alicientes. No siempre se valora adecuadamente a los cantantes aunque haya directores de escena como Emilio_Sagi que te llevan en volandas, te cuidan y te miman; para Emilio lo primero es el cantante. En algunas producciones, sin embargo, no se consideran las dificultades vocales de determinado papel en cada momento preciso. En una ocasión tuve que cantar la cabaletta de la Traviata atándome los cordones de los zapatos y vistiéndome. El espectáculo puede ser maravilloso pero no hay por qué complicarle las cosas al cantante. A veces, además, no está claro el sentido de determinados elementos. Puedes plantarte pero eso no va con mi educación, así que me adapto. Claro que a veces el hecho de adaptarme me ha perjudicado escénica y vocalmente.

–¿Quién lo nota?

–Lo noto yo, lo nota el público y lo nota la crítica.

–¿Nota que lo notan?

–El público se da cuenta de todo. Es sabio._Te marca incluso el repertorio dentro de tus posibilidades, claro.

–Quien paga 25.000 pesetas por una butaca exige.

–Lógico._Encima están los DVD y la gente compara. Pero determinada grabación de Kraus, por ejemplo, no es la correspondiente a su debut en El Cairo. Es de años después, con el cantante ya hecho. Por cierto que fue allí a debutar con Rigoletto pero el verdadero éxito lo tuvo con Tosca que no volvió a cantar. Ahora todo es trepidante, hice Lucrecia Borgia y al día siguiente, como me advirtieron, ya estaba en Youtube.

–Eso tira de la ópera.

–Claro, pero también he visto en Youtube cosas que no son justas con algunos compañeros. Y hay forofos que son terribles.

–¿El novato presume de exigente?

–Suele ocurrir, salir a escena incluso en un ensayo siempre es problemático.

–¿Y los críticos?

–Podían llamarlos de otra manera. Quizá narradores musicales. Creo que se divierten como todo el mundo.

–¿Se siente la crisis?

–Se están cayendo algunas funciones y sobre todo algunos títulos; es un nuevo fenómeno que se aprecia especialmente en Italia. A veces se cae incluso todo. Allí hay más crisis que en España donde se está luchando mucho y se están haciendo esfuerzos para no abandonar títulos y funciones. En España hay ópera en Jerez,_Málaga,_Córdoba, Sevilla, Murcia, Valencia, Madrid, Valladolid, Barcelona, Mallorca, Menorca, Bilbao, Santander, Pamplona, Oviedo, La Coruña... es impresionante.

–Emilio Sagi, director de escena, que usted conoce bien, es un ídolo en Oviedo, en su casa, pero también en_París y...

–En_París ya lo creo. Hice con el «El cantor de México» y fue una experiencia maravillosa._Algunos hablan despreciativamente de la opereta pero la canción de Luis Mariano tienen un si natural y do arriba. Nada más empezar, en París, se oyó un aplauso tremendo. El éxito fue impresionante. Emilio mima al cantante y sin darte cuenta haces lo que quiere respetando, encima, tu opinión. Considera la ópera desde varios puntos de vista. Considera el punto de vista del director de escena, del director de orquesta, del público, de todo.

–¿Por qué apenas se compone ópera o si se compone casi no se estrena?

–Si es melódica, dicen que se copia a Donizetti o Bellini y si es moderna, choca.

–Hay mil temas actuales; por ejemplo, el 11-S.

–Wagner con eso habría hecho 20 óperas.

–La zarzuela va a más.

–Es un género que, gracias a ciudades como Oviedo está recuperando su sitio. Sentí envidia, en Viena, en la Volksoper, al ver cómo trataban a su opereta. Di un concierto de zarzuela con Carlos Álvarez en Viena y se caía el teatro. Literalmente, se caía.