La próstata es un órgano pequeño y latoso situado bajo la vejiga compuesto de músculo y glándulas, unas 30 o 40, que segregan un líquido blanquecino. Por medio de ella circulan la uretra, el conducto que sale de la vejiga transportando la orina, y el conducto seminal, que en la próstata se une a la uretra como un afluente; transporta el semen. Es, pues, un nudo ferroviario importante. El músculo de la próstata hace que en la eyaculación surta el semen y alcance más alto en su viaje buscando los óvulos, y su líquido alcalino protege los espermatozoos de la acidez vaginal. Ésas son sus funciones. En la mujer hay una glándula llamada de Skene que como la próstata expulsa líquido en el momento del orgasmo y como ella produce antígeno prostático específico, PSA.

Es una glándula sexual, por tanto, está influida por las hormonas, la testosterona. Por eso en la pubertad dobla su tamaño, pero también crece a partir de los 25, poco a poco, de manera que a los 60 muchos tienen una próstata grande que comprime la uretra, es la hiperplasia benigna. La vejiga para vencer esa dificultad se remodela e, impotente ante la obstrucción, se irrita y cada vez tolera menos cantidad de líquido en su seno: uno se ve obligado a realizar micciones frecuentes y pequeñas con urgencia que se acompañan de goteo y un chorro débil. Se preguntarán cómo es que crece la próstata mientras disminuye el baño de hormonas masculinas. No hay una respuesta clara.

He mencionado el PSA. Es una sustancia que aumenta en sangre en proporción al volumen de la glándula. El interés por ella es que su incremento es mucho mayor en caso de cáncer. Se usa para detectarlo. El consenso científico es que no es buena idea buscar cáncer de próstata de manera sistemática, como buscamos el de mama, o el de cuello de útero, o el de intestino grueso. Es decir, no se recomienda en un chequeo rutinario hacerse el PSA. Otra cosa es lo que se haga en función de la clínica.

Hay abogados del estilo de vida que se atreven a decir que una dieta rica en vegetales y pobre en carnes rojas, con algo de alcohol, evita la hipertrofia de próstata o incluso el cáncer, aunque uno no derive del otro. Creo que es aventurado, pero apoyo la idea, como estrategia de salud general.

Muchos ciclistas están preocupados por la irritación que puede sufrir su próstata debido a la forma en que se apoya el periné en el sillín. Los fabricantes idearon hacer un hueco donde teóricamente se alberga este órgano de manera segura. No hay pruebas sobre su utilidad, incluso algunos estudios demuestran que es mejor el que no tiene agujero; pero más que la irritación de la próstata preocupa el daño vascular por el roce y apoyo en esa zona se traduzca en impotencia, porque una de las causas más comunes de impotencia es la estrechez de la arterias que tienen que llenar las esponjas que componen el pene. Que el sillín irrita toda esa zona, no cabe duda, los ciclistas lo saben porque experimentan dolor y notan que se adormece la zona. Hay estudios que dicen que la tumescencia nocturna es menor y menos frecuente cuantas más horas de bicicleta. El problema llegó a oídos de la agencia americana dedicada a proteger la salud de los trabajadores, llamado NIOSH, que depende de los CDC, porque cada vez hay más oficios en los que se usa la bicicleta durante todo el día. Y en sus estudios llegan a la conclusión de que el sillín sin nariz produce menos presión local y que los guardias que lo usan tienen menos síntomas y su función eréctil mejora. Con el tiempo veremos más sobre el tema.

¿Qué hacer si se tienen síntomas de hipertrofia prostática? Naturalmente, lo primero, certificar el diagnóstico y la dimensión del problema. Lo más importante es la calidad de vida, por eso, si lo tolera bien, vigilar y no hacer nada puede ser una buena estrategia. Los medicamentos son mejor que el placebo, no espectacularmente. Los más impor

tantes son una especie de inhibidor de los andrógenos, y los bloqueadores de la adrenalina, que inhiben la lucha de la vejiga, el problema es que producen algunos efectos negativos, como impotencia, mareo, dolor de cabeza, pero su ventaja es que se pueden suspender si no van bien o son muy molestos, lo que no pasa con la cirugía, que no tiene vuelta atrás, pero es más efectiva. El riesgo es la impotencia, hasta un 60%, y, en menor medida, la incontinencia.

La próstata es un órgano pequeño pero matón, la séptima causa de muerte en varones, y muy latoso cuando se hipertrofia. Desgraciadamente, no sabemos evitar estos problemas. Cuando se producen nos enfrentaremos con decisiones que debemos tomar bien aconsejados por el médico.