2 Pilar Rubiera

Xosé Lluis García Arias ya es catedrático de Lengua Española de la Universidad de Oviedo. Han tenido que pasar veintidós años. En el mes de octubre de 1987, Arias opositó a la cátedra en medio de una gran polémica y en un ambiente enrarecido por las posturas enfrentadas que mantenía, acerca del asturiano, con tres de los miembros del tribunal: Gregorio Salvador, Emilio Alarcos y Josefina Martínez. La decisión de entonces, adoptada por unanimidad, fue que «no procedía» que Arias, profesor de la institución desde 1961 y que era autor de 70 artículos y seis libros, fuera catedrático. La pasada semana, otro tribunal, en el que no figuraba ningún profesor de la institución académica ovetense, dijo que «sí procede». Nacido en Monteciello (Teverga) hace 64 años, casado y padre de un hijo, Arias tiene dos pasiones: el país asturiano y la investigación en el campo de la filología románica, en la que ya tiene una trayectoria mundial reconocida. Fue uno de los fundadores de Conceyu Bable y presidió la Academia de la Llingua Asturiana durante casi veinte años.

-Hace 22 años, ¿perdió algo más que una oposición a cátedra?

-Perdí un poco de confianza en el sistema. No es que sea muy partidario de creer en el poder pero cuando encuentras una muralla como aquella donde te falla todo lo evidente entras en una vía de desconfianza.

-¿Perdió amigos?

-Hay que definir lo que se entiende por amigo. Tuve apoyos muy importantes de amigos y conocidos. Tuve la animadversión de los que, por una razón u otra, eran contrarios a mi persona o a lo que yo defendía. Y después hubo algunos que jugaron la doble baza de un aparente apoyo pero de unos frutos muy poco presentables.

-¿Merece la pena mantener la coherencia?

-Depende de tus valores en la vida. Desde la manera que tengo de pensar creo que, sin llegar al martirio, merece la pena ser coherente, por la lengua y por otras cosas.

-¿En qué momento de su ya larga historia se encuentra el asturiano?

-En una situación mucho más abajo de la que tendría que estar si se hubiera tratado de modo adecuado por parte de los responsables supremos.

-¿Por qué es la única lengua minoritaria de España rechazada por los políticos con capacidad de decisión?

-Porque aquí no se hace política sino una manifestación de los posicionamientos de los diferentes bandos existentes. Digo esto porque en estos años de atrás se pudo ver claramente que la lengua era un elemento que se dejaba en la recámara para la negociación ulterior entre partidos.

-¿Su tratamiento actual en la Universidad es el adecuado?

-Pese a la buena voluntad que reconozco en el actual rector, el tratamiento legal que surge por ejemplo de las últimas disposiciones sobre el uso oficial del asturiano en la institución es anecdótico. No entra en el fondo de la cuestión.

-¿Vicente Gotor trata bien a la llingua?

-Si pensamos en los últimos rectores, evidentemente. Quizá haya que decir en su favor que el hecho de proceder de fuera favorece la ausencia de prejuicios de que hicieron gala otros rectores anteriores.

-Los catedráticos Emilio Alarcos o Gustavo Bueno, dos de las personalidades de la Universidad ovetense, también eran foráneos y se opusieron al asturiano.

-Pero ser de fuera no es una garantía de bondad ni de ecuanimidad. Efectivamente, cuando el forastero llega a un país que no es el suyo, si es prudente, ecuánime y respetuoso, se cuidará mucho antes de opinar y de pontificar sobre los elementos identitarios del país que lo recibe. Entiendo que ni a Alarcos ni a Bueno debemos considerarlos entre las personas que trataron con respeto a la lengua y la cultura asturianas. En cuanto a los que son naturales de aquí como algunos de nuestros antiguos rectores, cuando reaccionan contra el asturiano ha de explicarse por la vía sociológica y personal. Ellos sabrán qué problemas tuvieron que expliquen esa mala conciencia o ausencia de operatividad sobre la llingua.

-Usted fue discípulo de Alarcos y durante mucho tiempo compartieron opiniones sobre la lengua asturiana. ¿Por qué se produjo la ruptura?

-La ruptura es algo para lo que en principio no tengo respuesta puesto que, en 1985, Alarcos todavía hacía declaraciones favorables a lo que se estaba haciendo en asturiano. Alguien tendrá que explicar qué pasó entre 1985 y 1986 para que en ese tiempo haga unas declaraciones en las que manifestaba que se estaba haciendo una engañifa con la cuestión lingüística. Puedo garantizar que no hice nada que pudiera conducirle a ese posicionamiento. Ahora bien, sugiero que se investigue qué pasó en las relaciones del matrimonio Alarcos-Martínez con algún miembro del equipo del rector Alberto Marcos Vallaure. Y al mismo tiempo sugiero que se investigue a ver si hubo alguna presión externa, es decir, del madrileñismo cultural y político, que condujo en tal dirección. Digo esto porque unos meses después de mi oposición esos dos ilustres profesores citados emprenden una furibunda campaña, la que conocemos con el nombre de los «sensatos y pensantes», en la que ya van decididos a conseguir el desarraigo radical de toda reivindicación asturiana.

-Tal y como están las cosas y pese a una lucha de más de treinta años, ¿el bable puede acabar siendo una lengua sólo de estudio?

- Si se sigue a este nivel, sí. Que sea sólo una lengua de estudio no deja de tener interés, pero no me resulta estimulante. Me resulta estimulante, entre otras cosas, por ser la lengua de mi país.

-En la Asturias actual, con un Gobierno contrario a su reconocimiento y una oposición resignada, ¿todavía cree posible la oficialidad?

-Decididamente, sí. La sociedad asturiana está suficientemente preparada y capacitada para asegurar el futuro de la lengua. En este momento, lo que necesita es una actuación política favorable. Si esto falla no queda otra vía abierta que la militancia decidida y democrática a favor de la lengua asturiana.

-¿No encuentra mucha apatía en la sociedad asturiana?

-Si se me permite ser un poco brusco en la expresión, la sociedad está castrada.

-¿Hacía dónde va esta Asturias del siglo XXI?

-Me está haciendo una pregunta importantísima que enlaza con una serie de cuestiones sobre las que estamos hablando. Responderla me obligaría a hablar de cuestiones políticas y no quiero hacerlo en esta entrevista, prefiero centrarme en la oposición y en mi trabajo lingüístico. Pero esta cuestión debe ser enfocada cuanto antes. Sólo le diré que aquí no hay política, hay tribu.

-¿Subvencionar la lengua es positivo?

-Soy muy crítico con esta cuestión pero no sólo para el asturiano, también para el castellano o para la investigación. El problema es que genera clientelismo. Y si el que tiene que dar la subvención es el poder político que forma a dedo las propias comisiones que van a conceder las ayudas es muchísimo más claro. Sin embargo, reconozco que en ocasiones conviene favorecer el apoyo a determinadas iniciativas. Pero eso exigiría independencia de los integrantes de las comisiones y posterior control por parte de la oposición política.

-Hablemos de la Universidad. ¿Qué opina de la fusión de las facultades de Humanidades?

-Podría ser racional si se hace bien y se consulta a personas adecuadas de la política universitaria. Me parece bien que se racionalice, que se supriman gastos superfluos, si los hay, y que se busque mayor operatividad. No sé si el momento escogido es el adecuado.

-La filología románica siempre tuvo un buen nivel en Oviedo. ¿Se mantiene?

-Las Humanidades suelen ser la cenicienta en las políticas globales universitarias y no debiera ser así. La Universidad de Oviedo tiene toda una serie de especialidades de letras en las que hay algunos profesores de excelente currículum y reconocimiento que podrían muy bien ser un polo de atracción para determinados estudios siempre que se hicieran planteamientos realistas y al mismo tiempo prudentemente ambiciosos.

-¿Bolonia será bueno para la Universidad de Oviedo?

-Tiene un aspecto positivo, que es intentar homogeneizar un poco el variopinto mosaico europeo de la enseñanza superior. Sin embargo, se presenta con grandes problemas y es que dudo mucho de la efectividad de algunos planes y actuaciones que los pedagogos intentan generalizar. Algunos de los males de la Universidad actual podrían atajarse con Bolonia, pero los aspectos más positivos de la Universidad que yo viví me da la impresión de que van a ir por mal camino.

-Cite al menos dos males de la Universidad actual.

-Tiene un problema muy grave común al resto de la sociedad, que es el permanente estado de autoconstitución. Otro que no acaba de evitarse es el del clientelismo. Comprendo que es difícil, pero si las universidades funcionaran democráticamente, esto es, que en las juntas de reclamación se actuara correctamente, y si las autoridades decidieran al margen de los votos que se pueden cosechar, las cosas podrían ser de otra manera.

-¿El nivel de conocimiento de los estudiantes ha descendido en los últimos años?

-Decididamente sí, lo que no impide afirmar que hay alumnos excelentes.

2 P. R.

-¿Cuál ha sido la mayor alegría que le ha dado su lucha por el asturiano?

-Quizá podría resumirlo en que la gran alegría que me dio toda esta lucha se condensa en el día que tomé la resolución de dimitir como presidente de la Academia de la Llingua. ¿Por qué? Porque era plenamente consciente de que las aportaciones que yo podría ofrecer a la lengua de mi país estaban logradas y sentaban las bases de una actuación posterior y beneficiosa.

-Como antiguo presidente y académico, ¿no le parece que la Academia es una institución demasiado cerrada en sí misma?

-Hablo a título personal. Es cierto que las academias en general son instituciones reducidas en la composición del número de sus miembros y en las características que deben reunir las mismas. Eso, que es necesario, puede generar frustraciones en personas inquietas o en personas que tienen poco espíritu crítico sobre sus capacidades.

-Usted tiene fama de radical y de conspirador. ¿La lleva bien?

-Si yo tuviera que tramar o fuera aficionado a este tipo de tertulias indudablemente no tendría tiempo para investigar, que es lo que realmente me satisface. La vida de los que se mueven en el mundo cultural asturiano no me preocupa ni me suele interesar demasiado pero ello no es obstáculo para que si me piden opinión sobre hechos y personas que conozco deje de hablar. En esos casos suelo hablar aunque a veces me equivoque.

-¿Qué autores clásicos aconsejaría leer a alguien que se acercara por primera vez a la literatura en asturiano?

-Citaría en primer lugar a Xuan María Acebal, seguido de algunos poemas de Teodoro Cuesta. A ello podría añadir partes de la creación de Pepín de Pría y de Fernán Coronas.

-¿Cúal es su palabra asturiana favorita?

-Señardá.

-¿Por qué?

-Porque suena bien y porque evoca. En ella, el signo lingüístico se manifiesta plenamente en su expresión y contenido.