En junio de 1909 el periódico madrileño el «Heraldo» envía a Asturias a uno de sus periodistas para que escriba una serie de crónicas sobre la situación social, económica y laboral del Principado. Era Juan José Morato, tenía 45 años y una larga trayectoria como político y escritor, figura central en los primeros años del Partido Socialista y amigo personal de Pablo Iglesias. El «Heraldo» era entonces un periódico de enorme repercusión pública, con tiradas de cien mil ejemplares. No podía ser calificado como un periódico obrero ni mucho menos (uno de sus propietarios era el mismísimo Canalejas), pero apostó por Morato para crear una columna diaria que se titulaba nada más y nada menos que «Mundo Obrero».

La primera de aquellas crónicas desde Asturias, publicada en el «Heraldo» el 9 de junio de 1909, se titulaba precisamente «Altamira a América» y constituye un documento singular de vital importancia, que había pasado inadvertido incluso para la propia familia de Altamira. Morato logra entrevistar a Altamira el día antes de su salida desde Oviedo con dirección a Vigo, donde embarcaría dando inicio a su viaje de leyenda. Y con un objetivo claro: «Hay colonias españolas fuertes, organizadas, con intereses morales y materiales; anhelo hacerlas comprender que deben ser, desde fuera de España, fuerza que actúe sobre los gobiernos para bien de ellas, que lo merecen; para bien de la Metrópoli... y para bien de las naciones hermanas o hijas nuestras». Un mensaje de afecto, una llamada a la colaboración y un desinfectante contra las heridas aún abiertas.

Y también una petición de ayuda: «España se disuelve... y me parece que la América española y nuestras colonias en ella son el único aglutinante que puede contener la disgregación y soldar las regiones», explicaba. «A América más que a enseñar voy a aprender», confesaba Altamira a Morato. El día de la entrevista, jornada de pertinaz lluvia como escribe el periodista, Altamira se despedía de sus amigos de la Universidad de Oviedo en un acto lleno de simbolismo.