2 Andrés Montes

El tabaco constituye la mayor amenaza para los sistemas de salud. Es la «gran epidemia» que viene, tan difícil de atajar por la escasa conciencia social sobre las consecuencias del tabaco como costosa de encarar. El doctor José Antonio Mosquera Pestaña, jefe del servicio de neumología del Instituto Nacional de Silicosis recién jubilado, alerta sobre un mal creciente que «cada vez se muestra a edad más temprana y de manera más agresiva».

Nacido en Camponaraya, en el Bierzo, en León, Mosquera, uno de los cuatro fundadores del Instituto Nacional de Silicosis en la década de los setenta, estudió Medicina en Santiago de Compostela y se siente deudor de un sistema de formación que desde Asturias se extendió al resto de España, aunque con resultados muy desiguales.

-Médicamente soy un hijo de Asturias, formado en el espíritu del viejo Hospital General.

-¿En qué consiste ese espíritu?

-Es algo que no existió en el resto del país. El hospital que montó el doctor Soler era muy distinto porque se organizó con la intención de hacer una medicina moderna en la España de los 60. Entonces se exigía que los jefes de servicio fuera gente formada fuera. Esto propició un trasplante de la cultura europea y norteamericana que revolucionó el panorama sanitario. Aquí se implantó por primera vez el «sistema MIR» (médico interno residente). El resto sólo copió el nombre. Nosotros vivíamos permanentemente en el hospital. Ahora son médicos externos. La formación en el «sistema MIR» no descansa sobre los médicos del staff, sino que son los propios residentes los que se educan, de tal manera que los que llevan cuatro años contribuyen a formar a los del tercero y a medida que adquieren experiencia tienen menos trabajo pero mucha más responsabilidad. En mi vida profesional he sobrevivido gracias a las muchas guardias que hice y a los muchos enfermos que vi.

-¿Qué le llevó a una especialidad como la neumología?

-Hice medicina interna y no había neumología, había lo que se denominaba «pulmón y corazón». La neumología históricamente es la primera especialidad que surge en la medicina interna debido a la frecuencia de la tuberculosis. La madre de la neumología es la tisiología y ese cambio es el que vive mi generación. Antes todo se creía que era tuberculosis. Había mucha gente con enfermedades de pulmón que nada tenía que ver con ella, como la famosa EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Aquí existían patologías laborales muy importantes ligadas al mundo del carbón, como la silicosis. En los años 70 había 50.000 mineros en Asturias, la mitad de ellos con silicosis. Y la mayoría no llegaba al médico, no eran casos frecuentes en las consultas.

-Con independencia de esta especificidad de la silicosis, ligada a una actividad muy concreta, en Asturias siempre figura en los primeros puestos de la tabla en enfermedades respiratorias.

-Sí, también destacábamos en casos de EPOC y tuberculosis. Pero eso depende de si se mide bien o mal. En las zonas de España que disponen de mejores medios, como la nuestra, los médicos pueden contar las enfermedades con fiabilidad y de hecho son las que mejor registro llevan de los casos, pero a eso hay que añadir otro factor ligado al desarrollo. En Asturias, por su buena situación económica, se fumaba más. Tradicionalmente fumaban las mujeres y el tabaco es el «gran coco» de la patología respiratoria. El cáncer de pulmón, que está incrementándose en el mundo de una forma desaforada, tiene muchos factores de riesgo, pero el tabaco es el más importante. Algunas de estas patologías quizá sean más frecuentes en Asturias, pero no con mucha diferencia respecto al resto del país.

-¿El tabaco es su mayor fuente de pacientes?

-En el futuro inmediato, en los próximos 20 o 25 años, en Asturias y en el mundo la EPOC va ser la segunda o tercera causa de muerte. Ahora es la quinta y no hay visos de que eso disminuya. La otra gran causa es el cáncer broncopulmonar, el segundo cáncer más frecuente en el hombre -el primero es el de próstata-. En algunos sitios, la detección de este cáncer en la mujer ya supera al de mama. La causa predominante de esta enfermedad es el tabaco, la gran epidemia que desbordará los servicios sanitarios del mundo. Quizá en Occidente el incremento no sea tan dramático, pero los países que llamamos emergentes, como China, en los que se fuma más y son más susceptibles al cáncer de pulmón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé una verdadera tragedia.

-En la mujer, los casos de cáncer de pulmón se disparan.

-En Asturias las mujeres ligadas a ciertas actividades laborales como la minería o la pesca siempre fumaron. Pero hace 30 años, esa mal llamada liberación de la mujer las incorporó de lleno a eso que más que un hábito es una toxicomanía, de manera que fuman más, fuman antes y son más vulnerables a los efectos del tabaco. Antes el cáncer de pulmón era una enfermedad de personas de entre 60 o 70 años. Ahora el cáncer aparece mucho primero, entre los 40 y los 50. Se muestra antes y de forma más agresiva. Hace tres décadas, a los cinco años de ser detectado el cáncer sobrevivía el 30 por ciento de los pacientes. Ahora, con todos los avances de la medicina, a los cinco años sobrevive el 13 por ciento. Está fuera de toda duda el vínculo del tabaco con el cáncer de pulmón más frecuente.

-Pese a esa evidencia científica hay mucha resistencia social ante medidas como la restricción del consumo en lugares públicos. ¿A qué lo atribuye?

-La razón es que se trata de una toxicomanía muy potente. El tabaco engancha más que otras drogas. Hay alcohólicos que son capaces de dejar de beber, pero no de fumar. Una vez iniciados en el tabaco, es difícil soltarlo. El tabaco conlleva una tragedia, a diferencia de otras adicciones. Hay toxicomanías cuyos efectos destructivos son rápidos, y el adicto le ve pronto las orejas al lobo. Con el tabaco no ocurre esto, tiene un efecto ansiolítico, desempeña una función social aceptable y no presenta efectos secundarios evidentes, no rompe la familia. Sin embargo, está asociado a quince o veinte tipos de cáncer que tardan veinte años en gestarse. El ser humano está bastante bien preparado para defenderse de las agresiones inmediatas, nuestro problema son los peligros a largo plazo. Ésta es la explicación sociológica y biológica de por qué el tabaco es tan difícil de erradicar.

-Pero hay quien considera las restricciones a los fumadores como vulneración de derechos individuales.

-El derecho que debe prevalecer es el de la salud. El tabaquismo pasivo es más peligroso que el del que fuma. El fumador pasivo absorbe el 25 por ciento del humo, en el que hay una concentración de sustancias nocivas mayor que en la corriente principal, que es la que inhala el fumador activo. Esa agresión no la detiene una simple mampara porque además no sabemos a quién tenemos alrededor y podemos causar un daño directo e inmediato si en las proximidades de quien fuma hay una persona con problemas cardiológicos o respiratorios. De ahí que fumar en los lugares públicos sea, a mi juicio, un atentado a la libertad, pero a la libertad de los demás, que tienen derecho a su salud.

-¿Usted fuma?

-Soy ex fumador por las tragedias que he visto en la consulta. Cada viernes nos reuníamos cuarenta o cincuenta personas de distintas especialidades en el hospital para ver los casos tratados durante la semana y siempre teníamos sobre la mesa no menos de cinco nuevos cánceres de pulmón en el área de Oviedo.

-¿Y cómo cortar esa amenaza sobre el sistema sanitario que es el tabaco?

-Hay que prevenir, aunque esto es algo que tiene un coste elevado y una utilidad relativa. Esa prevención tiene que ligarse a la educación básica y a la escuela. Tenemos que preparar a los niños no sólo para ganarse la vida, sino también sobre cómo prevenir la muerte. Sabemos que el que surja un fumador depende del número de «contagios» que tenga. Si el padre fuma, el riesgo es grande; pero si son padre y madre, las posibilidades de que el niño se haga fumador son todavía mucho mayores y ya se disparan si, además, su maestro es también consumidor de tabaco. Las grandes compañías tabaqueras tienen un presupuesto para publicidad mayor que el de la Organización Mundial de la Salud y su capacidad para incidir en las formas de vida es inmensa. Ésa es otra de las razones por las que resulta muy difícil desarraigar ese hábito. Además hay un período, el de los primeros veinte años de habituación, en el que la gente es refractaria a toda advertencia y sólo se sensibiliza cuando llega a los 50 años y empieza percatarse de los efectos perjudiciales. En ese momento es cuando surge la posibilidad de que opten por dejarlo o que reclamen ayuda a través de los programas de deshabituación. En 1982 pusimos en marcha la primera consulta antitabaco y vimos lo complejo que resultaba cortar con el hábito.

2 A. M.

-El pulmón es nuestro mayor órgano, la mayor superficie del ser vivo en contacto con el medio ambiente. Si extendiésemos nuestro tejido pulmonar, ocuparía unos 60 metros cuadrados, como una pista de tenis.

Con este ejemplo, el doctor Mosquera pone en evidencia la importancia de integrar distintas disciplinas en el estudio de las potenciales amenazas ambientales en las que estamos inmersos.

-El desarrollo aumenta nuestras patologías laborales, pero estamos expuestos en muchos más ámbitos. Pensemos en la cantidad de productos químicos, de limpieza por ejemplo, que almacenamos en las casas, que son espacios además estancos para mantener la mejor temperatura. Más que nunca se necesita la colaboración de la medicina con otras especialidades como la ingeniería o la química. En lo referente a patologías respiratorias, hay que trabajar conjuntamente con otras disciplinas para integrar saberes.

Ésta es la labor que desarrolla en la Fundación Inclínica, con dos líneas de investigación multidisciplinar, una del asma bronquial y otra del cáncer de pulmón. Una labor en la que se mantiene, pese a la reciente jubilación forzosa y a la que proyectaba dedicar algunos años más.

-La jubilación a los 65 es para los médicos una opción personal. Pensaba prolongar la actividad dos o tres años más hasta completar la investigación. Está claro que esta decisión administrativa responde a un problema económico. Pero falta visión global y los seniors no valen para trabajar pero sí disponen de la experiencia necesaria para darle vueltas a las cosas, por eso debería dárseles audiencia.

-¿Considera que un centro como el Instituto Nacional de Silicosis tiene su viabilidad garantizada en el nuevo hospital?

-El nombre permanecerá, pero quedará reducido a una consulta sobre enfermedades profesionales. Y más con la situación actual. La sanidad es carísima, no hay dinero y esta crisis nos ha hecho más pobres.