El mercado de Posada

De la plaza por todos los rincones triunfa tratante y triunfa renovera. Sobre su pedestal, Parres Piñera patriarcal va aprobando transacciones. Los productos exhíbense en montones. El ganado en los altos se aglomera. Afluencia de gente forastera. Discordancia de aromas y de sones. Las mocitas de toda la comarca compran, venden o miran, mas no hay una de todas cuantas la mirada abarca bajo el sol crepitante del mercado, Libre de reminiscencia vacuna sino Nidia feliz, que va a mi lado.

Posada de Llanes no pone puertas al campo. Al menos no se ve frontera que lo separe del espacio urbano y comercial de la villa. Casi sin dejar atrás la calle principal, eje del comercio y por extensión de la vitalidad de la villa, emerge Posada la Vieja para recordar que aquí hubo una aldea antes de que el mercado urbanizase lo que siempre había sido únicamente «la vega» para ampliar la dimensión física y económica del pueblo. En este mundo doble, donde acaba la ciudad y empieza el campo, o viceversa, hoy vive y da vida el centro Don Orione. Los mayores de Posada todavía recuerdan cómo entró «el Orione» a formar parte del patrimonio palpable de la villa y que prácticamente toda la población colaboró en la construcción de un edificio que se inauguró en 1956 y hoy es centro ocupacional, residencia y escuela para 120 personas con discapacidad y que da empleo a 83 trabajadores. En el confín sur del pueblo, la institución, con su granja, su capilla y sus pistas deportivas, se eleva en un promontorio que domina, al frente, lo más rural de la Posada vieja y, a la derecha, lo nuevo del eje comercial que ha recrecido la villa.

El centro, oficialmente Nuestra Señora de Fátima, ha terminado por tomar prestado su nombre popular del de Luigi Orione, o San Luis Orione, el fundador de la congregación religiosa que lo gestiona y a la que ya pertenecía el sacerdote que trajo la institución a Posada. El padre Martín Remis, natural de Lledías, parroquia de Posada, abrazó el orionismo en Argentina y volvió con un equipaje en el que pesaba la idea de hacer junto a su casa un colegio para huérfanos de emigrantes. La primera piedra se colocó el 20 de mayo de 1951 y el centro se inauguró el 13 de octubre de 1956 con cuarenta internos, hijos de la mala fortuna en la emigración asturiana a América. Desde 1968, el centro modificó su orientación para pasar a atender a personas con discapacidad intelectual. Cambió con los tiempos, porque ahí se descubrieron entonces «las mayores necesidades», recuerda hoy el director del centro, Teófilo Calvo, burgalés de Melgar de Fernamental adoptado en Posada, que se enorgullece de la labor social del centro, pero también del dinamismo que ha otorgado a la villa a lo largo de más de medio siglo, formando parte de su paisaje y su paisanaje. «Sé de muchos chavales», apunta, «que vinieron a trabajar al colegio y que después de varios años viviendo fuera han terminado por quedarse aquí».

Ya están dentro de la sociedad de la villa y no sólo, pero también, por la fuerza generadora de empleo que ha adquirido el centro Don Orione en el pueblo y en todo el concejo. Además de en el edificio, aloja a sus internos en cinco pisos repartidos por el casco urbano de Posada y ha diversificado actividades hasta hacerse incluso con una ganadería de las más pujantes de la parroquia llanisca. Además de estudiar, de vivir y trabajar, de atender la granja, cultivar la huerta o aprender albañilería, cocina o jardinería, los internos dominan competiciones deportivas para discapacitados. Su afán por defender y promover los derechos y la calidad de vida de las personas con discapacidad ha arraigado desde hace tiempo en toda la comarca. Además de introducirse de lleno en el paisaje urbano de Posada y su entorno, los orionistas gestionan la parroquia de la localidad y otras seis de la comarca, y tienen un centro similar al Orione en Arriondas.

Todas las Posadas de un lugar dinámico

Posada son varias. Arriba, «en lo alto del pequeño cerro cuya falda roza el camino», según escribió Antonio Fernández Martínez en 1892, la iglesia -en la imagen superior izquierda- «parece presidir el ferial», que se celebra justo debajo de ella, en la plaza de José Parres Piñera. Allí, la estatua del benefactor de Posada, artífice del mercado o de la traída de aguas, preside las transacciones y conversaciones como la que mantienen en la imagen inferior de la izquierda Jacinto Lemos y Pablo Poo Santoveña, «Monchito». La otra Posada es la rural, «la vieja» de la fotografía central. A la derecha, arriba, unas vecinas, tras hacer la compra en la calle principal de Posada. Abajo, otras mujeres cosen trajes de llanisca en el centro cívico de la localidad.