Se llama Gafo el río que recoge las aguas residuales de la parte sureste de Oviedo y las deja en el Nalón en su paso por Las Caldas. El nombre de Gafo supongo que le viene porque en Oviedo atraviesa la zona que se llama San Lázaro, donde hasta no hace muchos años estaba la Malatería, el hospital para leprosos. Gafo es otra forma de decir leproso. También se emplea, o al menos así lo oí alguna vez, para los animales de comportamiento taimado: «Cuidado con ese perro que es muy gafo». Quizá porque los leprosos, perseguidos y excluidos, se comportasen de esa forma.

No es exacto que el Gafo lleve las aguas residuales de una buena parte de Oviedo. Desde hace algunos meses se transportan en colectores que discurren por su cauce hasta el río Nalón. Es verdad que antes pasan por dos balsas de oxigenación y decantación situadas al pie de la peña Avis, en la vega del Nalón de la localidad de Puerto. Allí se construye, desde hace varios años, una depuradora que servirá a esa parte de Oviedo y varios núcleos rurales, incluido Ribera de Arriba. Todos ellos vierten sus aguas fecales al río. Sorprende que una sociedad, como la asturiana, con una renta per cápita superior a los 20.000 euros, con auditorios, autopistas, centros comerciales, superpuertos y túneles espectaculares, etcétera, no depure todas sus aguas residuales. Parecería lógico que se empezara por eso, pero quizá sea verdad el dicho: da más votos una bombilla que cien alcantarillas.

La lepra es una enfermedad infecciosa y curable producida por un bacilo parecido al de la tuberculosis. El aspecto más conocido y llamativo es que la piel infectada se muere: «Si no hubiera visto que con la lepra hedionda viven algunas personas, defendería con aquellos, que llaman principios innegables y verdades patentes, que no podía el hombre, sin milagro, conservar a un tiempo mismo la forma de viviente y los accidentes propios del cadáver podrido». He transcrito esta larga cita de Casal para mostrar la repugnancia que los leprosos le producían, la razón comprensible por la que los apartaban en lazaretos. Ya en 1274 en Oviedo se había dispuesto que ningún malato o gafo estuviese en la villa como no fuese el día de la Cruz, hasta el mediodía. En Oviedo había varios hospitales en la periferia, no sólo en lo que hoy es barrio de San Lázaro, también había uno en San Lázaro de Paniceres y en más suburbios, como Cervieres.

Casi toda la lepra que se diagnostica en España, unos veinte casos al año, es en personas que proceden de lugares donde todavía es frecuente. Porque aún se produce medio millón de casos al año, el 10 por ciento en niños. Las personas sanas y bien nutridas es difícil que contraigan la enfermedad. Como tantos otros males, se ceba en los pobres y enfermos.

Recuerdo una película en la que el protagonista se descubría unas zonas blanquecinas y en el brazo. «No noto nada», exclamó, «es lepra». Se pierde la sensibilidad por daño en los nervios. La lepra fue importante en la Edad Media, pero quizá no todo lo que llamaban lepra lo fuera. Incluían en ella muchas enfermedades de la piel que podían producir erupciones, pústulas y con el tiempo muerte de parte de los tejidos y esa circunstancia pestilente y repugnante. Se apartaba a los verdaderos leprosos y a todos los que parecía que la tenían, por su contagiosidad, cuando todavía no se sabía que un ser vivo, un bacilo, es la causa. Hoy sabemos que es una enfermedad ni medianamente contagiosa.

El río Gafo tuvo mala suerte. Antes estaba estigmatizado por su paso por el lazareto, ahora por recoger los desechos líquidos de los ovetenses. Hay que depurar las aguas, pero a nadie le gusta que le pongan una estación de tratamiento cerca. Hace 150 años rara era la casa que tenía un cuarto de baño. Los privilegiados tenían retrete, un lugar retirado, de ahí la palabra. Hoy el cuarto de baño es una pieza principal decorada con esmero. Ya no está apartada, ya nadie la oculta. Deberíamos actuar igual con las depuradoras. He visto cuartos de baño con suelo de madera, pequeñas librerías y paredes decoradas con cuadros. Las depuradoras son necesarias, habrá que hacer un esfuerzo para que no sean indeseables para los vecinos. Y no sólo es un problema de mantenimiento, que bien es verdad que no siempre es bueno y es causa de olores; además, se debe hacer un esfuerzo para evitar el impacto ambiental. En muchas ciudades la incluyen en el tejido urbano gracias a que arquitectos e ingenieros diseñan estructuras con las que logran que esa función de la ciudad no sea rechazada. Claro, requiere inversiones importantes. Creo que los ciudadanos asturianos prefieren una alcantarilla a cien bombillas.

Una de las vivencias más significativas de nuestra especie es el embarazo, proceso fisiológico, transitorio y que se inicia con la fecundación. Tras el coito o relación sexual, millones de espermatozoides son depositados en la vagina y a través del cuello uterino ascienden al útero y las trompas. El óvulo, por otra parte, se desprende del ovario y sigue el camino inverso. En la trompa se produce el encuentro de ambos y, aunque son muchos los espermatozoides que le rodean, uno sólo es capaz de fecundarlo. Este óvulo fecundado anida en el útero y a partir de este momento comienza la gestación de un nuevo ser.

Y ya desde el principio del embarazo se van a producir modificaciones en el organismo de la mujer, que, aunque normales, merece la pena mencionarlas, porque pueden preocupar en exceso a la gestante: aumento de la secreción vaginal, somnolencia, náuseas y vómitos que suelen ceder espontáneamente, aunque a veces requieren hospitalización, disminución del apetito (tan sólo en el primer trimestre, ya que posteriormente tiende a aumentar, siendo uno de los mayores inconvenientes de este período gestacional), cansancio, aumento y tensión mamaria, etcétera.

Qué duda cabe que todos los cuidados que reciba van a tener una importancia vital sobre la vida del pequeño. Por eso, debe llevar a cabo una alimentación equilibrada, con un buen aporte calórico y nutritivo, dando más importancia a la calidad que a la cantidad, y una vida normal sin demasiados esfuerzos físicos ni psíquicos. Paseos tranquilos en ambientes saludables, debiendo evitar los locales cerrados llenos de humo de la gente. No son aconsejables los viajes muy largos. Es imprescindible un descanso de ocho horas por la noche y a ser posible un rato después del almuerzo. El alcohol y el tabaco no están recomendados y, por lo general, no hay contraindicación a las relaciones sexuales, a menos que se trate de casos específicos y su ginecóloga/o lo crea oportuno.

Debido a la diferente proyección social que hoy tiene la mujer, el embarazo es vivido de forma distinta a tiempos pasados. Por una parte, gracias a los métodos anticonceptivos, las parejas pueden elegir el momento de tener un hijo. Por la otra, gracias a la información y a los cursos prenatales, la mujer ha perdido los temores y miedos de antaño y llega al parto serena, para vivir uno de los momentos más trascendentales en su vida, que es el nacimiento de un hijo.