En la tarde del día 31 de marzo de 2010, Miércoles Santo, tuvo lugar un lamentable incidente en la catedral de Córdoba. Un grupo de 118 jóvenes turistas austriacos visitaba la catedral y, en un momento dado, se pusieron a orar siguiendo el rito musulmán. A los requerimientos de los servicios de seguridad del propio edificio, un grupo de ellos se enfrentó con los agentes, que, dado el cariz que tomaban los acontecimientos, llamaron a la Policía Nacional, que procedió a expulsar a los alborotadores y a detener a ocho de ellos como causantes de las lesiones producidas a los agentes de seguridad. Los detenidos, así como el grupo, se identificaron como miembros de la Asociación de Jóvenes Musulmanes de Austria que estaban en España de visita turística. El juez del Juzgado de instrucción n.º 4 de Córdoba ha imputado a los ocho detenidos por el delito de «desórdenes públicos», entre otros.

Alexander Osman, portavoz de la citada asociación de musulmanes ha manifestado que no buscaban provocar a nadie y negó las agresiones a la Policía. Según ellos, lo que sucedió fue que quedaron «tan impresionados por su belleza y atmósfera espiritual, que espontáneamente hicieron un rezo»; y como ciudadanos austriacos, «desconocían el significado de la mezquita-catedral para la Iglesia católica en España».

Como todos los sinvergüenzas, tiran la piedra y esconden la mano. Aunque los musulmanes han negado las agresiones, lo cierto es que uno de los vigilantes que ha prestado declaración ante el juez apareció con un brazo vendado y en cabestrillo. Según el acta de la Policía, a un miembro del grupo musulmán se le incautó «un cuchillo de grandes dimensiones».

El secretario provincial de la Confederación Española de Policía (CEP) en Córdoba, Fernando Ramón Calderón, ha achacado el suceso ocurrido a la falta de agentes que sufre la capital, manifestando que la ciudad puede ser «un icono para grupos del movimiento radicalizado islámico y hay que salvaguardarla (?) En este caso hemos tenido suerte y no ha ocurrido nada grave, gracias a que la seguridad privada ha sabido actuar».

En un comunicado, la Junta Islámica de España ha lamentado el altercado ocurrido cuando guardias de seguridad y un grupo de musulmanes austriacos se enfrentaron «violentamente», al impedir los primeros que éstos rezaran. Se hace referencia a las reiteradas peticiones que la organización musulmana ha hecho de «forma pacífica y desde el más estricto respeto a la legalidad, en el sentido de que se permitiera el uso compartido ecuménico del templo; de haberse atendido, hubieran evitado incidentes». La Junta Islámica ha mantenido entrevistas con los distintos obispos de Córdoba y ha enviado peticiones a la Conferencia Episcopal, el nuncio apostólico e incluso al Papa solicitando el uso compartido del templo.

Como siempre, los conversos son los más peligrosos, pues tienen lengua de serpiente con piel de cordero. Primero lamentan lo sucedido, pero a continuación descargan la culpa contra la Iglesia católica por no aceptar «el uso compartido del templo». La idea y el texto del comunicado son obra del converso Mansur Escudero, antaño psiquiatra y comunista, y ahora hortelano y musulmán.

El Obispado de Córdoba publicó un comunicado en el que «lamenta el desagradable incidente ocurrido esta tarde en el recinto de la Santa Iglesia Catedral, donde un grupo de ciento dieciocho visitantes extranjeros ha provocado de manera organizada un reprobable episodio de violencia. Tras ser advertidos -como marca el protocolo de visita turística del templo catedralicio- de que no podían celebrar ningún acto de culto musulmán en dicho recinto, se les invitó a continuar la visita o abandonar el templo. Ante esta advertencia de los responsables de seguridad, respondieron agrediendo a dos de los guardias, lo que hizo que, tras ser requerida, tuviera que actuar la Policía Nacional para poder desalojarlos y garantizar la seguridad de las personas».

Las tonterías del señor Rodríguez Zapatero tienen estas consecuencias. Lo único que hace su estúpida Alianza de Civilizaciones es alentar a estos grupos de fanáticos musulmanes. Una provocación más, de una larga cadena (podríamos llenar varias páginas), dentro de un esquema programado y organizado de reconquistar Andalucía y lo que se tercie. En lugar de presentar una posición firme y contundente en la defensa de los valores culturales de nuestra vieja España, la que hunde sus raíces en la Ilustración francesa, en Roma y en Grecia, estimula a estos bárbaros en su odio hacia todo lo que representa la civilización cristiana y occidental.

Cuando estos necios reclaman la devolución de su mezquita, convertida en catedral desde el año 1236, debemos advertirles de que antes de ser mezquita fue una iglesia católica visigoda desde el siglo V. Por tanto, a callar, señores sarracenos. Ustedes se aprovechan de la ignorancia de nuestro descerebrado presidente de Gobierno, y de su legión de intelectuales del pesebre, pero la gran mayoría de la sociedad española conoce muy bien su historia. Y sabe usted, don Mansur, que les ganamos por goleada. Abderramán I ordenó su construcción en el año 780 y Córdoba fue reconquistada por Fernando III en 1236. La mezquita existió durante exactamente 456 años, pero la basílica-catedral católica durante, al menos, 1.104. Es decir, el 71% frente al 29%. Así que a callar, y punto final.