El comercio en crecimiento y la ampliación que necesita el polígono de Santa Rita

De la magnitud de ese sector sanitario y del público que arrastra el turismo come el comercio. El proyecto de urbanización de una mediana superficie a la entrada de la villa se ofrece como ejemplo de dinamismo y promete setenta puestos de trabajo. El presidente de la asociación de comerciantes, Fernando Martino, acepta su previsible efecto multiplicador como beneficioso siempre que sea lo que se anuncia y no un gran centro comercial, precisa. Así sí vendría a tapar ciertas carencias del paisaje de los mercados en la villa, porque «ya hay gente de aquí que se va a comprar a Villaviciosa» y porque serviría para atraer gente y clientes al resto del comercio de Arriondas. «Una firma de referencia sí hace falta», concluye. Para José Antonio Villar, que vende pastas Campoamor desde el polígono de Santa Rita, el proyecto vale, pero también se dice urgente la necesidad de suelo para instalar empresas en algún punto próximo a la villa. Él clama por la segunda fase de Santa Rita, que fue en 1992 «el primer espacio de esta zona» y que sigue sin expandirse, mientras otros polígonos «ya han cubierto segundas y terceras fases». Aquí, el proyecto de ampliación prevé otros 40.000 metros cuadrados, pero para que culmine, tercia el Alcalde, habrá que resolver antes algunos obstáculos asociados a la adquisición del suelo y un cambio en el modelo previsto, virando hacia la expropiación. Villar insiste en que apremia «la necesidad enorme de terreno que tenemos» y señala en la villa «las empresas que se están instalando en el casco urbano debido a la escasez de suelo fuera». Millán García expone su confianza en el desarrollo del parque de Prestín, junto a la entrada de Cangas de Onís pero todavía en territorio parragués e impulsado por la iniciativa privada.

Hablando de industria, aquí donde la turística y la sociosanitaria son las que salvan los muebles, emerge también la posibilidad de hacer los muebles. Hubo un tiempo en el que «llegó a haber cuatro o cinco fábricas para trabajar la madera en Arriondas», recuerda «Titu» Manzano, pero en algún momento de su historia la villa perdió ese tren. Manolo Villarroel lamenta que «cortamos y no repoblamos», que «acabamos con la gallina de los huevos de oro» y que ahora quedarían «quince o veinte años» hasta que todo ese monte abandonado se haga maderable. Lo que sí sigue, a salvo de un cambio de nombre y de propiedad, es la fábrica de productos lácteos Arias, que llegó «a cien empleos» y sobrevive tras su venta al grupo Quesería Lafuente. Y las pastas Campoamor, que vende José Antonio Villar, y otros indicadores de movimiento para esta villa que no quiere vivir sólo a la orilla de sus ríos y alrededor de su hospital.

La alta gastronomía, el recurso turístico inesperado

José Antonio Campoviejo lleva catorce años encontrando clientela para alimentar su restaurante de gastronomía selecta en Arriondas. No era fácil, pero a pesar de los malos tragos de la crisis, la alta cocina desplazada de la gran ciudad se ha vuelto ingrediente principal en la receta de los recursos turísticos que pone Arriondas en el mapa. Al Corral del Indianu, un edificio de principios de siglo que aloja un restaurante de vanguardia desde 1996, se le encuentra sin dificultad en pleno centro de la villa, señalizado como está con la estrella Michelin que luce junto a la puerta desde el año 1999. Con su condecoración y las de Nacho Manzano -las dos estrellas que acapara su Casa Marcial, en La Salgar, a cinco kilómetros de la capital parraguesa- este municipio concentra un menú insólito para un concejo de su tamaño. Tan aparentemente lejos pero tan cerca ya de casi todo, estos chefs de aquí que quieren trabajar aquí han familiarizado al concejo con el concepto del «turismo gastronómico».

En este «enclave privilegiado» y cada vez mejor comunicado al que su público viene expresamente, Campoviejo sigue abierto, en buena medida, afirma, gracias al turismo de aquí, sí, pero también a los visitantes «de alto poder adquisitivo que genera Ribadesella». Su pequeño local selecto permanece a este lado del Sella, aunque para su tipo de establecimiento la masificación del fin de semana del Descenso sea, a veces, «egoístamente, un problema». Sarna con gusto que no pica porque él siente, como todos aquí, los réditos diferidos de la fiesta que ha ido expandiendo el nombre de la villa y llamando visitantes.

La hostelería rentabiliza la prueba deportiva y la marea que la acompaña, pero no tanto ese viernes y ese sábado tan llenos que piden «horas y horas y horas» de trabajo, apunta José Antonio Villar, como el resto del año. Esos dos días «entra dinero, sí, pero un sábado normal de agosto también tengo un gran negocio», asegura. La vitalidad de muchos de sus establecimientos no necesitaría tal vez ese atracón en esas fechas, pero la clave está en los beneficios que se perciben y hacen funcionar esto todo el año. «Hay canoas para alquilar en muchos ríos de España», ilustra Fernando Fondón, pero si aquí han florecido tantas y con tanta gente moviéndose a su alrededor es, «sin duda», porque el Descenso Internacional del Sella sale de Arriondas desde 1932.

«Picacho y río»

«Parres, picacho y río, neblina y sol, campo verde y tierra ubérrima, pasado glorioso y prometedor futuro». De paso, Cela

«Las Arriondas es pueblo rico e importante, con casas buenas y chalés magníficos, en el que el paisaje vuelve a las altas y escarpadas montañas y a los hondos y angostos desfiladeros.

Al salir de Las Arriondas, el camión, que aún no había pillado a ninguna gallina, pasó por encima de un gato, que dio un chillido tremendo y sonó como un neumático de bicicleta al reventar. El gato aquél probablemente era un gato que debía de estar lleno de aire». La «villa bonita»

«Viajero, turista, amigo, cuando llegues a la altura de la estación de servicios de carburantes del Portazgo, quita el pie o la mano del acelerador, toca el freno y detente un momento, créelo que merece la pena; ante tus ojos se presentará una de las panorámicas más admirables; escalonadamente tres ciclópeos gigantes, el totémico y majestuoso monte Sueve, la peña de la Forcada y la elegante peña de Villar, protegen a la "Villa Bonita", que, confiada duerme a sus pies». El tren fluvial

«El tren ribereño, llamado "tren fluvial", que ha salido de Gijón y Oviedo, está ya en Arriondas. Jornada luminosa y festiva. El lenguaje monosilábico de la gaita, monosilábico y dulce, surtidor de nostalgia, choca contra el grito de amor y de guerra que subraya la danza prima. Luego, Dionisio de la Huerta, creador del Descenso, da órdenes a los remeros. Son las doce. Las piraguas navegan ya entre las riberas más hermosas que ha forjado la naturaleza. Travesía de puente a puente. Del puente de Arriondas al puente de Ribadesella. Por fin, en el campo de Llovio se celebra la gran romería mientras el río sigue, solo ya, hacia la mar azul. El "sendero andante", hacia el "sendero innumerable"». «Encrucijada de excursiones»

«Arriondas, a las márgenes del Sella, con maravillosos paisajes y muy lindos chalés. Arriondas sirve al turismo como encrucijada de excursiones; por ello tiene señalado lugar en muchos itinerarios». El salmón y La Peruyal

«Carretera adelante está Arriondas, capital salmonera de España. Tierra que conserva como ninguna otra la preciada reliquia de la tradición. Festejos típicos, llenos de alegría, de color, como la romería de La Peruyal, que se celebra un año sí y otro también, el último domingo de julio, y el clásico Descenso del Sella en piragua».