Francia invadió Inglaterra en septiembre del año 1066. Inglaterra liberó Francia en 1944, terminándose la II Guerra Mundial en Europa a primeros de mayo del año siguiente.

Los mismos escenarios, las mismas pasiones. Un viaje complejo de ida y vuelta, 900 años después.

La pradera normanda es apacible y hermosa, como un mar verde brillante. Cerca de la costa, una pequeña localidad llamada Bayeux aloja un cementerio británico, con más de 4.000 sepulturas de caídos en la guerra, en el Desembarco de Normandía, principalmente británicos, pero también soldados de otros países de la Commonwealth. Justo frente al camposanto se erigió un memorial con un frontispicio y una inscripción en latín: «Nosotros, que fuimos conquistados por Guillermo, hemos venido a salvar la patria de su vencedor».

A pocos kilómetros de Bayeux están las playas del Desembarco: Omaha, Juno, Gold? El Desembarco de Normandía es uno de los grandes episodios de la II Guerra Mundial. La Unión Soviética pedía a gritos abrir un nuevo frente en Europa Occidental que la aliviase de la feroz dureza del suyo, algo así como una estrategia de distracción para que el Ejército Rojo tuviese un respiro. Churchill, el primer ministro inglés, quería insistir en la campaña italiana (tras la invasión de Sicilia en 1943). Opinaba que Italia era «el vientre suave del Eje». Pero la campaña italiana, tan difícil, no progresaba lo deseable. Los Estados Unidos, en cambio, preferían un desembarco en Francia (la invasión por las tropas alemanas había ocurrido en mayo de 1940), más cerca del corazón de Europa, de Alemania. El 6 de junio de 1944, por fin, estadounidenses, ingleses y canadienses desembarcan en las playas de Normandía, para iniciar la «reconquista de Europa» y su liberación del horror nazi.

Un desembarco parecido, pero en dirección contraria, se había llevado a cabo casi 900 años antes, en 1066, y lo cuenta el llamado Tapiz de Bayeux, una extraordinaria obra de arte, un bordado ¡de 73 metros de longitud! que aún hoy se conserva y en excelente estado. Guillermo el Conquistador, el Guillermo de la cita en el memorial, había invadido Inglaterra para hacerse con el trono inglés. Guillermo era duque de Normandía, hijo bastardo del anterior duque, Roberto el Magnífico. En aquellos años el trono de Inglaterra estaba en manos de Eduardo el Confesor, que no tenía descendencia. Guillermo aspira a ser su sucesor, puesto que es sobrino segundo del monarca. Sin embargo, ese trono tiene otros pretendientes, fundamentalmente el anglo-danés Harold, cuñado de Eduardo, jefe de la aristocracia y su rival político. En un viaje que Harold hace a la costa francesa, no se sabe con qué objetivo, Harold acaba en manos de Guillermo, que, tras varias aventuras guerreras, le arma caballero. Harold también jura fidelidad a Guillermo, y se le ve en el Tapiz con las manos extendidas sobre dos relicarios, lo que indicaría que el inglés se comprometía a no oponerse a las reivindicaciones de Guillermo sobre la corona de Inglaterra cuando muriese Eduardo. Pero Eduardo murió y el coronado fue Harold.

Guillermo, furioso, decide construir una armada para ir a Inglaterra, a «desfacer el entuerto».

Desde luego, Hitler poco conocía de historia y menos de historia militar. Mucho menos del desembarco normando organizado por Guillermo. Sabía que los aliados pensaban desembarcar en Francia, pero supuso que lo harían por la ruta más corta: el Paso de Calais. Tampoco Guillermo lo hizo por allí; salió al mar un poco más al norte de Bayeux, en Dives, fue bordeando la costa y luego cruzó hasta llegar a Pevensey.

Para defender toda la costa atlántica francesa, los alemanes hicieron construir el llamado «Muro del Atlántico», toda una línea de defensa, con potentes baterías, casamatas, polvorines, dotaciones? El mariscal Rommel, inspector de las defensas costeras y después comandante de las defensas del norte de Francia, quería también divisiones de Panzer en la costa, al contrario que el mariscal Von Rundstedt, comandante en jefe de las fuerzas armadas occidentales, que prefería que los Panzer estuviesen mucho más al interior, como así se hizo. Algunos generales alemanes consideraban que el «Muro del Atlántico» era un «bluff», incluso antes del Desembarco.

Así todo, costó muchas vidas? En la pradera normanda «tornaronse bermejas las flores amariellas», como versificó un poeta anónimo en la Castilla de principios del siglo XIV describiendo otra guerra mítica, la de Troya.

Guillermo mandó construir toda una flota para enfrentarse a Harold. Se ve en el Tapiz a los carpinteros talando árboles, cepillando planchas, ensamblando los cascos de una armada entera, posiblemente compuesta por unos cien barcos, llenos de lanzas, cotas de malla, cascos, víveres, toneles de vino (que no falte, ni siquiera en la guerra), caballos, sus normandos (antiguos vikingos asentados ya en un territorio)? Podemos imaginar las esnequias, nombre que se daba en los siglos XI y XII a los navíos que utilizaban los vikingos, navegando con el viento a favor, con sus dragones a popa y a proa, sus velas de varios colores y los escudos sujetos en el casco. Como las barcazas aliadas vomitando hombres, armas, vehículos en Omaha, Juno, Gold?

El 29 de septiembre de 1066 Guillermo el Conquistador comienza las operaciones en suelo inglés, en la localidad de Hastings.

También en septiembre (de 1939) comenzó la Guerra Mundial. Pero el camino que había llevado hasta ella se había empezado a andar mucho antes.

La Alemania expansionista, la que quería ser un imperio bajo el nazismo, ocupó Renania en 1936, se hizo con los Sudetes checos en el 38, y con Bohemia y Moravia, todos territorios con población de lengua alemana. También se anexionó Austria, el único país que después de la guerra consiguió que todo el mundo creyese que Beethoven era vienés y Hitler, alemán.

A pesar de estas invasiones, Inglaterra y Francia querían mantener la seguridad del continente y que Alemania continuase en el «concierto europeo». Los ministros de Exteriores se afanaban en negociar con el Führer a fin de encuadrar sus reivindicaciones y, a ser posible, limitar sus concesiones. Europa cree que, por fin, ha frenado a Hitler con los acuerdos de la Conferencia de Múnich, cuya declaración el líder nazi firma. Chamberlain, el ministro de Exteriores inglés, llega incluso a afirmar que «es la paz de nuestro tiempo» mientras sostiene en alto el documento con la rúbrica del Führer. Justo un año después, el Ejército alemán, la poderosa Wermacht, cruza la frontera polaca. Hitler, como Harold, puede ser visto también como un perjuro, sólo que sin reliquias de por medio. No sólo «engañó» a franceses e ingleses, a Europa Occidental, también traicionó a los rusos. Stalin había llegado a un acuerdo con Alemania, los Protocolos Ribbentrop-Molotov (los ministros de Exteriores alemán y soviético). Los dos estados se comprometían a la no agresión mutua, ni solos ni con terceros países. Pero los Protocolos tenían cláusulas secretas: el reparto de Polonia entre los dos, los estados bálticos quedaban bajo la esfera soviética y, sobre todo, la neutralidad de la URSS en caso de una guerra en el oeste de Europa.

Como se vio, Hitler era «alérgico al compromiso». Cuando en junio de 1941, en la «operación Barbarroja», Alemania invade la Unión Soviética, Stalin no puede creerlo, a pesar de que una semana antes, sobre su mesa, hay un informe alertando sobre la invasión y su fecha concreta, enviado por un espía soviético en la Embajada alemana de Tokio. Durante una semana Stalin se refugia en su «dacha» incapaz de reaccionar, mientras sus generales le piden órdenes.

El choque entre Guillermo y Harold tuvo lugar cerca de Hastings, en un lugar donde luego se levantó la abadía de Battle. El primer asalto normando fracasa, en medio de una tremenda confusión, a los pies de una colina. Incluso corre el rumor de que el duque Guillermo ha muerto, la única razón de ser de aquella expedición. Sin embargo, su hermanastro Odón le muestra vivo y arenga a los combatientes. La caballería normanda, escoltada por los arqueros, se lanza a un segundo ataque. Muchos ingleses y franceses caen muertos. Harold, el rey, el traidor, el perjuro, también, al parecer por una flecha que le alcanza en un ojo. El Ejército inglés es derrotado por los franceses. Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, es coronado rey de Inglaterra en Westminster el 25 de diciembre de 1066.

El 7 de junio de 1944 las tropas inglesas convierten Bayeux en la primera ciudad de Francia liberada. Acabada la guerra, levantan el memorial en recuerdo de sus muertos y labran la cita en el frontispicio: los ingleses, que habían sido derrotados por Guillermo, por los franceses, en 1066, son los que han salvado a Francia, la tierra de su conquistador, de los alemanes. La venganza inglesa por aquella batalla, 900 años después; una «puñalada» al chauvinismo, al orgullo francés. Quizá tenía razón el mariscal Göring, héroe aéreo de la I Guerra Mundial (piloto en la misma escuadrilla que el Barón Rojo), narcisista, coqueto, vanidoso, gordinflón y populista, gran amante de la cerveza y de sí mismo, jefe de la temible Luftwaffe, que definía a los ingleses de una manera muy particular, expresión de su desprecio y a la vez de su admiración por ellos: un inglés es un imbécil; dos, un club; tres, un imperio.

No lejos de Bayeux, en La Cambe, hay un cementerio de soldados alemanes. Lo preside un gran monolito símbolo de la paz, la que traicionó el Führer, curiosamente «el que guía a los demás porque conoce el camino», que murió también por un disparo, pero no de flecha y por su propia mano, el 30 de abril de 1945. Una semana después, la guerra en Europa había terminado.

El cementerio alemán, silencioso, íntimo, con una especial bella tristeza, está salpicado de pequeños grupos de pequeñas cruces de piedra. En las tumbas, muchachos que lucharon por un país errático y cruel, pero que, al fin y al cabo, era su patria. Aquellos jóvenes hace 65 años que descansan bajo las ramas de los arces y las hojas de los robles.