La tarde del 25 de noviembre de 2003, y durante casi cinco meses, Noruega cambió de rey. Harald V de Noruega (1937) cedía la Jefatura del Estado a su hijo, el príncipe Haakon Magnus (1973). La razón, un cáncer de próstata que obligó al monarca noruego a pasar por quirófano y a someterse a un tratamiento posterior que le impedía cumplir sus obligaciones constitucionales.

El caso de España es distinto. El tumor extirpado ayer a don Juan Carlos es benigno, y la Casa del Rey asegura que no se planteó en ningún momento ascender al Príncipe de Asturias al puesto de Regente. Pero Noruega sentó un precedente sobre cómo gestionar crisis monárquicas causadas por los problemas de salud del jefe del Estado.

Durante el tiempo que el kronprins Haakon -ya casado con la princesa Mette Marit- asumió el mando, los noruegos criticaron su aparente falta de entusiasmo. Como consecuencia del cargo, el joven regente debía ejercer además como jefe de la Iglesia de Noruega. Una misión sobre la que pesaba, como algunos diarios noruegos se encargaron de subrayar, el pasado de su esposa.

Tras superar el cáncer, la noche del 12 de abril de 2004 Harald recuperó el trono que heredó de su padre, Olaf V. Haakon volvía ser un «príncipe en espera», un estatus que casi podría oficializarse sólo con echar un vistazo a las casas reales europeas. Junto a Haakon de Noruega, Carlos de Inglaterra, Victoria de Suecia, Federico de Dinamarca o el propio Príncipe de Asturias chupan banquillo. Viven a la sombra de sus reales progenitores, sin funciones delimitadas de forma clara por las constituciones de sus respectivos países. Además de dar continuidad a la dinastía, su misión oficial es ésa, esperar.

Aun así, don Felipe contempla cómo su agenda crece cada día, sobre todo en España y Latinoamérica. Representar a su padre en las tomas de posesión de los presidentes del continente americano se ha convertido ya en costumbre. Y, junto a la Princesa de Asturias, proyecta una imagen profesional. De trabajo. Sus últimas fotografías oficiales podrían pasar por las de dos exitosos ejecutivos en pleno ascenso empresarial. Príncipes «JASP» (jóvenes aunque sobradamente preparados).

Menos de un año más tarde de su primer contacto con el poder, Haakon tuvo que asumir de nuevo la Jefatura del Estado. Por segunda y de momento última vez. Entre el 29 de marzo y el 7 de junio de 2005, el heredero al trono fue regente de Noruega debido a la cirugía cardiaca a la que su padre tuvo que someterse. Don Felipe aún no ha tenido que enfrentarse a esa situación. Lo más parecido a un «ensayo general» para las funciones que la Constitución española le tiene encomendadas. Sigue a la espera, a pesar de que, según el doctor Laureano Molins, que ha dirigido la intervención de don Juan Carlos, su padre aún tardará quince días en recuperar su actividad «no física».