Oviedo / Madrid

La escena tuvo lugar al pie de la pista de aterrizaje de la Zarzuela, en Madrid, en enero de 1983. Compungido, el general asturiano Sabino Fernández Campo espera impaciente la llegada de Su Majestad. Venía el Monarca tullido, molido a golpes y con una grave lesión en la pelvis. Un accidente en la pista de esquí de la estación suiza de Gstaad tenía la culpa. Le bajaban en camilla de un helicóptero, pero no perdía la sonrisa pese al dolor que le provocaba tanto movimiento.

-¿Viste, Sabino, qué golpe me di? -comentó sonriente a su fiel escudero y mano derecha.

El militar asturiano, flemático, que había tapado como había podido los agujeros de una ausencia no anunciada y la consiguiente polémica por el inesperado accidente, acertó a responderle en aquel segundo:

-Señor, creo que un Monarca sólo puede llegar así de las Cruzadas.

Y es que la pasión por la aventura y el riesgo, y por practicar todo tipo de deportes, del actual Rey de España siempre ha sido un quebradero de cabeza para los miembros de su Casa. Una afición que ha hecho engrosar su historial médico.

El accidente suizo dejó secuelas. La fisura de pelvis fue una de las intervenciones quirúrgicas que pueden considerarse «menores», como la extirpación de una fibrosis en 1985 a consecuencia del mismo. Pero no son las únicas dolencias que padeció un Monarca que, pese a todo, siempre ha exhibido una salud de hierro.

El 1 de marzo de 2001 el Rey fue sometido a una intervención leve para eliminar unas varices en la pierna derecha en la Clínica Sant Josep de Barcelona, en la que había ingresado la noche anterior para una revisión médica rutinaria.

En diciembre de 1991 sufrió otro accidente en la rodilla derecha cuando esquiaba en Baqueira Beret (Lérida), al ser derribado por otro deportista involuntariamente. A causa de la lesión, tuvo que ser operado con resultado plenamente satisfactorio y tuvo que usar muletas hasta abril de 1992. El esquí le daría un nuevo susto en febrero de 1995, cuando se lesionó en la zona próxima a la muñeca derecha tras resbalar en una placa de hielo cuando volvía de Candanchú (Huesca).

El Rey se vio obligado a acudir con el brazo vendado a la boda de su hija la Infanta Elena, el 18 de marzo de 1995, en Sevilla, Años antes, el 21 de junio de 1981, se golpeó contra una puerta de cristal tras jugar un partido de squash.