«Ni miedo ni cuidado. Pensé que no iba a acostumbrarme a la vida abstemia y todo pasa. "Sin beber ni fumar pégome un tiru", pensaba: ni tiru ni nada. Me operaron de la carótida en 2002 y me pusieron tres bypass en 2003».

-¿En 2002 lo dejó todo?

-Todo, no, ja, ja.

-¿La noche es muy perra?

-Afortunadamente, ya no es lo que era. Trabajaba continuamente en los pubs desde 1983, algo después de regresar a Asturias, pero en 2000 empezó a remitir la noche: la gente ni sale, ni consume, no hay dinero, hay controles de alcoholemia...

-¿Cuándo empezó a frecuentar la noche musical?

-Soy músico desde 1959, debo de ser el más antiguo de los que están en activo pero ya me crié, con mis abuelos maternos, en «Casa Piringüelu», un bar al pie de la carretera, con bolera, en la subida a Gargantada. El ochenta por ciento de los clientes eran mineros. El bar estaba entre dos pozos: Lláscares y El Padrón. Iban a beber sidra o a cargar la bota de vino y todos los días del año había problemas para cerrar. Dormía encima del bar y me tienen despertado de guaje a las siete de la mañana porque estaban jugando a los bolos.

-¿Le criaron sus abuelos?

-Y mi tía Juanita, 26 años, muy guapa, entonces soltera, luego se casó, ahora tiene 88.

-¿Por qué creció con los abuelos?

-Mi padre murió a los 25 años, cuando yo andaba por los 18 meses. Mi madre -que aún vive, va a hacer 96 años- se casó tiempo después con un viudo que tenía un hijo. El nuevo matrimonio fue a otra casa en La Felguera y yo quedé con los abuelos maternos, Alfredo "El Piringüelu" y Nieves. Cuando tuvieron el primer hijo juntos, un cliente le dijo a mi madre, : «Amelí ¿nunca te dijo el tu marido "el tu fíu y el miu pegaron-y al nuestru?"». Soy el primero de cuatro varones que nos llevamos de maravilla. Vicente es el hijo de Vicente, el segundo marido de mi madre, y los que tuvieron juntos son Juanjo y Jorge.

-¿Qué tal la infancia?

-Privilegiada, el mimo de todos. Parece que era un buen nenu y dábaseme bien todo. Hice la formación elemental de los 7 años a los 13 con los hermanos de La Salle de La Felguera.

-Los del «baberu».

-Enseñaben muy bien. Y se me daban bien todos los juegos. En 1954 hubo un campeonato provincial de bolos para menores de 21 años. Yo tenía 16, seguramente era el más joven, y llegué a la final. La final se celebró el 18 de julio y como me había enrolado en un campamento no la jugué. Ya era aprendiz en Duro Felguera.

-¿En su casa ganaron o perdieron la guerra?

-Ni idea, crecí siendo apolítico y viví como Dios con Franco y sin él.

-¿Siente que vive como Dios?

-Mi disco de ahora se titula «Soy un tipo con suerte» porque me siento así. Siempre disfruté de la familia, que me quiso, tuve suerte con mis amistades e hice lo que se me antojó sin oposición grave por parte de los míos, con libertad absoluta. Me gustaba mucho escribir. Quise ser periodista pero no había medios.

-¿Qué estudió?

-Empecé perito industrial en La Felguera por libre y me examinaba en Gijón. Esto era 1956-57. Yo era más bien de letras. Las ciencias no se me daban bien y no fue posible pero en Duro Felguera salieron plazas para administrativo y entré. Con el trabajo y el fútbol a los 18 años dejé de estudiar.

-¿En qué equipos jugaba?

-Estuve tres años con los juveniles de La Felguera. Jugaba de medio interior. Fui titular de la selección juvenil asturiana en 1955-1956. En 1956 me fichó el Siero por 10.000 al año y un sueldo de 500 pesetas. En la 57-58 pasé al San Martín de Sotrondio, luego a La Felguera Siderúrgica Círculo Popular, que acababa de bajar de Segunda División y era el equipo más fuerte de Tercera. Jugamos tres ascensos a Segunda. Perdimos los tres pero el segundo año fue épico porque eliminamos al Ferrol y en casa le metimos 3-0 al Salamanca. Luego en Salamanca nos clavaron 6-0. Jugaba con Falín y en 1960-61 con José Jorge, luego los dos del Real Oviedo.

-En 1959 empezó a cantar. Hay más gente, Julio Iglesias o Víctor Manuel, que pasaron del fútbol a la canción. Siempre me dan la impresión de que se trata de personas que quieren salir adelante como sea, dando patadas o a voces. ¿Es su caso?

-No, a mí me venían a buscar los amigos y a las dos botellas de sidra nos poníamos a cantar automáticamente en «Casa Olivo», en «Casa Lele», en «La Madreñona». La Asociación de Antiguos Alumnos de La Salle tenía un local para jugar a las damas, al billar, al mus, al tute y todos los años se organizaban campeonatos. Cuando tenía 23 años entregó los premios el arzobispo de Oviedo, que era Tarancón y al cuarto que me dio comentó: «Aquí siempre gana el mismo».

-¿Qué cantaban?

-Canciones de coro, habaneras. El director de la rondalla de La Salle, Mariano Díaz, que vive en Oviedo, me dijo que iban a hacer una función en el teatro Pilar Duro, para los socios, que por qué no cantaba con ellos. No sé decir que no. Si llego a ser mujer estoy perdido. Fui a ensayar y me vi por primera vez en mi vida encima de un escenario, cantando zarzuela, con mi voz de barítono, una romanza de «La del soto del parral» y «En la Cárcel de Villa» de la zarzuela «La linda tapada» y ahí empezó mi vida artística. Hacían unos espectáculos muy serios, de Mozart y de Beethoven, y yo sugerí crear un grupo más informal. Juanjo, Varito, Cholo, Gallardo, Roberto y Dintén, con guitarras de rondalla, debutamos en febrero de 1959 con tres canciones en el teatro Pilar Duro con el nombre artístico de «Juvacho Gardin». Una era «Marina», de Rocco Granata y otra «Maringá» de Leo Marini. Un día actuamos solos en el casino de Sama «La Montera» y un directivo nos propuso comprarnos guitarras eléctricas si éramos la orquesta de sus bailes. Así fue de 1960 a 1964.

-¿Qué fue de ellos?

-Éramos seis amigos increíbles. Juanjo y Dintén murieron. Roberto, el solista, marchó a Madrid a trabajar de mayordomo de unos ricachones y ahora está jubilado en La Felguera. Gallardo nos dejó pronto y entró Blanco, que fue a trabajar a Suiza y ahora vive en Oviedo. Varito trabajó en restaurantes, está jubilado en Sama y es el único que sigue en la rondalla La Salle.

-Usted seguía en el fútbol.

-En 1960-61 en el Santiago de Aller conseguimos la mejor clasificación de nuestra historia en tercera. Nos entrenaba Salaberry, que había venido a jugar al Real Oviedo en los años cincuenta. Me fichó el Vetusta en 1962-63 y jugué con Juan Manuel, que llegó a ser capitán del Real Oviedo, con Tono, con Amor? Como jugaba y cantaba iba a buscarme un Simca Versalles a la puerta del estadio de Buenavista y para Candás, a «La Parra» o a la «Pista Santarúa» o para Soto del Barco, a la «Pista Ideal», o al Centro Cultural y Mercantil de Pravia. La cuenca del Nalón, la nuestra, la hicimos de arriba abajo.

-¿Se ligaba?

-Mucho pero con poca efectividad, juego de salón sin remate. No existía la pegada.

-¿Tenía novia?

-Siempre. Me casé en La Felguera en 1962 y tuvimos cuatro hijos. Nos separamos en 1996. Mi hija, María José tiene 45 años y me dio dos nietos, de 12 y 7 años, que los veo y me prestan mucho. Luego están los varones: Marco, que es músico en Madrid, Rubén e Iván.

-Volvamos atrás. No paraba.

-En la oficina, en La Felguera, en 1963 un tío me preguntó si tenía gemelos. Le respondí que no, que por qué lo decía y me replicó: «Ayer en el fútbol me pareció verte jugando; luego en el baile me pareció verte cantando y ahora vengo aquí y estás en la oficina».

-Parece un chiste pero ¿vivirlo tenía tanta gracia?

-Trabajaba en Duro, cantaba, jugaba en el Vetusta y hacía un par de horas extra en una oficina de Bernardino Sánchez Riesgo, «El Afeitáu» en La Felguera que tenía un almacén de hierro. Unos le habían echado mano a la caja y el jefe me pidió que le ayudara. Así estuve un año y medio. Me puse enfermo: infiltración pulmonar. Dejé el fútbol para siempre y las horas extra. Estaba casado, sin hijos y vivía en La Felguera.

-Cuando estuvo enfermo tampoco podría cantar.

-Se separó el grupo porque, además de lo mío, Blanco marchó a la «mili» y otro se casó. Pensé que la música se acababa pero fue a buscarme un grupo nuevo: «Los Stukas».

-¿Cuáles?

-Manolito, guitarra solista; Valdés, bajo; Pepín, batería; Enrique, guitarra rítmica y Boli, cantante. La formación original, la de 1965, ninguno de los que tuvieron tanto éxito en los ochenta. Eran de La Felguera y de Lada. Querían que les buscara contratos pero acabé además cantando con ellos. Ellos tenían un repertorio de conjuntos modernos de entonces, de «The Beatles», «Los Bravos» y «Los Brincos» y yo lo melódico, los italianos, el festival de San Remo... Llevaba un año con ellos cuando vinieron a buscarme «Los Archiduques».

-¿Y se fue con ellos?

-Es que «Los Archiduques» habían grabado un disco, un EP, cuatro canciones, y tenían un contrato para actuar en la «Sala Consulado» de Madrid, que estaba en la calle Atocha y se anunciaba como «la mejor sala de juventud de España». Todos los sábados y domingos entraban 3.000 personas. Pedí un año de excedencia en Duro Felguera y me fui a Madrid, dejando a mi mujer y a mi hija en La Felguera. Pensé que si triunfaban y yo no estaba con ellos no me lo perdonaría nunca.

-«Los Archiduques» eran de Grado.

-Tito al bajo; Claudio, guitarra rítmica; Busta, teclado; Titi, batería y Tony, guitarra solista.

-¿Qué tal se arregló?

-Primero, de pensión; luego en casa de unos tíos. El grupo eran todos solteros. Yo no ganaba para mí. En junio estuvimos en un hotel de Bagur, en la Costa Brava, Cap sa Sal, magnífico. En 1966 fuimos a «Musical 14:05», un programa de televisión que presentaba Raúl Matas. Íbamos a cantar dos canciones pero al realizador, Enrique Martí Maqueda, le gustamos y nos pidió tres. Fue veinte días después del «Yo soy aquel» de Raphael en Eurovisión y yo lo canté a mi manera, además del «Caprí, c'est fini» y de «Aline». Yo había ido con los Juvachos en 1963 a «Salto a la fama», un concurso de televisión que también realizaba Martí Maqueda y nos avisaron con un mes de antelación, para la preliminar, que actuaríamos un domingo, en directo, a las ocho de la tarde. Preparamos una canción y la llevamos a Madrid. El viernes anterior a la grabación, en un teatro, empezamos a interpretarla y a la mitad Martí Maqueda nos dijo que parásemos y que cantásemos una bossa-nova. El concurso nos hacía mucha ilusión y queríamos ganar con la que llevábamos pero sentenció que o la bossa nova o ninguna. Le di bastante lata para defender la canción. Llegamos el domingo a las dos de la tarde a los estudios Roma. El director musical era Rafael Ibarbia y le comentamos que queríamos cantar una y nos mandaban cantar otra. Nos dio permiso para que interpretáramos las dos. Pusimos mucho énfasis en la nuestra, «México», y muy poco en «Cúlpale a la bossa nova». Ibarbia valoró que teníamos más ilusión por «México» pero Maqueda ordenó que cantáramos la que él decía y yo mascullé un insulto. Tres años después, con «Los Archiduques», temí que Maqueda me reconociera y nos vetara. «Imposible», me tranquilizaban, «con la de gente que pasa por Televisión Española». Cuando me vio, dijo: «Yo a ti te conozco». Y yo que no. «¿Usted no vino a otro programa?». No, no. «Usted es asturiano y estuvo en "Salto a la fama" con los no sé qué». No, no. «Pues sería su doble», zanjó con retintín.