A Eduardo Gota Losada (Teruel, 1930) le causó impresión la primera frase que escuchó de un profesor justo al iniciar los estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo. «La historia del Derecho es la historia de la paz», le dijo a su curso José Prieto Bances, en 1947. Cinco años antes su familia se había trasladado a Oviedo desde Teruel, ya que su padre era funcionario de la administración local y había solicitado destino en ciudad universitaria para que sus tres hijos varones pudieran estudiar carrera.

Eduardo Gota disfrutó con los profesores Álvarez Gendín, Silva Melero, Prieto Bances o Torcuato Fernández-Miranda, «que era magnífico y su asignatura de Derecho Político atraía mucho a los estudiantes porque explicaba el régimen democrático maravillosamente». Sin embargo, a Gota Losada le atraerá más el Derecho Administrativo, aunque se inició en la judicatura en 1959, tras las oposiciones, como juez de primera instancia e instrucción en Laguardia (Álava). Pasa ese mismo año a Tineo, donde tendrá que actuar en «numerosos suicidios a causa de la soledad, el clima o el alcohol, y que aumentaban cuando los ayuntamientos convocaban a los mozos para ir al servicio militar».

También tras las correspondientes oposiciones Eduardo Gota obtiene la categoría de magistrado de la Sala de los Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Oviedo. En 1970 es nombrado presidente de dicha Audiencia, que desaparece en 1989 para dar paso al recién creado Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), que presidirá hasta el años 2000, fecha de su jubilación, aunque seguirá dedicado a la justicia otros cinco años, como magistrado emérito.

En la Sala de lo Contencioso-Administrativo «trabajé mucho porque, la verdad, es que le tenía afecto y la recuerdo con cariño». Expropiaciones, planes de ordenación, actos urbanísticos o reclamaciones contra la Administración en general serán algunas de sus materias de trabajo. «La justicia en Asturias funciona», sentencia este magistrado jubilado, que no obstante recuerda la etapa que comienza en 1989 como la más difícil, ya que se crearon tantos órganos judiciales o juzgados que algunos de ellos acabaron alojados en sótanos de diversos edificios.

«Fui a ver al presidente del Principado, Pedro de Silva, y le dije: "No tengo donde meter los órganos judiciales"; y me respondió: "Eduardo, sé los problemas que tienes y yo no te los puedo resolver, pero te ayudaré"». Las relaciones de De Silva con el ministro Mújica servirán para impulsar el Palacio de Justicia de Llamaquique, en Oviedo, al tiempo que «tuvimos tan mala suerte que en el Palacio de Gijón nos pegaron un bombazo los de la ETA». Por su lado, el palacio ovetense irá lento y Gota Losada acudirá al vicepresidente Álvarez-Cascos: «"Mándame a este fax todo los papeles", me dijo, y a los pocos días llegó una consignación pequeña para iniciar las obras, aunque todavía fue todo muy lento». Tiempo después el propio Cascos le dijo a Gota Losada: «Eduardo no me estás ayudando para que Gijón tenga Audiencia», a lo que el magistrado contestó. «Pero si yo sólo soy el presidentín del TSJA».

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