¿Nunca han pensado que su vida no tiene sentido? ¿Qué se sienten atrapados en un callejón sin salida? Desarrollando un trabajo que no les gusta. Con excesivas responsabilidades. O viviendo una relación de pareja que se ha quedado pequeña. Con unas amistades con las que sólo mantiene conversaciones triviales sobre temas de tanta importancia como donde ha cenado, o viajado, qué película ha visto?. Y, por si fuera poco, afanados en consumir. Porque uno de los mitos más extendidos en nuestra sociedad es que a más coches, casas, poder, viajes, amores, mayor índice de felicidad. Tanto es así, que toda nuestra economía está orientada a fomentar el consumo. De hecho, las mediciones de bienestar entronizan esa idea. Y así pasa un día... y otro. Y un mes, un año y muchos más. Y algunas personas no encuentran salida. Y viven sumergidas en el mar de la negatividad, centrando los pensamientos en todas las cosas que tienen y no les llenan, y en lo que les falta. Son como muertos en vida, de esos que se esconden tras las disculpas y las coartadas, mientras los años pasan inexorablemente.

La verdad es que produce pena este tipo de existencia en el planeta Tierra. Porque la vida es breve. Semeja a la gota de agua que resbala lentamente sobre una hoja, hasta que, inexorablemente, se precipita al vacío. Por eso, cada día es demasiado hermoso para desperdiciarlo. Como dice Norman Cousins, la tragedia de la vida no es la muerte, sino que nos dejamos morir por dentro mientras aún estamos vivos.

Sin duda, nuestra existencia en este mundo está plagada de hermosos acontecimientos. Pero, los que ya llevamos una temporada aquí, sabemos que no hay paz sin dificultades, descanso sin tensión, risa sin dolor, victoria sin lucha. Este es el precio que tenemos que pagar para vivir. Hace unos días, un amigo psiquiatra me decía que durante los momentos más comprometidos de la vida, si queremos descubrir la verdadera dimensión de nuestra fortaleza interior, tenemos que superarlos y crecer ante sus desafíos. Añadía, además, que es importante aprender a motivarse, ser comprensivo y generoso, tener la misma reacción tanto en los días nublados como en los soleados y no reaccionar nunca emocionalmente a lo que sucede, sino examinarlo y encontrar en cada circunstancia lo bueno que, seguramente, tiene. ¿Están de acuerdo conmigo en que vale la pena poner en práctica estas interesantes recomendaciones?