«Aleta sólo sabe que Val viaja en compañía de una hermosa princesa y vuelve enseguida a Gigia, donde un mercader se ve recompensado por la compraventa de una raudo velero costero». («El Príncipe Valiente», página del 7 de octubre de 2007)

Aleta es la reina de las islas Brumosas, esposa del Príncipe Valiente (el citado Val) y Gigia es el nombre de una antigua ciudad romana fundada en el cerro de Santa Catalina, promontorio que domina la bahía de Gijón y a la que presumiblemente dio nombre.

Por el recién editado «Príncipe Valiente. Lejos de Camelot» (Panini Cómics) sabemos que Aleta estuvo de compras en Gijón, setenta años después de que la leyenda de este caballero de la mesa redonda (siglo V) empezara a recorrer el mundo conocido y el desconocido en los suplementos de cómics de los periódicos dominicales.

La larga historia que recopila este tomo, una salida de aprendizaje de Val y el último de sus cinco hijos, Nathan, acaba con una devolución del tesoro del Rey Salomón que le lleva desde Gran Bretaña hasta África, pasando por la Hispania visigoda con paradas accidentadas en Galicia y Gijón.

«Príncipe Valiente», el cómic que gusta a los que no les gustan los cómics y ante el que los aficionados y los profesionales de este arte inclinan la cabeza con respeto, sigue publicándose cada semana en periódicos americanos. Comparado con los tiempos en que Hal Foster (1892-1982) la ideó, dibujó, escribió y convirtió en oro, nada es lo que era.

Ya no dispone de una página inmensa dentro de 3.700 periódicos desde la que lucir las 50 horas semanales de trabajo de uno de los mejores dibujantes de la historieta.

Ahora sólo sale en 300 periódicos y, en ellos, los cómics representan menos y, dentro de los cómics, los realistas son un residuo. Pero es mucho más que nada.

El tomo recién editado recopila las páginas publicadas desde el 21 de noviembre de 2004 al 18 de mayo de 2008 y presenta en España al actual equipo de «El Príncipe Valiente»: Mark Schultz y Gary Gianni.

El seguidor español recupera la lectura de la acción 10 años después de la publicación más avanzada de las aventuras (Ediciones B). Son 530 páginas de las que nada sabemos. Éste es el momento del relevo, cuando muere John Cullen Murphy (1919-2004), el autor del estupendo melodrama boxístico «Ben Bolt» y el dibujante que en 1971 empezó a dibujar las viñetas abocetadas por Foster, a partir de 1978 a realizarlas por completo (Foster escribió los guiones hasta el 10 de febrero de 1980) y en adelante quedó de único responsable del cómic. Con los años le ayudó en los guiones su hijo Cullen y su hija Mairead rotuló y coloreó las planchas. En marzo de 2004 Murphy se retiró definitivamente. Murió en julio.

El nuevo equipo, Schultz y Gianni, son dos dibujantes con estilos de referencias muy clásicas. Schultz, el guionista, lleva a Aleta a Gijón, una ciudad que conoce porque estuvo en ella dos veces y en ella recibió tres premios «Haxtur» (Mejor dibujo en 2000 por su serie «Xenozoic Tales») y al año siguiente, mejor portada (por «Star Wars. Misión Malastare») y finalista más votado. En el Salón del Cómic Principado de Asturias, que dirige Faustino R. Arbesú, coincidió en 2001 con el creador de los «fumetas» «Freak Brothers», Gilbert Shelton; el polígrafo extravagante Alejandro Jodorowski; el guionista estadounidense Roy Thomas (que trasladó «Conan» a los tebeos) y el autor español Carlos Giménez («Paracuellos»), entre otros. También conectó con el estudioso asturiano Florentino Flórez, de la organización del salón, que le montó una exposición en el Casal Solleric de Palma de Mallorca, dotada con el catálogo «Mark Schultz: out of the past», un lujo al alcance de pocos historietistas.

Mark Schultz (Filadelfia, Estados Unidos, 1955) es un dibujante prodigioso que se casó pronto, empezó a hacer cómics tarde -a los 30 años- y sorprendió con su arte minucioso y su mundo posapocalíptico. Después de años de frustrarse quería dibujar lo que le apetecía y le gustaban los Cadillacs y los dinosaurios. Alrededor de esos dos monstruos tan queridos del imaginario estadounidense hizo «Xenozoic Tales», una historieta de personajes actualizados al modo de los años ochenta y noventa y de estética e inspiración de los cincuenta. Tuvo éxito, prolongado en los años en que fue haciéndose más esperada, y expandió su estética en productos de mercadotecnia (camisetas, tazas, litografías...) y su mundo en una serie de animación.

Schultz, famoso por la lentitud de sus perfeccionistas trabajos, pasó a ser portadista, ilustrador y guionista de cómics, actividades en las que podía cumplir los plazos de una industria con prisa. Así, un dibujante de alto tallaje llegó a convertirse en el escritor de «El Príncipe Valiente», una serie que su padre le dio a leer de niño y que admiró, que en la juventud minusvaloró porque gustaba demasiado a todos y que volvió a idolatrar cuando se dio cuenta de que los dibujantes a los que seguía (los autores de la editorial EC de los cincuenta, Frazetta, Wood, Krenkel) habían mamado e intentado ser Foster en algún momento de su vida y eso impregnaba su obra.

Gary Gianni (Chicago, 1954) acabó Bellas Artes en la Academia de Chicago en 1976, trabajó para el periódico «Chicago Tribune» y ha ilustrado libros clásicos como «Relatos de O Henry» o «20.000 leguas de viaje submarino». Su estilo de texturas «pulp» (los dibujos de las novelas baratas de los años 1910 a 1940) ha conducido su carrera hacia miniseries de cómics de «La Sombra» o «Indiana Jones» e ilustraciones de personajes de Robert E. Howard («Bran Mak Morn», «Solomon Kane»).

Cuando Cullen Murphy, ya mayor, le llamó para que le ayudara con «Príncipe Valiente», Gianni conocía el personaje pero nunca lo había seguido. Cuando Murphy se retiró, su hijo, editor de la revista cultural bostoniana «The Atlantic Monthly», lo hizo también. Para él «Príncipe Valiente» era un trabajo accesorio y una forma de estar con papá. Gianni se puso en contacto con Schultz, amigo y artista al que respetaba (y con el que comparte gustos «retro») para que le diera un enfoque más «maravilloso» a la serie de la King Features Syndicate

Lo maravilloso estuvo al principio en la mente de Foster, cuando el escudero Val se enfrentaba a dragones, pero luego derivó al historicismo y, a la vez, hacia lo cotidiano. Ahora, con una escritura que imita a la clásica por sus toques domésticos, su humor suave y algunos juegos de contraste con el dibujo, se suceden el misterio del monstruo del lago Ness con el mito del tesoro del Rey Salomón, aparecen arpías y funcionan sortilegios. Se sustituyen las representaciones de la naturaleza del paisajista Foster que hicieron a Valiente cazador y descubridor por las ideaciones de arquitectura fantástica y las acciones que suceden en ellas.

En «Príncipe Valiente. Lejos de Camelot» nada es lo que era, pero todo es mucho más que nada.