2 Marcos Palicio

«Ya van tres juntos, y los que quedan». Alberto Contador se autorretrata en la dedicatoria que escribió sobre un maillot amarillo del Tour de Francia autografiado en París para Benjamín Noval. El ciclista madrileño, tres veces triunfador en los Campos Elíseos, comparte todos sus éxitos, los tres, con «mi amigo Benja», ignorando deliberadamente que su gregario de Mieres faltó al del año pasado en contra de la voluntad del campeón y por decisión de un equipo convulso por la gestión de la bicefalia entre Lance Armstrong y el de Pinto. La inscripción de la camiseta, además, confirma lo que el mierense dirá después del jefe: «Seguro que ya está pensando en el cuarto». El cuarto fue el del domingo pasado para Benjamín Noval, que nació en Mieres y vive en Puente d'Arcu (Laviana), que ha competido al lado de Lance Armstrong en dos de los Tours que ganó el texano y ya cuenta otros dos, «y los que queden», a la vera de Contador. Aquella promesa que lo ganaba todo en juveniles es profesional desde 2001, se colgó la medalla de bronce en el Campeonato de España de 2003 y es el «Toro de Mieres» desde que su fuerza impresionara a Lance Armstrong en la Dauphiné Liberé de 2004. Además de pedalear, caza. Con uno de sus perros fue subcampeón de Asturias y a veces aquí también aparece Contador, con quien comparte esta afición, además de las carreteras y las habitaciones de hotel. Los dos dejarán juntos el Astana, porque Noval sigue a la rueda del mejor ciclista del momento.

-Dos Tours ganando en el equipo de Armstrong y ahora dos con Contador. ¿Se pellizca?

-Tal vez ahora no le dé toda la importancia que tiene, pero seguro que con el tiempo, cuando me retire o pasen unos años, podré decir con orgullo que yo estuve allí, que no hay mucha gente que pueda decir que tiene cuatro tours de Francia al lado del líder. Espero no quedarme ahí y al menos igualar a Chechu (Rubiera), que lleva cinco, pero estoy muy orgulloso de haber formado parte de los equipos de Armstrong y Alberto.

-¿Le pongo en un compromiso si le hago escoger?

-No. Sin duda pondría entre los momentos significativos el primer Tour con Armstrong, el de 2004, porque fue una experiencia inolvidable. Debutar en el Tour de Francia al lado del mejor del mundo en aquella época y llegar a París con el amarillo es un recuerdo que no voy a olvidar nunca. Los que he conseguido después con Alberto tienen un valor muy especial por la relación personal de amistad que tenemos. Estás trabajando con tu jefe, pero a la vez con un gran amigo. Me quedo con los dos, pero el de 2007 tuvo ese sabor diferente porque no lo esperábamos, fue una gran sorpresa para todos.

-¿De dónde viene su amistad?

-Fue en unas clásicas belgas, corriendo los dos en el Discovery Channel en el año 2007. Empezamos a compartir habitación y a estar juntos también en la carretera por las circunstancias de la función que yo tenía que cumplir dentro del equipo, arropándole y quitándole el viento en el llano para tratar de que hiciese el menor esfuerzo posible antes de llegar a la montaña. También nos unió la caza, porque él es un gran cazador, a mí también me gusta, y así, a través de muchas conversaciones, tantas horas en la habitación y en la bici han forjado una relación muy buena.

-¿Cómo es él?

-No lo han cambiado los triunfos, me parece muy importante que conserve las amistades de toda la vida y que sea, además, una persona sincera, a la que le gusta decir las cosas a la cara, aunque se gane así muchas veces alguna enemistad. Es todo eso y noble, trabajador, muy constante, sacrificado, muy metódico en su trabajo?

-Ahora, los defectos.

-Es muy testarudo y si se le mete algo en la cabeza, hay que ir hasta el final con ello, y muy mal perdedor en los juegos de mesa. Si jugamos al billar o a las cartas y pierde, hay que seguir jugando hasta que él gana una para que se sienta a gusto.

-Aquel grave accidente en la Vuelta a Asturias de 2004 rehizo a Contador. ¿Hablan de ello?

-Nunca, pero precisamente durante este Tour le regalaron un DVD con entrevistas a varios campeones y lo pusimos en la habitación. Él iba pasando rápido algunas partes y al llegar a la que hablaba de él la imagen se detuvo justo en un plano en el que Alberto aparecía en el suelo, convulsionándose tras la caída que sufrió en la Vuelta a Asturias. Lo paró en seguida y le noté incómodo, me comentó que se le había quedado muy mal cuerpo, que hacía años que no lo veía. Pienso que sí lo tiene presente, pero no quiere revivirlo.

-La amistad no fue siempre una ventaja. ¿Cuánto le dolió quedarse sin Tour el año pasado?

-Me dolió, sí, por cómo fue. Habría visto normal quedarme fuera del Tour si no hubiese estado bien físicamente, pero aquello fue más la solución salomónica que encontró Johan Bruyneel para, sin seguir ningún criterio deportivo y basándose solamente en la relación personal que teníamos Alberto y yo, intentar que él no tuviese a su alrededor mucha gente de confianza. Eso fue lo que me dijo, que no quería gente cercana a Alberto para que no se formasen grupos dentro del equipo, por un lado los americanos y por otro los españoles. Una disculpa tonta que me sentó bastante mal, porque me había sacrificado mucho y me dolió. Es una espina que tengo ahí clavada, porque fue una decisión impuesta.

-Se apoyaron en la distancia.

-Sí. Él me defendió e hizo todo lo posible por conseguir que estuviese, pero le pedí que no se desgastase demasiado con esos asuntos, le dije que lo importante era ganar el Tour y que ya tendríamos la oportunidad de compartir otras carreras. También hay que reconocer que tuvo a su disposición un gran equipo, con grandes corredores, y al fin y al cabo yo no era una pieza indispensable. Era uno más para trabajar.

-¿Qué relación les queda con Armstrong?

-La mía es la normal de dos ex compañeros de equipo. Durante el Tour nos saludamos y hablamos algunas veces, lo normal. Con Johan Bruyneel no tengo ninguna relación, ni la necesito ni la quiero. No me interesa. Me ha demostrado que es una persona en la que no se puede confiar. Alberto y Armstrong no son grandes amigos, pero tienen una relación correcta entre dos campeones que se respetan. Con Johan, me consta que el trato es cordial, dentro de lo que han compartido, que ha sido mucho. En el fondo, también es cierto que Bruyneel es un grandísimo director, tal vez el mejor que he tenido.

-¿Cuesta mucho asumir el papel de secundario?

-Todo el que comienza en el deporte profesional tiene las aspiraciones muy altas. Es normal. Yo empecé en un equipo pequeño y conseguí algunos resultados, pero lo importante en el ciclismo es encontrar rápidamente tu sitio, hay muchos ejemplos de gente a la que le ha costado adaptarse a trabajar y al final han durado poco. Yo me di cuenta en seguida de que me tenía que limitar a trabajar para mis líderes, porque a lo mejor no tengo las condiciones físicas y mentales para ser un gran líder, y estoy muy satisfecho de mi papel dentro de los equipos. Tal vez no sea el principal y esté a la sombra, pero es importante y sé por lo que estoy aquí y por lo que me pagan. Está asumido.

-¿Cuánto ha servido el ejemplo de Rubiera?

-Chechu, además de ser un gran gregario, tuvo una carrera con muy buenos resultados. Es tal vez diferente de mí. Está más en primer plano, es un poco lo que ha sido Dani Navarro en este Tour para Alberto, son corredores que trabajan para un líder, pero que lo hacen en momentos muy importantes de la carrera, como el penúltimo o el último puerto.

-Secundarios con frase.

-Gregarios que también tienen que estar a un gran nivel para rendir en momentos casi decisivos de la carrera.

-Ha corrido junto a los mejores de las últimas décadas. ¿Qué hace para coger siempre la rueda buena?

-En estos equipos de primera fila puedes correr un Tour por casualidad, pero cuando todos los años cuentan contigo es porque haces bien tu trabajo y los directores y los líderes confían en ti. Quizá lo más difícil es llegar a esos equipos, destacar lo suficiente en uno pequeño para dar el paso al grande, tal vez mantenerse resulte más sencillo.

-¿De qué color se ve el futuro?

-Alberto ha anunciado que abandona el equipo Astana, y tenemos que esperar a ver qué decisión toma. Afortunadamente, mi futuro profesional, como el de Dani Navarro y Jesús Hernández, está ligado al suyo. Me siento tranquilo y respaldado.

-¿La lealtad es entonces otra de sus virtudes?

-Él lo tiene claro. Somos un grupo de gente en el que además de esos corredores también figuran su preparador físico, su mecánico y su masajista. Somos de su plena confianza, y él valora mucho esta posibilidad de tener a su lado a gente en la que se pueda apoyar en los momentos difíciles.

-La dedicatoria de su maillot dice claramente que vendrán más tours.

-Si él lo dice? Alberto es un corredor muy ambicioso y seguro que ya está pensando en ganar el cuarto, ya sea el año que viene o dentro de dos. Siempre va a ser protagonista en esta carrera y conseguirá algún Tour más, a lo mejor no seguidos, pero sí caerá algún otro a lo largo de su carrera.

-¿Armstrong está todavía en la luna?

-Siete y siete seguidos son muchos. Eso aún perdurará en el tiempo.

-¿Para cuántos asaltos hay combate entre Contador y Andy Schleck?

-Por detrás de ellos no viene ningún corredor que se acerque a su nivel en la montaña. Los demás tienen que mejorar mucho para superarlos. Puede ser un duelo histórico.

-¿Cómo vivió las apreturas de la última contrarreloj?

-Paseando arriba y abajo por la habitación del hotel. Antes de salir habría apostado a que Contador le habría metido, ya no tres minutos, pero sí por lo menos cincuenta segundos o un minuto. No habría imaginado que Schleck pudiese llegar a estar a dos segundos. Él estuvo muy por encima de su nivel en las cronos y Alberto también esperaba un resultado mejor. La noche antes había tenido algún problema de estómago, pero no le noté especialmente tenso.

-Samuel Sánchez se apeó del podio el penúltimo día. Tuvo que doler.

-Él sabía que Denis Menchov iba a ser un adversario muy duro para la contrarreloj, pero nadie esperaba que hiciese una etapa tan buena, que fuese el mejor de los corredores que luchaban por la general. Samuel se quedó más tranquilo al verse en los tiempos de Contador y Schleck. Su Tour ha sido espléndido.

-Viene de un Tour tranquilo, sin escándalos. ¿Agradece la calma?

-Lo agradezco yo, lo agradece el aficionado y el ciclismo. La lucha contra el dopaje es cada vez más efectiva, y los medios que se han adoptado van funcionando, lo mismo el pasaporte biológico que los controles en casa, aunque a veces son excesivamente rigurosos. Siempre va a haber algún caso, pero no todos aquellos escándalos. Hemos visto un Tour y una temporada muy tranquilos. Tampoco gozamos, por las circunstancias económicas globales, de un buen momento en el ámbito de los patrocinadores, éste es otro problema.

-¿Aquel descrédito les hizo sentirse acosados, maltratados?

-No sienta bien que tu deporte se vea perjudicado porque una serie de gente no quiera hacer las cosas bien, pero también es cierto que siempre se ha dado más repercusión a los casos de dopaje dentro del ciclismo que a los que se descubren en otros deportes. Nunca se le ha medido con el mismo rasero, aunque sea verdad que ha habido muchos casos, quizá más de lo normal. Poco a poco, no obstante, la imagen del ciclismo se está limpiando y eso se agradece.

2 M. P.

-¿Usted habría esperado a Andy Schleck cuando se le salió la cadena?

-No. Ha habido un debate intenso sobre ese asunto, pero hay que tener en cuenta que también su hermano se cayó en la etapa del pavés, la carrera iba lanzada y no se paró a esperar. Andy también tiene que reconocer que el día que sí se esperó, en la etapa de Spa, con circunstancias extradeportivas y muchas caídas, le permitió reengancharse en el Tour. De todas formas, yo creo que él tampoco criticó mucho la acción de Alberto después de tener aquel percance con la cadena. Al llegar a meta se sentía dolido, pero seguro que lo reconsideró en frío al llegar al hotel y también se dio cuenta de que no había razón para esperarle. Porque además a lo mejor no falló la bicicleta, sino que pudo haber sido él mismo quien erró al cambiar? La carrera iba lanzada y ahí nunca se debe esperar. A Alberto quizá le afectó más por la amistad que les une y porque él es un hombre al que no le gusta quedar mal, y tal vez por eso hizo también después el vídeo pidiendo disculpas. Él lo consideró oportuno y se sintió a gusto así, yo a lo mejor no lo habría hecho.

-Se esperan, se dejan ganar... ¿Están descafeinando el ciclismo?

-No me gustaría ver un ciclismo en el que las grandes vueltas tienen una gran cantidad de etapas que no se disputan. Esto es competición y hay que tener en cuenta que cuesta mucho llegar hasta ahí para no disputar una carrera. En el caso de Alberto cuando no disputó la victoria en la etapa del Tourmalet, pienso que influyó el tema de la cadena y su amistad con Andy Schleck y es cierto que hay circunstancias en las que sí se puede esperar por un corredor, pero no cuando la carrera va lanzada y hay circunstancias que se han dado toda la vida, como las caídas, los pinchazos?