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Llegar, les dicen, va a ser mucho más fácil cuando el trazado de su «Y» al fin pase por aquí, al final de un proceso largo e intrincado de retrasos y sobrecostes. En 2012, según las previsiones que hacen los últimos plazos, la nueva autovía dividirá en dos en las inmediaciones de Martimporra el itinerario que, saliendo de El Entrego, se desviará por un lado hacia la Autovía del Cantábrico en Lieres y por otro irá a conectar con la N-634 cerca de Nava. Los que ya saben que «Bimenes lo tiene todo para vivir» guardan la esperanza de que con la nueva facilidad de la comunicación esa evidencia se difunda sin afecciones significativas a los valores esenciales de la quietud y el paisaje yerbatos. Pero a lo mejor decir todo es demasiado, tercia Daniel Cueli, si se considera que al valle ya no se llega en transporte público. «Ni en tren», confirma, «ni en líneas regulares de autobús salvo una que lleva a Nava una vez por las mañanas y otra por las tardes». Él vive en Nava en parte por eso, porque sin coche su pareja no puede llegar a trabajar a Oviedo saliendo desde aquí, sabe que ahí se levanta un obstáculo -«conozco varios casos de gente que se marchó de Bimenes por eso»- y confía en que también éste lo derribe la autovía: «Cuando la "Y" esté en servicio, probablemente sea más fácil para el Ayuntamiento gestionar alguna línea hacia el centro de la región que pase por aquí».

La carretera puede ser el ariete contra aquella «barrera mental» que, a juicio de Cueli, obstruye a veces el paso hacia esta suerte de paraíso cercano que saborean los que se han quedado a vivir aquí. Herminio Vigón Díaz, «Pachín», y Orfelina Suárez Pandiella viven empeñados en conservarlo vivo, ella desde la asociación cultural El Corriellu la Pandorga», y él, en la de pensionistas y jubilados Peña Mayor. Aquí el movimiento asociativo es un modo de no perderse, destacan los vecinos, un anclaje con las enseñanzas del pasado y «una lucha permanente por la identidad» en la que están «desde niños de cuatro años hasta ancianos de ochenta», define Pandiella. En la capital del primer concejo que aprobó la oficialidad del asturiano (4 de julio de 1997), y que lleva catorce años conmemorándolo a comienzos de julio en la Fiesta de la oficialidá, se puede encontrar una escuela de música tradicional -«luchando duramente» después de perder la subvención de la Consejería de Educación-, talleres de investigación sobre cultura y trajes tradicionales, cursos de tonada y asturiano, banda de gaitas, grupo de baile... «Gente que se molesta mucho» por dejar que esto progrese sin dejar de ser lo que ha sido siempre, ese lugar cosido a su tradición hospitalaria y a su gente, además de a su paisaje.

Los recovecos de la historia esconden un motivo para justificar la potencialidad turística del entorno «mucho más que vendible» de la naturaleza yerbata. Este valle ya era lugar de veraneo de postín en los años finales del siglo XVII, cuando Jerónimo de Estrada, primer marqués de Casa Estrada, se hizo aquí un palacio con iglesia que sigue casi intacto sobre una ladera que domina Martimporra. Más de tres siglos después, Alfonso Sánchez Lorenzo, descendiente de la familia política del marqués, los Valvidares, organiza bodas y banquetes en los salones de palacio y defiende los atractivos para el mercado turístico que conserva este lugar en el que su negocio completa la oferta con catorce plazas de alojamiento en dos apartamentos rurales.

Jerónimo de Estrada, ilustre yerbato residente en Cádiz, inauguró las vacaciones en Bimenes mucho antes de la eclosión del turismo rural. Hace seis años que su residencia de veraneo ha cambiado de uso, y lo que siempre había sido vivienda privada es una máquina del tiempo de gruesos muros de piedra para celebrar eventos retrocediendo hasta el siglo XVII. Su propietario intentó «modificar lo menos posible» de la estructura original y no se queja de la marcha del negocio. Organiza entre 25 y 35 banquetes en «los años buenos» y poco a poco va dejando de tener que responder al «¿dónde está eso?» que no hace mucho preguntaban algunos proveedores al oír hablar de Bimenes. Asegura que «hay que vender el entorno; la naturaleza, la tranquilidad...». Y esta situación al alcance de casi todo y esa pizca de esta historia que en la iglesia, consagrada a la Virgen del Camino, proclama su rivalidad con los Velasco y anuncia que «ésta es la casa de Estrada, / fundada sobre un peñasco, / más antigua que Velasco / y al rey no le debe nada».

«Si vas a Bimenes, lleva pan, que cenes»

Además del paisaje, «todo autóctono, sin un solo eucalipto», que hace presumir al alcalde de Bimenes mirando a su alrededor, aquí importa el paisanaje. El carácter de aquellos que dieron motivos para que el acervo popular incorporase la certeza del ripio que promete «si vas a Bimenes, lleva pan, que cenes». En las imágenes, arriba, a la izquierda, Cándida Nava Montes se asoma a la ventana de su casa junto a su nieto Rubén Arboleya. A la derecha, Jony Ordóñez sostiene en brazos a su hijo Guillermo, con la abuela de éste, Manoli Montes, asomada a la ventana. Sobre estas líneas, a la izquierda, Luisa García y un cliente de Casa Rosario, un bar de San Julián parado en el tiempo, presidido aún por una fotografía de Franco. A la derecha, Gerardo Ordóñez, el «Mellizu», «encofrador, ganadero, carpintero...», sentado en un banco de una plaza en San Julián.