2 J. Morán

Madrid

Eduardo García-Rico (Trevías, Valdés, 1931) vivió una infancia sumergida en la tradición liberal y de izquierdas, de modo que «la política es la cuestión mayor de mi vida y la experiencia capital». Tan capital que su padre, Eduardo García Fernández, de Izquierda Republicana, fue fusilado en octubre de 1939, e igual destino corrieron sus tíos Eladio Rico, alcalde de Luarca, y José Luis Rico, socialista, fusilados en el plazo de pocos meses en la prisión gijonesa de El Coto. La última voluntad de su padre fue que su hijo Eduardo estudiara en Madrid, y así lo hizo, en el entonces recién creado Instituto Ramiro de Maeztu. Tras acabar el Bachillerato en Asturias, retornó a Madrid y comenzó a trabajar en la agencia comercial norteamericana R. G. Dun, realizando informes de personas, empresas, compañías o comercios. A la vez, se inició en el periodismo y la literatura en la revista «Umbral», y participó de la vida cultural madrileña, por ejemplo de la campaña del régimen para traer a Salvador Dalí de su relativo exilio. «Fuimos un grupo de jóvenes al teatro María Guerrero y de repente salió un hombre alto y fuerte». Era Manuel Fraga, que nada más verles les espetó: «Sois unos bellacos». Aquello «era una operación del franquismo, y Dalí, nada más llegar, declaró: "Picasso es comunista, y yo, tampoco"».

Eduardo García-Rico regresa a Asturias e ingresa como meritorio en Radio Oviedo, dirigida por Paco Arias de Velasco. Un guión radiofónico sobre la poetisa Alfonsina Storni, leído por Menchu Álvarez del Valle, le valdrá un contrato fijo en la emisora. Después, «por iniciativa de un gran periodista, Juan Ramón Pérez Las Clotas, organizamos la tertulia "Naranco"». También participa en la tertulia del café Rialto, donde José Ramón Herrero Merediz -«que realizó allí un buen trabajo político»- le capta para el Partido Comunista.

Tras una denuncia, el comisario de la brigada político-social, Claudio Ramos, le perseguirá hasta localizarle, huido, en Madrid.

«Me dejaron libre, seguramente asustados por el estado de mi enfermedad pulmonar, ya que el médico había alarmado a los agentes de la brigada de Oviedo y convencieron a los de Madrid para que se me pusiera en libertad», rememora en el presente Eduardo García-Rico. Posteriormente, formará parte de la reconversión de la revista «Triunfo», que pasó de ser una publicación cinematográfica a una de las más influyentes del tardofranquismo y la transición, con un destacado plantel de articulistas y periodistas. García-Rico también presenciará en esos años la desmembración del comunismo español. «Estuve con Líster en octubre de 1982, ante un televisor que daba el resultado de las elecciones: significaban para el PSOE el poder absoluto y desaparecía del mapa político el PCE. El general sonrió y se marchó». También colaboró «con José Mario Armero, del que era amigo íntimo, en sus esfuerzos por hacer dialogar a la derecha y a la izquierda». Estas «Memorias» de Eduardo García-Rico para LA NUEVA ESPAÑA continuarán mañana, lunes.

Pasa a la página siguiente