Saber pensar es una habilidad. Y muy importante. Actualmente, es más que sabido que la calidad de los pensamientos es determinante para la de la propia vida. Ahora bien, ¿sabemos manejarlos? Pues, a la vista de los acontecimientos, parece ser que aún tenemos mucho que aprender. De hecho, ¿se han preguntado alguna vez porque existen personas que consiguen tantas cosas sin esfuerzo aparente y, sin embargo, otras llevan una vida de constantes dificultades, sin lograr superar el mínimo contratiempo? Pues según los expertos, las primeras, además de pensar de forma correcta, han seguido estrategias y procedimientos adecuados para estimular su capacidad mental, mientras que las segundas se han dejado desbordar por pensamientos totalmente fuera de control.

Y es que, señoras y señores, los expertos hacen hincapié en que nuestra mente posee un enorme potencial y que es el medio por excelencia para ayudarnos a resolver problemas; o sea, que en nuestro interior están las capacidades que nos permiten transformar nuestra vida y tomar el control sobre ella. Además, añaden que todo pensamiento es magnético, porque emite su propia energía y que cada uno se convierte en aquello en lo que piensa habitualmente.

Por tanto, se hace necesaria la educación subjetiva de nuestras facultades y sentidos internos. Necesitamos orientarnos al encuentro de nosotros mismos, entrar en nuestro propio espacio para avanzar hacia el autoconocimiento y de ahí abrirnos a relaciones significativas con los demás. Porque es dentro de nosotros mismos donde se encuentran las respuestas que tantas veces buscamos desesperadamente en el exterior. Ahora bien, para lograr eficacia en todas las tareas que emprendemos, es necesario que aprendamos a pensar, a dirigir y manejar nuestros pensamientos, siendo conscientes y vigilantes.

Y en este punto se nos complica un poco la cosa, ya que esto requiere repetición, persistencia y constancia. O sea, autodisciplina. Y el problema radica en que muchas personas no cambian sus hábitos mentales porque no son disciplinadas. Y según los expertos un pensamiento se sustituye por otro, no por el deseo de librarse de él. Pero toma su tiempo ¿De cuánto estoy hablando? Pues de unos 21 días que es lo que tarda el caudal sanguíneo en renovarse y en impregnar todas las células del organismo de la vibración del nuevo pensamiento.

Por tanto, señoras y señores, si tenemos en cuenta que los pensamientos positivos pueden transformar nuestra vida, ¿no les parece que vale la pena intentarlo?