Las becas variaban según se fuera interno (la mayoría), mediopensionista (se quedaban a comer) o alumno externo, por lo general, de familias de Gijón. Miguel Ángel Caldevilla, secretario de la asociación de antiguos alumnos de la Laboral, recuerda que el centro proveía de bicicletas a los alumnos que iban a comer a casa para el ir y venir diario a clase. Una bicicleta a finales de los cincuenta era un lujo asiático. «Y en lo referente a las comidas... Hombre, había muchos alumnos que comían mucho mejor en la Universidad Laboral que en sus casas». «La Torre» avisaba: «Nada de remilgos a la hora de comer». Para la mayoría de los chicos el consejo estaba de más.

Y aquellos chicos crecieron. Las primeras generaciones de la Universidad Laboral ya están jubilados, o casi. La asociación de antiguos alumnos ha elaborado la primera edición del directorio de emprendedores, alumnos que son propietarios de empresas o que ocupan puestos de alta dirección. Esa primera nómina agrupa a 110 nombres, que irá aumentando en sucesivas ediciones. Los hay de todas las edades, pero, sobre todo, los que surgieron a partir de 1972, cuando comenzó la formación complementaria en estudios empresariales.

En el directorio hay variedad de sectores, desde la construcción a la alimentación, y la banca, pero hay mayoría vinculada a la fabricación mecánica, la especialidad históricamente dominante en la UL asturiana. También se prestó atención al sector agrario, fruto de lo cual fue la creación de la granja de La Llorea (actual campo de golf), que surtía de leche, huevos y carne a los alumnos internos. La cocina estaba en manos de las monjas Clarisas, y la enfermería corría a cargo de las Siervas de Jesús.

Un centenar de alumnos formaban una división -de nuevo la terminología castrense, tan de la época-, y una división estaba compuesta por tres secciones. En la Universidad Laboral había diez divisiones, y cada una de ellas contaba con un delegado de curso y dos delegados de orden. Sobre ellos, un delegado jefe. «Formarse mejor aprendiendo a mandar», decía el periódico «La Torre», cuyo primer tomo facsimilar (correspondiente a los años 1960 y 1963) ya ha sido editado, no sin apuros económicos por parte de la asociación de antiguos alumnos. Los curas aparecían lo justo en la organización de lo cotidiano. El primer rector de la Laboral fue Valentín García, jesuita que había sido condiscípulo de José Antonio Girón en el Colegio de San José, en Valladolid.

El sistema funcionó mientras las estructuras sociales de aquella España del desarrollismo se mantuvieron tal cual. El contrato con los jesuitas tenía vigencia por 25 años, pero se marcharon dos cursos antes de que expirara el plazo. A partir de 1978 la Laboral vivió su particular travesía del desierto administrativo, pasando de mano en mano: Trabajo, Comercio, Educación... La red de universidades laborales acaba en tiempos de la UCD, y en 2000 pasa a depender de la Administración regional tras las transferencias educativas.

Los guías que hoy conducen a los turistas e interesados a través de las instalaciones de la Laboral apenas mencionan un pasado que, desde la perspectiva del tiempo, más de medio siglo nada menos, conserva algo de romántico. Niños procedentes de familias muy modestas que llegaban a vivir y que afrontaban un curso de orientación e iniciación antes de comenzar a los 14 años la formación profesional: tres cursos de oficialía, con una reválida posterior. A partir de ahí, tres vías: la industria, maestría o las escuelas técnicas de grado medio. La Laboral ofertaba el curso de maestría, en distintas especialidades, dos años con reválida. También se podía cursar el Bachillerato Laboral Elemental, tres años a cuya conclusión, y tras la reválida, se podía incluso acceder a las escuelas técnicas superiores. También se ofertaban enseñanzas no regladas. No era un camino de rosas.

Aquel sistema autodefinido como de formación integral siguiendo las directrices clásicas de «mens sana in corpore sano» imprimió carácter, se nota en los rostros de aquella generación de niños, hoy abuelos. Y en las manos. La asociación de antiguos alumnos está llena de proyectos: funcionan un grupo de emprendedores y otro de docentes (unos 120 censados) y se está preparando un grupo de deportes.