La idea de crear una asociación de antiguos alumnos surge en el año 2000, con una primera reunión que se repitió, ya más numerosa, dos años después. El primer presidente de la entidad fue Alejandro César de Lera, que cedió sus responsabilidades a Antonio González Díaz en diciembre de 2007. En estos últimos años la labor fundamental ha sido hacer acopio de nombres que pasaron por las aulas y los talleres de la Laboral gijonesa. «Buscamos a la gente de uno en uno, echando mano hasta de las páginas blancas de Telefónica», explica Antonio González. Y surgió el efecto de racimo de cerezas, unos nombres «colgaban» de otros, surgieron cientos de referencias y se encontraron ex alumnos en países tan diversos como Canadá o Brasil.

Aquel centro se pasó tres décadas exportando oficiales y maestros industriales. El régimen de internado creaba vínculos más allá del convencional horario lectivo, como lo prueba el asombroso número de grupos que en varias comunidades autónomas mantienen reuniones anuales de confraternización. En Cataluña, una desde hace más de treinta años. En Durango, lo mismo, el último sábado de noviembre. En Asturias hay varias promociones que mantienen contacto anual.

La respuesta es más que positiva. «Es que aquí se han hecho muchas amistades. Aquí hubo gente que creció junta, 24 horas, 9 meses al año y hasta 9 cursos», señala Miguel Ángel Caldevilla, clases en la Laboral, ocio en la Laboral... Donde hoy se asienta el Parque Tecnológico había un campo de rugby. Todos los terrenos del actual campus universitario de Viesques eran campos de deporte. En aquellas circunstancias no era de extrañar que los equipos deportivos de la Universidad Laboral lograran resultados estratosféricos en los llamados Juegos Nacionales Escolares. En el primer equipo de fútbol de la UL jugaba de delantero un adolescente al que sus amigos conocían como Pocholo.