Oviedo

A sus 80 años, Jaime Álvarez-Buylla Menéndez es el miembro más veterano de la extensa familia Álvarez-Buylla, cuyos miembros han estado presentes de manera especial en Oviedo durante más de siglo y medio como alcaldes, médicos, docentes universitarios, militares y abogados. Jaime Álvarez-Buylla nace en 1931 y sus primeros recuerdos versan sobre el asalto al Banco de España, durante la Revolución de Octubre de 1934, o sobre el cerco de Oviedo, durante la Guerra Civil, cuando es alcalde su tío, Plácido Álvarez-Buylla López-Villamil, artillero. Al término de la contienda, estudia en el Colegio Fruela, «con un profesorado extraordinario, como José Rodríguez, Fernando Bances, José Mendoza, Martínez Cachero, Baudilio Arce, Joaquín Álvarez, César Pola o Aurelio González». Ahijado de Antonio Fernández Getino, discípulo de Cajal y titular del Sanatorio Getino, Jaime Álvarez-Buylla se inclina a estudiar Medicina. Antes, «como no se podía salir al extranjero a estudiar idiomas, a causa de la Guerra Mundial, había aprendido a tocar el piano y mi padre, abogado, me decía en casa: "Hijo, déjalo un poco que tengo que terminar de redactar esta demanda"». Lo evoca quien décadas mas tarde será presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo -desde 1999 al presente-, cofundada en 1907 por su abuelo, Plácido Álvarez-Buylla González-Alegre.

Estudia Medicina en Valladolid y la finaliza en 1955. Durante las vacaciones de la carrera hace prácticas en el Hospital Provincial, con Plácido Álvarez-Buylla Godino, primo carnal de su padre. Otro médico de la familia es Manuel Álvarez-Buylla López-Villamil, «hermano pequeño de mi padre y alcalde de Oviedo de 1968 a 1975, y que lo primero que hizo fue restaurar el busto de Clarín». Será precisamente la medicina la profesión más frecuente en los Buylla, «que llegamos a ser siete médicos al mismo tiempo, hacia 1970».

Tras ser médico en San Claudio, acude a Madrid, a la Clínica Nacional de Accidentes de Trabajo, donde se especializa en traumatología y rehabilitación del aparato locomotor. En 1958 retorna a Oviedo y es encargado de crear en el ambulatorio de la Lila el servicio de rehabilitación de la Caja Nacional de Accidentes. En 1962 creará el Centro de Rehabilitación del Hospital General de Asturias, en el que también implanta la terapia ocupacional con el apoyo económico del entonces director general de Promoción Profesional Obrera, el asturiano Torcuato Fernández-Miranda. Jaime Álvarez-Buylla relata sus «Memorias» para LA NUEVA ESPAÑA en esta primera entrega, seguida de otras dos, mañana, lunes, y el martes.