Oviedo, M. S. MARQUÉS

La domus del Chao Samartín (Grandas de Salime) ya dobla la superficie que los expertos calcularon cuando vieron asomar los primeros muros. La impresionante construcción romana que domina el castro ha centrado este verano los trabajos, que se desarrollan a buen ritmo en el yacimiento, aunque también ha habido tiempo para avanzar en el estudio de los restos antropológicos de la necrópolis medieval bajo la que se localizó la domus romana.

A medida que avanzan las excavaciones crecen los indicios que atestiguan la importante presencia de Roma al otro lado del puerto del Palo. Hace 2.000 años el castro del Chao Samartín debió de ser un enclave lo suficientemente privilegiado como para que las tropas romanas decidieran asentar allí su centro de coordinación. Algunas décadas después, a mediados del siglo I de nuestra era, ese núcleo que se desarrolla bajo la tutela militar va a dar paso al nacimiento de una aristocracia local, la que en su máximo nivel ocupó la villa romana (domus) que estos días desentierra en la ladera norte del yacimiento el equipo arqueológico que dirige Ángel Villa.

La campaña, iniciada el pasado mes de julio, ha permitido excavar una amplia extensión de terreno bajo la que se ocultan los muros de una casa sin precedentes en la zona. Si ya fue sorprendente el hallazgo de los primeros restos, columnas y capiteles incluidos, que hablaban de una destacada residencia en un lugar donde hasta entonces lo habitual eran cabañas castreñas, más asombroso está resultando el hallazgo por dimensiones y calidad a medida que los trabajos avanzan y dejan a la vista el pasado del Chao.

Atrio trasero

Si en un principio los arqueólogos consideraron, a partir de los primeros restos, que la domus podría alcanzar los 300 metros cuadrados de superficie, ahora ya saben que la planta duplica esas medidas. Las excavaciones realizadas este verano, en las que trabajan una docena de estudiantes y licenciados de las universidades de Oviedo y Oporto, además de cuatro arqueólogos y otros técnicos y operarios, han profundizado casi un metro en algunas zonas que aún permanecían enterradas. Han llegado a la parte superior de los muros, en los que ya pueden apreciarse restos de las pinturas que cubrían las paredes.

La tipología de esos frescos es otro de los hallazgos de interés por la riqueza de motivos y la perfección de las técnicas utilizadas. En la parte de la domus excavada en anteriores campañas se habían podido localizar fragmentos de pinturas procedentes de los derrumbes de los muros, lo que suponía una dispersión que hacía muy complicado reconstruir el puzle de las pequeñas piezas recuperadas. Ahora la presencia de pinturas que se conservan en los muros que se van desenterrando va a permitir conocer con más detalle el modelo de residencia desde la que se dirigió durante varias décadas la vida en el poblado del Chao Samartín.

La planta de la domus tal como se aprecia en la actualidad corresponde al modelo altoimperial del siglo I. La estructura que se va perfilando día a día muestra una casa con atrio desplazado a la parte trasera, numerosas estancias distribuidas en torno a un patio columnado, todas ellas calefactadas tanto en las plantas superiores como en las inferiores, y zonas termales.

Estas características, junto a las imponentes dimensiones de la vivienda y los potentes muros que la sustentan, vienen a confirmar el alto estatus de la familia que se instaló en ella. Estos mandatarios disponían de los suficientes medios para poder contar con artistas llegados del exterior que se ocuparon de la decoración.

Ángel Villa está convencido, además, de que la domus del Chao ejerció como foco emisor de usos y costumbres para los habitantes de la zona. En el resto de las construcciones del poblado los arqueólogos han podido observar cómo a partir de la instalación de esta residencia señorial las construcciones de la zona comienzan a imitar formas propias del mundo romano.