Oviedo, P. R.

Dicen sus amigos que Asunción Carandell, Chon para los íntimos, maestra tardía, era la roca en la que se apoyaba José Agustín Goytisolo. Los dos tenían huellas de infancia. Ella suele contar que, cuando nació, su madre la dejó llorar quince días sin cogerla en brazos y eso la convirtió en una niña triste. Él perdió a su madre, Julia Gay, en un bombardeo al inicio de la guerra civil y fue también un niño apenado. Su padre parecía reprocharle la muerte de un hermano mayor. «Cuando yo era pequeño / estaba siempre triste, / y mi padre decía, / mirándome y moviendo / la cabeza: hijo mío, / no sirves para nada», escribió el poeta. El matrimonio tuvo una única hija, Julia, a quien su padre dedicó «Palabras para Julia».

-¿Por qué le gustaba tanto venir a Oviedo a José Agustín Goytisolo?

-Empezó a tener muy buena relación con Lola Lucio y Juan Benito Argüelles y luego se enamoró de Oviedo y de Asturias. Venir aquí le daba tranquilidad, venía con ganas.

-¿Cómo es la poesía de José Agustín Goytisolo vista por su esposa?

-No la veo como experta, la veo como vivencias que él tenía. José Agustín se había dedicado a la construcción, a la arquitectura, escribía sobre las vivencias de personas que no tenían nada que ver con la literatura. Su mérito está en que parecen poemas espontáneos y no era así, él los trabajaba mucho.

-¿Cómo era su proceso creativo? ¿Se encerraba a escribir?

-Nunca escribía sentado, caminaba, iba por la calle y de pronto se le ocurría un poema, escribía a mano en general .

-¿Cuál es su poemario favorito?

-Sin duda, «Salmos al viento», para mí es un referente.

-¿Por qué?

-Nos habíamos casado hacía poco tiempo, estábamos trabajando, no teníamos apenas dinero, pasábamos incluso frío en nuestra casa. José Agustín se metía en la cama y escribía, tenía mucha vitalidad.

-Carme Riera dice que era una de las personas más generosas que ha conocido.

-Era muy generoso, no tenía envidia de ningún poeta que fuera mejor que él, creo que ella se refiere sobre todo a este aspecto de su personalidad.

-¿De su círculo de amigos a quién consideraba su esposo mejor poeta?

-Le gustaban mucho Gil de Biedma y Ángel González. Durante épocas largas nos reuníamos en casa de Carlos Barral, allí discutían, hablaban sobre todo de política. Ángel González se unía al grupo cuando iba a Barcelona, podría decirse que estaban unidos por los mismos intereses.

-¿Le echa de menos?

-El año que viene se cumplirán diez años de su muerte. En los primeros tiempos estaba muy desorientada, en estos últimos años que me he puesto a ordenar viejas fotografías, cuando las veo me entran ganas de llorar.