«En Asturias tiene que haber una escuela de artes visuales, de periodismo o de arquitectura. Es una comunidad pequeña, pero la haremos más pequeña si no contribuimos a enriquecerla», aseguró Rosina Gómez-Baeza, directora del Centro de Arte de la Laboral y durante dos décadas de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid (Arco).

Gómez-Baeza participó en la mesa redonda organizada por Tribuna Ciudadana «El mercado del arte en Asturias: una reflexión», celebrada el viernes en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, y en la que también participaron el historiador del arte Juan Carlos Aparicio Vega, como moderador de la mesa; el artista Bernardo Sanjurjo; la artista Alicia Jiménez, coordinadora del espacio de arte gijonés El Hervidero; Luis Hernando Hervás, director de la galería Vértice; Pepa García Pardo, artista plástica y colaboradora en el departamento de programas educativos en los museos Piñole y Jovellanos, y Alfonso Toribio, presidente de Tribuna Ciudadana.

Al inicio de la mesa redonda, Alfonso Toribio expuso una recopilación de artículos recogidos en la prensa para situar «el boceto del debate». El arte como objeto con valor económico; la elevada inversión de capitales en el mercado artístico; los centros de liderazgo en este mercado, como Francia, Londres y Nueva York, o el papel del Estado como coleccionista y ordenador del arte fueron algunos de los asuntos que propuso. Juan Carlos Aparicio hizo una breve reseña sobre el negocio del arte en Asturias desde el siglo XIX hasta la actualidad y habló de lo que pasa desde que la obra sale del estudio hasta que llega a los museos, a los coleccionistas privados y al espectador. Bernardo Sanjurjo quiso señalar durante su intervención que la preocupación del artista debe ser «el encuentro consigo mismo», ya que argumentó que esta identificación es necesaria para que la obra tenga sentido. «Para mí éste es el punto fundamental en el que gira mi vida, y todo lo demás es secundario», afirmó.

Por su parte, Luis Hernando Hervás aseguró que la labor del galerista es ser receptivo, seleccionar libremente la obra de arte y ser promotor de la misma. «La galería es en muchas ocasiones una de las grandes incomprendidas», confesó Hervás. Asimismo, indicó que las galerías tienen que «dignificarse y ser una empresa de interés cultural».

Un punto de vista distinto fue el que Pepa García abordó en la mesa. Al trabajar en el departamento de programas en el Museo Piñole y en el Museo Jovellanos, ella introduce a los más pequeños en el mundo del arte. «Creo que el proceso creativo es un generador de estímulos, el arte sana, alegra, confirma y afirma la identidad, y, a su vez, da instrumentos técnicos para entender el mundo en el que vivimos», manifestó la especialista.

«La creatividad puede cambiar el mundo en el que vivimos», afirmó Alicia Jiménez, para señalar uno de los objetivos que El Hervidero persigue. Explicó que en este espacio se enseña a la gente a apreciar el arte contemporáneo en cuanto a niveles estéticos y de función social. Incluso, Jiménez reveló que por medio de talleres y cursos se busca que la gente entre en relación directa con el artista por medio del diálogo. «Vamos a intentar si realmente no tenemos estructuras, crearlas y hacer propuestas», instó la artista.

La última intervención corrió a cargo de Rosina Gómez-Baeza, que, entre diversos puntos, trató la cuestión sobre el patrimonio artístico contemporáneo y señaló que en España no se ha cuidado la creación de éste, «porque asusta a museos y a instituciones». Otro de los aspectos que abordó en el coloquio fue «la carencia» en cuanto a formación artística que tiene Asturias, y subrayó que «el arte y la creación en general es signo de los pueblos avanzados». Finalmente, Rosina Gómez-Baeza exhortó a que la Universidad de Oviedo amplíe, «como ya lo está haciendo», la oferta y estudios en cuanto al arte contemporáneo se refiere.