Oviedo, Elvira BOBO

«Si escuela y familia caminan en direcciones diferentes, el resultado será desastroso. Son las fuerzas educadoras fundamentales y sólo si se combinan, la sinergia será favorable», aseguró ayer Jesús Beltrán Llera, presidente de la Asociación Nacional de Psicología y Educación, durante la presentación del V Congreso Internacional Psicología y Educación que se celebra en Oviedo.

El encuentro, dedicado a «Los retos del futuro», reúne en el auditorio Príncipe Felipe a más de 800 expertos de diversas nacionalidades, tanto europeas como norteamericanas e iberoamericanas que abordarán hasta el próximo día 25 asuntos como la violencia escolar, el consumo de drogas, la superdotación, la inmigración -un 14 por ciento de la tasa escolar- y, desde luego, las relaciones entre familias y centros escolares.

Y es que, según los expertos, nuestra sociedad es cada vez más compleja, los padres se encuentran cada vez más inseguros ante la educación de sus hijos y sus propias experiencias ya no les sirven para abordar su educación. Por ello muchas veces acaban delegando demasiado en los centros escolares. Sin embargo, «los padres siguen siendo los arquitectos de los sentimientos humanos, y sin ellos, los profesores no pueden construir», recordó Beltrán. Pero, ¿cuáles son esos cambios sociales que hacen tan complejos los retos de la educación en la actualidad? Julio Antonio González-Pienda, presidente del congreso, dio ayer algunas claves: «Se han relativizado los valores del respeto y del buen uso de la libertad, se ha pasado de un exceso de autoritarismo a una extrema permisividad», aseguró. Además, la capacidad de consumo de los jóvenes aumenta -algunos cobran pagas superiores a las pensiones mínimas- algo que, unido al «boom» de las nuevas tecnologías en forma de chats, Messenger, móviles o e-mails, sumergen a los padres en nuevos parámetros que no controlan. Y no sólo se trata de nuevas herramientas, sino de cambios de valores, -señaló González-Pienda-, de manera que la experiencia ya no les sirve. «Los padres pierden seguridad a la hora de tratar a sus hijos y éstos lo perciben como permisividad», añadió.

El desarrollo de las tecnologías y el cambio de valores están, según el presidente del encuentro, en estrecha relación con otro de los problemas fundamentales que se abordarán en el congreso: la violencia en los centros escolares. Y es que, según González-Pienda, antes se distinguía entre el juego y la realidad y hoy, la violencia «se toma como un caso más de juego lúdico y es motivo de mofa», señala refiriéndose a los casos de agresiones que luego son grabadas en teléfonos móviles.

Aunque, según González-Pienda, sólo un 13 por ciento de los centros tiene problemas de este tipo y el número de casos ha disminuido, la violencia escolar ha visto modificadas sus formas: «Antes era contra objetos -farolas, bancos, papeleras-, ahora es contra las personas». ¿La solución? Para él, «un centro con buena organización y buen uso de la libertad en el que la violencia no tenga cabida», aseguró. Gerardo Fernández, inspector de educación y profesor tutor de la UNED, aseguró, en su ponencia sobre resolución de conflictos en la escuela, que el más conveniente sería una mezcla entre el modelo sancionador tradicional y un modelo relacional que favorezca la negociación entre las partes. La figura del psicólogo cobra entonces gran importancia tanto en la escuela como en la relación con los padres, según señaló Peter Farrell, presidente de la Asociación Internacional de Psicólogos Escolares y especialista en trastornos de aprendizaje de la Universidad de Manchester. «Desde los ochenta se ha incrementado el número de psicólogos especialistas en educación, pero aún así siguen siendo muy demandados internacionalmente, ya que son los que tienen las herramientas específicas para ayudar», añadió.

El consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, indicó que este milenio está asociado a una profunda transformación social que «hace más compleja la tarea de educar».

Desde luego, nuevos retos y una receta básica: «Hay que enseñar a hacer buenas preguntas, a ser curiosos y flexibles», subrayó Beltrán.