Oviedo, Eduardo GARCÍA

-Un compatriota de Shakespeare convertido en el gran experto en Cervantes. ¿No es como una traición a la patria?

--Yo no lo veo así. Los ingleses adoptaron a Cervantes ya en el siglo XVIII y «El Quijote» se convirtió para ellos en un libro tan familiar como cualquier obra de William Shakespeare. Cervantes era casi, casi un autor británico.

-¿Eran capaces los ingleses de 1700 de leer «El Quijote»?

-Se perderían muchos matices, pero eso mismo les ocurría también a los españoles de la época. Pero el humor de Cervantes y su elegante ironía claro que llegaban a la gente.

Anthony Close estuvo ayer en Oviedo presentando el libro de Emilio Martínez Mata, profesor de la Universidad de Oviedo, «Cervantes comenta "El Quijote"». El acto estaba organizado por la Cátedra Emilio Alarcos.

-¿«El Quijote» es un milagro?

-Tiene algo de ello. Sigue siendo el libro más relevante de todos los tiempos y es verdad que esa capacidad para aportar cosas a lectores durante cuatro siglos es algo milagroso.

-¿Cuándo lo leyó por primera vez?

-Tendría doce años. Aún conservo el libro, ya muy gastado, que fue un premio de fin de curso. Era una edición de Martín de Riquer, de la editorial Juventud, de 1947.

-En castellano.

-Sí. Yo nací en Shanghai cuando era colonia británica. Tras la invasión japonesa mi familia tuvo que marcharse, vivimos en varios países, entre ellos Chile y Argentina.

-¿Cuánto pierde "El Quijote" cuando se lee traducido?

-Me consta, por experiencia propia, que mucho de Cervantes es intraducible. Yo he fracasado muchas veces. ¿Cómo traducir los refranes trastocados de Sancho Panza, por ejemplo? Y, a pesar de todo, ¿cómo explicar que El Quijote siga disfrutando de un éxito rotundo en todo el mundo?

-Se lo pregunto.

-Quizá porque los juegos de palabras en «El Quijote» no son lo esencial, sino un maquillaje que realza la hermosura del rostro.

-¿Cervantes es una víctima de «El Quijote»?

-Sobre Cervantes hay mil teorías. A finales del siglo XIX se creía que era un ser intelectualmente muy superior, olímpico, un titiritero que movía como nadie los hilos de sus personajes.

-Unamuno dijo que Cervantes fue un tonto genial.

-Don Miguel tenía un fino sentido del humor. Yo creo que lo dijo medio en broma y otros se lo tomaron muy en serio. Es, en todo caso, una teoría falsa.

-Pero, ¿Cervantes fue consciente de la maravilla que tenía entre manos?

-En la dedicatoria al segundo Quijote escribe: pronto no habrá idioma al que no se traduzca mi libro. Muere pobre, pero saboreando su fama internacional. Y muere, por fin, convencido de que «El Quijote» era su mejor libro.

-¿Qué pensaron del «Quijote» los coetáneos de Cervantes?

-Para aquellos primeros lectores «El Quijote» fue un libro brillantemente divertido, quedaron deslumbrados pero no le vieron trascendencia alguna. Encontrar los matices más refinados llegó mucho después.

-¿Cuál es el secreto de la grandeza de Cervantes?

-Posiblemente su enorme capacidad de comprensión. Cervantes es casi el único escritor del Siglo de Oro capaz de ver el haz y el envés de las cosas. Lo demuestra con el personaje asturiano de «El Quijote», por ejemplo.

-Maritornes.

-Sí. A la tabernera Maritornes se le pueden reprochar muchas cosas pero no que no tenga bondad de corazón. Es la que da de beber a Sancho Panza, tras ser manteado, un jarro de vino que paga de su propio bolsillo.

-Me imagino a Miguel de Cervantes como un hombre básicamente bueno.

-De acuerdo. Su capacidad de comprensión le viene de su cautiverio en Argel. Es impresionante la manera en que se niega a emitir juicios tajantes sobre moros y judíos. Infieles, sí, pero capaces de bondad. Sabe ver matices en los comportamientos humanos.

-Don Quijote también es todo bondad.

-Dice de él Sancho Panza: tan inocente que un niño le haría creer que es medianoche a mitad del día. Bondad e ingenuidad.

-Usted dijo: «Don Quijote alza el vuelo del plano cotidiano hacia un más allá de ideales subjetivos».

-Es lo que representaba el personaje para Ortega, el ideal en conflicto con lo real; un anhelo destinado a un trágico fracaso.