Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Ramón Quirós tomó la palabra. Pero al grito de «¡Consejero, dimisión!», sazonado con pateos a medio gas, varias decenas de los presentes interrumpieron su discurso. A continuación, uno de ellos dijo en voz alta: «El que esté de acuerdo con su gestión, que se quede; y al que no, le invitamos a abandonar la sala con nosotros». Y dos tercios largos del público congregado en la sala de cámara del auditorio Príncipe Felipe de Oviedo abandonó el recinto.

Fue evidente el protagonismo de miembros del Sindicato Médico (SIMPA), entre los que figuraban su secretario general, José Luis Sánchez Barbero, y el responsable de atención primaria, Carlos Fernández Moro. El boicot estaba cantado desde tiempo antes. De hecho, los organizadores del I Congreso asturiano de medicina familiar y comunitaria habían hecho llegar al consejero de Salud el mensaje de que, dado el progresivo caldeamiento del ambiente entre los médicos de atención primaria en los últimos días, tal vez sería preferible que no compareciera en el acto de inauguración. Como telón de fondo, la imposición a todos los facultativos de los centros de salud urbanos, por parte del Servicio de Salud del Principado (Sespa), de que comiencen a hacer guardias por las tardes. Y más de fondo, aunque no de manera inmediata, que comiencen a realizar algunas jornadas de tarde.

No se arredró Quirós, pese a que no ignoraba lo que podía esperarle en un evento que, en cualquier otra circunstancia, sería tediosamente protocolario. Acudió, eso sí, escoltado por el equipo directivo del Sespa. Y pronunció, sin papeles, un discurso en el que dio nuevas pruebas de su capacidad de mantener el tipo: 25 minutos de exposición en un tono tan sosegado como incisivo, plagado de diagnósticos y de pronósticos, muy en el tono que tanto parece irritar a determinados colectivos de profesionales sanitarios.

El titular de Salud reiteró una idea que había puesto en circulación tiempo atrás, pero que en las últimas semanas, marcadas por una inusual discreción, había pasado a segundo plano: el sistema sanitario asturiano -indicó- «necesita reformas profundas y va a haber que tomar decisiones impopulares». Finalizado el acto, y a preguntas de los periodistas, incidió en esta misma aseveración, pero no quiso entrar en detalles. «De una en una», indicó en relación a las mencionadas medidas.

Quirós respondía así a otro medido discurso, pronunciado por Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria (SAMFYC). Intervención que ofrecía un ingrediente adicional: el doctor Tranche fue años atrás gerente de atención primaria del área sanitaria de Oviedo con gobiernos del PSOE. El dirigente de la SAMFYC estuvo tan correcto como contundente: «Usted, señor consejero, pertenece a un gobierno que en los últimos años ha sido un desastre para la atención primaria, un gobierno vacío y ausente cuya única política ha sido la construcción de nuevos equipamientos y nada más». Luego, un gesto de distensión: «Nunca hemos dicho que nos negábamos a hacer guardias».

De otro lado, ayer se materializaron nuevas dimisiones de coordinadores de los centros de salud de Oviedo en señal de protesta contra la imposición de guardias. Quirós anunció la intención de su Departamento de crear, como alternativa, «una figura que esté más cerca del proyecto de la Administración, con más autonomía de gestión». El consejero negó que pueda hablarse de «comisarios políticos».