Oviedo

Cocineros a la gresca. La entrega de un premio, un acto que en pura lógica suele contener mucha diplomacia y poca virulencia, se convirtió anteayer en un ataque más conceptual que personal, al que seguramente habrá respuesta. Santi Santamaría, uno de los grandes nombres de la gastronomía española, calificó de «fraude» culinario los experimentos de muchos colegas que, dijo, en vez de cocinar «colorean» los platos. Santamaría, colaborador habitual en el «Magazine» de los domingos en LA NUEVA ESPAÑA, chef del restaurante catalán Can Fabes, con tres estrellas Michelín, recibía en Madrid el «Premio de Hoy» de ensayo por su libro «La cocina al desnudo». Santamaría denunció el uso de productos químicos en la oferta gastronómica de calidad y, en concreto, se refirió a la metilcelulosa, un producto que, dijo, está en la cesta de la compra de muchos de sus colegas más renombrados. Todos pensaron en Ferran Adrià, otras tres estrellas Michelín. «Le tengo un enorme respeto, pero también tengo con Ferran un divorcio enorme, conceptual y ético. Va en una dirección contraria a mis principios».

Santamaría denunció el «todo vale». «Los consumidores exigimos saber qué es lo que comemos». Santamaría habla claro y asegura que por esto mismo acaba «silenciado y excluido»: se ha quedado fuera del programa gastronómico del Pabellón de España de la Expo de Zaragoza. Su pecado, haber dicho cosas del gremio como que «somos una pandilla de farsantes que trabajamos para distraer a snobs y estamos vendidos a la puta pela».