Oviedo, Diana DÍAZ

«El "Príncipe" de las Artes ha reafirmado hondamente en nuestro corazón el compromiso de seguir adelante, con tenaz empeño, al servicio de la infancia de Venezuela e Iberoamérica, consagrados íntegramente, como educadores y artistas, a la causa imperecedera de su juventud». Así recibía el galardón José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, según el comunicado oficial transmitido a los medios de comunicación.

Con la música como herramienta, la Fundación Estatal para el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles (FESNOJIV) construye una red latinoamericana de excelso compromiso social. Hace treinta y tres años, Abreu fundaba las primeras modestas agrupaciones en Caracas, Maracay, Barquisimeto y Valencia, con medios precarios pero con sólidos principios. El proyecto abraza 250 formaciones sinfónicas y otras corales, que implican a 265.000 jóvenes intérpretes de 24 provincias de Venezuela. Como recogía Abreu en su comunicado, en la esencia del Sistema de Orquestas «se inserta una estrategia de participación, capacitación, prevención y rescate de jóvenes y niños en y por el arte».

La experiencia comunitaria y los modelos que se desarrollan a través de la música se traducen en la realidad social, según la filosofía de este proyecto, que ha calado en la música internacional. Abreu defiende que «la misión del arte en la nueva generación trasciende el horizonte de lo estético, para proyectarse vigorosamente sobre el amplio dominio que abarca desde la formación humanística integral de la personalidad hasta la plena inserción del joven y del niño en una vida social constructiva, fecunda y ascendente».

Más allá de las fronteras de Venezuela, el proyecto, que ha sido reconocido por la UNESCO, alcanza convenios con 23 países y se vuelca en el intercambio de maestros y jóvenes. «Llegar a miles de niños no está reñido con la aspiración a la excelencia que rige nuestro sistema desde su base», afirmaba Abreu en una entrevista concedida a LA NUEVA ESPAÑA el pasado enero. Su visita a Oviedo respondía al concierto, el día 24 de ese mes, de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana «Simón Bolívar», celebrado en el auditorio Príncipe Felipe. Al frente de la formación que corona la red sinfónica estuvo el magnético director Gustavo Dudamel, salido de las filas del proyecto venezolano. La FESNOJIV retroalimenta su iniciativa con los músicos formados en su seno, que pasan a encabezar el proceso formativo, y los nuevos componentes. La herencia metodológica del sistema es otro rasgo que diferencia al proyecto y le asegura su renovación y continuidad.

Tras el estreno de la pionera Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, en el Kennedy Center de Washington, las formaciones del Sistema han llegado a todo el mundo, desde los escenarios más modestos hasta las insignes salas, la sede de las Naciones Unidas de Nueva York o ante el Papa Juan Pablo II. Prestigiosos directores como Claudio Abbado, Zubin Mehta o sir Simon Rattle, o solistas de renombre como Plácido Domingo, Mstislav Rostropovich o Alicia de Larrocha han hecho foso en el nivel y el prestigio del sistema orquestal venezolano, que impulsan quince mil profesores de distintas nacionalidades. En el ámbito de la música asturiana, Maximiano Valdés, director titular de la OSPA, caló en el ánimo del proyecto de Abreu. «Valdés fue el primer gran director que nos tendió la mano; dirigió uno de los primeros conciertos», relató para LA NUEVA ESPAÑA Abreu.

El acceso pleno a la educación musical es el último objetivo. El coste de los instrumentos y de la enseñanza hacía inaccesible la música a buena parte de la gente. «Aunque las escuelas musicales en Venezuela han sido siempre gratuitas, el coste de los instrumentos sólo era abordable desde una iniciativa del Estado», señalaba Abreu, quien ha visto realizado su sueño de que «la pobreza material comience a ser vencida por aquella sublime riqueza espiritual que germina en y por la música».