«Los profesionales están poco motivados, excesivamente presionados y mal pagados. Es necesario reformar el modelo salarial y la jornada laboral. La carrera profesional simplemente ha consolidado años de servicio a la empresa, pero no ha matizado los aspectos fundamentales. Existen problemas de planificación y gestión, que vienen de lejos, y se aprecia una falta de diálogo con los profesionales. El anterior consejero, Rafael Sariego, inició su mandato planteando la ampliación de la jornada a las tardes, pero esta idea no prosperó, supongo que por motivos económicos. Que el actual consejero, Ramón Quirós, achaque los males al bajo rendimiento de los trabajadores implica falta de autocrítica, porque el PSOE gobierna desde hace muchos años».

«¿Qué está sucediendo con la sanidad asturiana? ¡Eso nos gustaría saber a los auxiliares de enfermería! Las sensaciones que percibimos desde nuestra inclemente realidad cotidiana nos hablan de unidades rebasadas por el trabajo, categorías infravaloradas y paupérrimamente retribuidas, cierto tufo a privatizaciones interesadas, deshumanización, usuarios enojados, urgencias colapsadas, camas cerradas, listas de espera injustificadas coexistiendo con peonadas en tardes, legiones de cargos inoperantes, arrogancia en el trato al "inferior", incompetencia e improvisación para salir del paso? es decir, una sanidad "muy enferma", la cual en sus estertores abusa y exprime a la "tropa de chicas/os para todo" que son los auxiliares de enfermería».

«Nuestro sistema sanitario presta un servicio de calidad, y así lo reconocen los ciudadanos en todas las encuestas. Trata bien al profesional, pero no le incentiva. Carece de liderazgos que basen la gestión en "evidencias y eficiencias" y de mandos intermedios profesionalizados. Se le somete a un estado de confrontación continua y mediática que bloquea a los gestores, ocupados en apagar fuegos y no en liderar el avance del sistema; desgasta a los profesionales y los sume en un pesimismo paralizante y retroalimentado; y los deslegitima ante muchos ciudadanos que difícilmente entienden ciertas reivindicaciones. La tensión permanente dificulta superar un modelo medicalizado, caro, obsoleto y rancio, y una estructura organizativa esclerosada».

«El título del diagnóstico bien podría ser: "De la revolución Quirós hemos pasado al caos Quirós". ¿Razón de fondo? Que no existe un proyecto sanitario definido ni una concreción de para qué ni cómo se plantean las medidas reorganizativas, más allá de generalidades y eslóganes repetitivos. Esa indefinición provoca, entre otros efectos, permanentes bandazos políticos, propuestas contradictorias y sucesivos anuncios y desmentidos. A esto se añade la falta de una estrategia definida para establecer alianzas con los profesionales y organizaciones más comprometidos con el sistema público que permitan implantar medidas de mejora. Es necesario practicar más el diálogo y la negociación, y menos el monólogo y la prepotencia».

«El tema central es el replanteamiento de la carrera profesional, que, lejos de resultar un instrumento de desarrollo del sistema sanitario público -como muchos creíamos que debió plantearse desde el principio-, ha resultado una subida de sueldo encubierta y una ayuda a la vejez. Los conflictos de intereses y las tensiones deberían encauzarse por esa vía. Lo que los gestores estimen como necesidades y el replanteamiento de la funciones han de ser valoradas y reconocidas como compromiso con el sistema sanitario dentro de la carrera profesional. Por ahí entrarían todas las decisiones administrativas y políticas. El instrumento para mejorar la sanidad y evitar muchos conflictos está ahí. Que lo usen. Además, responsabilidad y ejercicio de silencio para los que están creando desconfianza hacia nuestro trabajo».

«La sanidad asturiana se encuentra en una encrucijada. Si a nivel general funciona de acuerdo con unos parámetros de calidad más que aceptables, comienzan a aparecer nubarrones a corto plazo debidos, sobre todo, a la falta de recursos que permitan enfrentarse a los retos del Principado. Se necesitan más recursos tanto financieros como de personal para dar respuesta al crecimiento de la demanda de servicios debido, entre otras causas, al paulatino envejecimiento de la población y a la implicación de las nuevas tecnologías. Además, la escasez de plantillas de médicos y enfermeros hace necesario que se incrementen estos recursos humanos y se dé cumplimiento a las directivas de organismos internacionales como la OMS, lo que influirá en la calidad de los servicios hospitalarios y de atención primaria».

«A diferencia de lo que ocurre en otras comunidades, como Madrid y Valencia, en nuestra región no existe una privatización de la gestión sanitaria. En Asturias se viene destinando mucho dinero a la sanidad pública mediante la mejora de las retribuciones de los profesionales -por cierto, sin nuevas contraprestaciones- e inversiones en tecnología y equipamientos como el nuevo Hospital Central. Ahora bien, lo que la sanidad asturiana necesita es que los profesionales se impliquen más en mejorar su funcionamiento (reducción de listas de espera, facilidad de acceso de los usuarios?), racionalizar el gasto farmacéutico y potenciar políticas intersectoriales de prevención. Y para alcanzar estos objetivos debería existir una real participación ciudadana».

«Los desequilibrios que presenta nuestro sistema sanitario, agudizados por la crisis a la que se ha conducido desde la Consejería a la atención primaria -un conflicto sin precedentes, que puede devenir en graves consecuencias-, y otros problemas crónicos bien identificados (las inacabables listas de espera, la ausencia de política farmacéutica, el raquitismo de la salud pública o la debilidad del proyecto del nuevo Hospital Central?) expresan la necesidad de cambios políticos y organizativos en el conjunto del sistema y no sólo en un sector. Cambios que tienen que sustentarse en proyectos definidos con capacidad de diálogo y consenso con los profesionales, actores reales del sistema. Justo lo contrario de lo que estamos viviendo en esta legislatura. No es posible avanzar sin contar con los profesionales y los ciudadanos».