Oviedo, E. G..

Dice el dicho popular que todo lo que sube, baja. Así lo acepta el personal masculino, muy a su pesar. Al revés pasa lo mismo, o casi: todo lo que baja, sube. En el ejemplo de las «dietas milagro», es lo que se llama el «efecto yoyó» que consiste en que se gana más peso del que se tenía antes de iniciar alguna de estas dietas. El organismo trata de recuperar el peso perdido y lo hace de una forma muy sutil y eficaz, aumentando el apetito.

Lo explicó la catedrática de Fisiología de la Universidad de Oviedo Ángeles Menéndez Patterson en la conferencia que ayer dio en el Aula Magna del edificio histórico. «Las "dietas milagro" no existen», dijo. Éste es el punto de partida. «Adelgazar sin esfuerzo es imposible», la segunda premisa. «Cuesta mucho trabajo quemar calorías», como tercer elemento que no admite controversia. «No hay alimentos malditos», decía Grande Covián y recordaba ayer Ángeles Patterson, quien puso en la picota esas dietas de nombres exóticos (la dieta del buen humor, la del espagueti, la de la alcachofa, la Atkins, la del arroz integral, la del vinagre o la del pomelo). El colmo de la imaginación es la dieta de la luna, basada en la teoría de que nuestro satélite no sólo controla las mareas sino también nuestra retención de líquidos y digestión.

Unos 1.600 millones de personas sufren sobrepeso (400 millones de ellas, obesidad). En el 2015 las cifras pueden llegar a los 2.300 millones. Estamos ante la segunda causa de mortalidad prematura y evitable en el mundo tras el tabaco. Las «dietas milagro» se basan en cuatro calificativos: nueva, mágica, revolucionaria y famosa, pero la catedrática de Fisiología asegura que nada es más eficaz que el «coma menos, muévase más». Bajamos medio kilo de grasa cortando leña diez horas. Restar las calorías que nos suponen dos refrescos equivale a 5 kilómetros andando a paso rápido. Esto no es fácil, pero las dietas mágicas nos quieren hacer creer lo contrario. «La gran mayoría de ellas tienen menos del 80% de las recomendaciones de vitaminas y minerales de la OMS», señaló Menéndez Patterson, quien puso sobre aviso: «Más allá de un mes de llevar a cabo una dieta por debajo de las 1.800 calorías diarias puede crear ya problemas de déficit de vitaminas». Nos jugamos la salud.