Oviedo, E.G.

Vanessa tiene 23 años y Miriam, 34. Son ovetenses y personas sanas pero estuvieron a punto de dejar de serlo si hubieran insistido en sus dietas milagro. Tienen sobrepeso, probablemente nunca van a disfrutar de una silueta de ensueño, pero eso es lo de menos. Ayer, tuvieron el valor de poner rostro a un problema. Se mostraron y lo contaron a los medios de comunicación. Era el momento adecuado, el «Día nacional de la nutrición».

Llevan meses controladas por el Servicio de Nutrición del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Miriam, que había pasado antes por media docena de dietas más o menos exóticas, contó que incluso se puso en manos de una clínica de adelgazamiento. «Me harté de potingues, ampollas, hierbas, cereales raros, pastillas... Cada vez que iba me gastaba 30 euros en estos productos. Al principio bajé peso, pero después...».

El después lo explicaba la supervisora de nutrición del HUCA, Carmen Pérez: «Las llamadas "dietas milagro" te bajan de peso seguro pero a la misma velocidad que se vuelven a recuperar los kilos. Somos cuerpos muelle, nuestro organismo se adapta a vivir con poco, pero cuando recibe abundancia lo hace con los brazos abiertos».

Vanessa lo ha sufrido en sus propias carnes. Con una de esas dietas trampa «llegué a adelgazar veinte kilos en apenas seis meses. El mismo plazo que tardé en recuperarlos», con el consiguiente efecto demoledor psicológico y con el lógico perjuicio para el organismo. Vanessa tuvo sobrepeso desde pequeña y recordaba ayer lo absurdo de alguno de sus intentos: infusiones, vitaminas, tres cucharaditas de nata después de dos semanas de hambre, como premio, o un día entero a naranjas.

Los españoles nos gastamos en «dietas milagro» más de dos mil millones de euros al año. Se calcula que un 31 por ciento de las personas con sobrepeso, en su gran mayoría mujeres, ha seguido alguna de estas dietas que prometen rebajas espectaculares de peso con poco esfuerzo y voluntad: la cuadratura del círculo.

Miriam contó su plan de comidas para ayer. En el desayuno, un café con galletas. A media mañana, una infusión con un pincho de jamón. Para comer, lentejas y un segundo plato de pescado. A media tarde, un café con un yogur y para cenar, pollo a la plancha. Durante el día puede tomar una barra de pan de cuarto. Nada de alcohol. Miriam asegura que con este plan de comidas no se pasa hambre «y si tengo que hacer una excepción, la hago, pero sin pasarme. Sin ir más lejos, el domingo fui a una primera comunión».

Miriam, que mide alrededor de 1,60 metros, llegó a pesar 107 kilos. Ahora está en 92. No es un bajón espectacular, pero es que simplemente no hace falta. «A mí me gustaría bajar unos cuarenta kilos, pero no me planteo plazos». Se trata, añade la doctora Carmen Pérez de que la reducción sea progresiva «a base de cambiar los hábitos alimentarios, hacerlos más saludables. Intentamos enseñar a comer».

El problema es que muchos de los pacientes que llegan al Servicio de endocrinología del HUCA lo hacen con problemas de salud añadidos. Ya no es sólo una cuestión de estética. A veces hay hipertensión, diabetes, cardiopatías, problemas de articulaciones. Miriam, por ejemplo, es asmática «con lo que la fatiga era mucho mayor».

El retrato robot del paciente es el de mujer, entre 30 y 55 años, con problemas de salud derivados del sobrepeso y rebotadas de alguna «dieta trampa», que sólo les trajo expectativas artificiales. La mayoría de estos clavos ardiendo son contraproducentes pero tienen éxito comercial porque se anuncian bien, fundamentalmente a través de la televisión.

En el servicio de nutrición hay una palabra proscrita: dieta. «La hemos desterrado del diccionario. Aquí no se hacen dietas», señala Carmen Pérez. Vanessa llegó a pesar 110 kilos y ahora anda por los 96. «Más o menos, es que no me peso... Enseguida lo noto por la ropa». Ha perdido la obsesión. «Aquí me piden reducir un poco la ingesta, tener más rigor en los horarios, cinco o seis comidas diarias y hacer algo de ejercicio, caminar, subir las escaleras...». Todo muy llevadero. La receta sirve para todos.