Gijón, María IGLESIAS

Tres nombres propios para un pódium filosófico, y todos ellos con un objetivo común: hacer más accesible la disciplina filosófica a la sociedad. Olaya Suárez, del Colegio Jovellanos de Gijón; Andrea Sánchez, alumna del Colegio Ursulinas de Oviedo, y José Ignacio Bernardo, también del Jovellanos, resultaron premiados en la VII Edición de las Olimpiadas de filosofía de la región.

Bajo el título de «Polémicas entre jóvenes y viejos urbanistas: ¿radiación adaptativa o simbiosis social?», Olaya Suárez, primer premio por segundo año consecutivo en las Olimpiadas, presentó un trabajo en el que expone «los conflictos entre los jóvenes y los viejos habitantes de la ciudad».

«La realidad nos demuestra cómo las tendencias clásicas para la resolución de estos problemas fracasan en todos los tiempos. No sirve negar la existencia del problema, ni esperar a que el tiempo lo resuelva; tampoco procede la aplicación del peso de autoridad, ni el paternalismo, lo mismo que no es eficaz la amenaza moral», explicó Olaya Suárez, de 18 años de edad. Por esta razón, la gijonesa considera el trabajo presentado como «un llamamiento para encontrar y aprovechar para todos lo mejor de cada tendencia, estilo, estética e ideología que los jóvenes o los viejos habitantes aportamos en la urbe». «Reconozcamos como urbanitas que todos juntos formamos una gran tribu donde danzan, legítimas, las diferencias», concluyó la primera galardonada en la VII Olimpiada de filosofía.

Andrea Sánchez, quien se alzó con el segundo premio, presentó un trabajo en el que expuso de qué forma «las diferentes tribus urbanas pueden prolongar la adolescencia, según la forma de actuar». En este caso, fue el coordinador del trabajo de Andrea, el profesor Constantino García Noval, quien expuso su agradecimiento. «Desde que lo leí por primera vez, consideré que se trataba de un verdadero trabajo filosófico, uno de esos que a los profesores nos gustaría corregir y leer a menudo».

Para el docente, Andrea «lleva a cabo una exploración fenomenológica en la que se mete, literalmente, en la piel de los distintos personajes, y a partir de esa experiencia de contacto íntimo, desnudo, literal, explica los descubrimientos que ha ido haciendo».

José Ignacio Bernardo, el tercer clasificado, reflexionó sobre «¿Para cuándo una juventud de más voltaje y menos amperaje?». «Intenté transmitir mi idea acerca de la juventud actual, en la que los jóvenes viven una moratoria social, es decir, siguen viviendo de sus padres, saliendo demasiadas horas, etcétera. Intenté definir a los jóvenes como grupo y también la existencia de un equilibrio entre su actitud y sus necesidades», explicó el autor del trabajo.

A la entrega de premios, en la colegiata de Gijón, asistieron, además de familiares y compañeros de los premiados, el concejal de Educación del Ayuntamiento de Gijón, Justo Vilabrille, quien mostró su «satisfacción» ante tal evento y expresó su deseo por formar «personas más críticas, cultas y tolerantes». «No sólo educa la escuela, también la sociedad, una ciudad que forma en valores democráticos y convivencia», añadió el edil municipal.

Durante la celebración también tomaron la palabra el responsable de la Obra Social de Cajastur, José Vega; la profesora de Filología Latina de la Universidad de Oviedo Inés Illán; el coordinador del premio, Luis Vicente de la Fuente, y la responsable de las Olimpiadas filosóficas, Caterina Pons, así como el presidente de la Sociedad Asturiana de Filosofía, Román García. Illán constató cómo los tiempos cambian y pasan de ser «sombríos» a «tener un poco de luz». Por esta razón, animó a los jóvenes a seguir creando textos filosóficos y agradeció la presencia de «gente menuda y madura» con la lectura de un poema del fallecido Ángel González. La labor de los profesores fue destacada por De la Fuente, para quien «el discípulo puede superar al profesor, pero es inevitable la presencia de la figura de los docentes». Por último, tomaron la palabra los premiados, quienes agradecieron el reconocimiento.