Oviedo, Andrea SUÁREZ

MIHL (Music Induced Hearing Loss) o pérdida de audición inducida por la música. Éste es el tema del proyecto de investigación final de Sara Santirso, estudiante de flauta en el Conservatorio Superior de Música Eduardo Martínez Torner de Oviedo. El trabajo de esta flautista ovetense, de 23 años, trata de la pérdida de audición que sufren los músicos, en especial los flautistas, por el exceso de decibelios en las notas que ejecutan. La investigación, que aglutina áreas como física, biología y música, hace un recorrido por las lesiones que sufre el oído interno a causa del «volumen» alto de las notas, las consecuencias que esas lesiones tienen para los músicos y las medidas que deben adoptar para su protección.

Los músicos no saben a lo que se exponen, esa puede ser la conclusión general del trabajo. Son unos 75 u 80 decibelios, como máximo, lo que el oído soporta en el día a día. «Cuando toco, en las gráficas los decibelios se suben hasta 110 más o menos, no de continuo, pero la intensidad del sonido es muy alta», alerta Sara Santirso. «Mientras tus células no se rompan, no se produce una pérdida de audición grave. En el momento en que se dañan es irrecuperable. Cuando vas perdiendo audición no te das cuenta, hasta que te lo dice el médico o, simplemente, ya no oyes nada».

Santirso necesitó hacer uso de sus conocimientos sobre física (estudió un año de Física en la Universidad de Oviedo antes de saber si iba a ser aceptada en el conservatorio superior) para elaborar el estudio y tuvo que trasladarse a hacer las medidas de los decibelios de la flauta y el flautín a la Universidad Politécnica de Valladolid y traducir innumerables artículos científicos en inglés, además de estudiar el oído por dentro y entrevistarse con otorrinos y músicos para conocer mejor el tema.

A pesar de todo afirma que ha tenido «suerte con las informaciones». «En el conservatorio te hablan de técnicas de relajación, respiración... pero nunca te hablan del oído», expone. «El trabajo era interesante mirara por donde lo mirara», por eso asegura no haber tenido dudas sobre la temática de su investigación.

Dividió el estudio en tres partes. Por un lado, la biológica, en la que se incluyen las partes del oído interno; de otro, la física, con las medidas de decibelios y las explicaciones terminológicas; y, finalmente, la práctica, más aplicada a la música, con todos los estudios de mediciones sobre la flauta, entrevistas y encuestas. «Necesitaba saber si tenían conocimientos sobre esta enfermedad, si se protegían los oídos, las horas empleadas en la práctica musical, si se hacen audiometrías rutinarias?».

La sintomatología de esta enfermedad se presenta cuando es demasiado tarde. Se comienza con pitidos, cuando los oídos están fatigados, aunque este síntoma es reversible con el descanso. «Cuando pierdes audición se empieza a perder la percepción de los sonidos de tonos bajos, la frecuencia 4.000, según vas perdiendo más y más ya no es recuperable y empiezas a subir el volumen de la televisión u oyes muy bajo y no llegas a oír bien lo que te dicen, por lo que también se aísla la persona. Son consecuencias, en parte, psicológicas» explica Sara Santirso.

«Nosotros, como músicos, lo único que podemos hacer es usar tapones, no cualquier tapón, ya que muchos te aíslan de los sonidos. Lo ideal son unos tapones hechos a medida, caros, pero necesarios ya que te aíslan del daño del sonido fuerte y al mismo tiempo te dejan oír perfectamente todos los sonidos, matices, intensidades?».

Los músicos no toman conciencia de esta enfermedad porque consideran que tener esas sintomatologías es normal y reversible: «Cuando empiezas a tocar siempre te duelen los oídos o te mareas porque estas soplando mucho? pero son gajes del oficio y te acostumbras, cada instrumento tiene sus pegas. Cuando estás de cuatro a ocho horas diarias tocando, no te das cuenta de que vas oyendo peor ni de que eso no tiene arreglo. Después de haber estudiado este tema me protejo».