Oviedo, E. G.

Para José Gaos terminó ayer el trastierro. Así le gustaba a él llamar a su exilio mexicano, aquél que comenzó tras la Guerra Civil española y terminó en 1969 con su muerte, al otro lado del Atlántico. Nunca volvió a su Asturias natal. José Gaos, uno de los discípulos de Ortega y Gasset y uno de los grandes intelectuales españoles que tuvieron que abandonar su tierra rumbo a América, encontró en México su segunda patria y ayer su hija Ángeles Gaos aprovechó el homenaje que la Universidad de Oviedo rindió a su padre para agradecer la hospitalidad mexicana y reivindicar la asturianía de su padre.

«Es un orgullo que la patria chica se siga acordando de él. Mi padre se sintió feliz en México pero nunca dejó de recordar Asturias. Él no estaba desterrado». La hija recordó al padre, pero también al profesor de vocación irreductible que a juicio del rector de la Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, fue «un maestro» en el difícil arte de «enseñar a pensar».

El homenaje a Gaos, en el paraninfo de la Universidad, fue el episodio central de la clausura de la primera promoción del máster en Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías. Ángeles Gaos de Camacho recibió de manos del rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor, el primer premio de la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (ASICOM), concedido a su padre a título póstumo. También estuvo presente el máximo responsable de esta entidad, Carlos Fernández Collado.

El homenaje a José Gaos complementa al que tuvo lugar hace ahora un año con la apertura de una de las aulas del edificio histórico a nombre del filósofo asturiano. Fue uno de los últimos actos públicos del anterior rector, Juan Vázquez, que ayer no se quiso perder el acto, entre otras cosas por su amistad con el que fuera rector de la Universidad Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente, encargado de pronunciar la conferencia inaugural de la nueva cátedra de Filosofía de la Comunicación que llevará precisamente el nombre de José Gaos.

Ángeles Gaos, que estuvo acompañada de uno de sus hijos, estaba feliz y emocionada. En su breve discurso de aceptación del premio ASICOM, Ángeles contó algunas anécdotas de un filósofo que ella conoció «en zapatillas y pijama».

«Siempre decía que el maestro era el puente entre la materia y el alumno. Yo le escuché como profesor y era algo nunca visto». Sentaba cátedra en el aula, en la calle y en casa. «A los pocos días de que llegásemos a México (él ya estaba asentado en la capital) hubo un temblor. Mi madre y yo nos pusimos muy nerviosas y él nos metió en el despacho, nos dijo "siéntense aquí, frente a mi mesa" y nos dio una conferencia sobre los temblores de tierra. Eran las ocho de la mañana». José Gaos, el trasterrado. De alguna manera, explicó Ángeles, su hija, el sentimiento fue heredado por toda la familia. «Todos los trasterrados somos seres bífidos, partidos en dos, ciudadanos de dos patrias».

Una de esas patrias de José Gaos siempre fue Asturias, aunque durante mucho tiempo se le negó el derecho a sentirlo.