Oviedo, E. G.

La neurona más rápida de nuestro cerebro es capaz de hacer mil operaciones por segundo. Puede parecer una proeza pero no es nada comparado con la eficacia de un buen ordenador, algo así como mil millones de veces más rápido. Ante estas evidencias, el catedrático de Magnetismo de la Materia de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Hernando, se preguntaba ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA «cómo es posible que Rafael Nadal sea capaz de reaccionar y devolver un smach de su rival».

Hernando encuentra una explicación: «en el enorme número de uniones neuronales». La unión hace la fuerza. Nadie contó las neuronas de nuestro cerebro, pero una estimación nos sitúa en los cien mil millones de ellas «y cada neurona está relacionada con miles. Por tanto hay millones de contactos». Es el concepto de sincronización.

Nadal devuelve bolas «imposibles gracias a sus músculos, pero sobre todo a su cerebro». Hernando, que hace pocos meses recibió en Asturias el premio «Du Pont» de Investigación, ponía ayer el ejemplo de una gran orquesta sinfónica sincronizada. Y todo ello sucede en el cortex, esos 2.500 centímetros cuadrados muy plegados que conforman la «superficie» cerebral y en donde están ubicadas las capacidades de inteligencia, lenguaje, sensibilidad...

Antonio Hernando dio la última conferencia por este curso del ciclo de divulgación científica y tecnológica, en colaboración con la Real Academia de Ciencias y la Facultad de Química, cuyo decano, José Manuel Fernández Colinas, ya adelantó que el ciclo tendrá continuación. La charla se titulaba «La Física del funcionamiento cerebral: sincronización de voltajes neuronales». Dice Hernando que «la actividad de las neuronas es eléctrica. Nuestras ideas son electricidad, y también nuestras sensaciones. Y cualquier corriente eléctrica produce un cambio magnético».

«Es difícil encontrar un objeto de estudio más atractivo que el cerebro, el objeto más complicado que puede tener delante un científico», dijo el catedrático madrileño. «El cerebro es más uniforme de lo que la gente piensa». Asociamos distintas capacidades a zonas concretas del cerebro: la vista en una, el oído, el motor... «pero una persona ciega no tiene inutilizada la zona cerebral encargada de la vista», sino que se «especializa» en otras capacidades.

La última parte de la conferencia la centró Hernando en explicar la magnetoencefalografía. Somos un mundo cerebral complejísimo. Se ha demostrado que «cuando movemos el dedo índice, por ejemplo, ese movimiento no es continuo como podíamos pensar, sino a saltos». Una señal le llega directamente al músculo, pero otra pasa antes por el tálamo y el cerebelo, hace un bucle y «frena» el movimiento. ¿Y para qué algo tan complicado?, se preguntaba: «Para hacer reversibles todos nuestros movimientos». Lo irreversible es riesgo, el bucle cerebral nos vuelve menos vulnerables.