El Papa Benedicto XVI alentó esta mañana en el discurso en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén a olvidar el pasado y pensar siempre en la solución de los conflictos como algo posible, si hay voluntad de empezar de nuevo y confianza en Dios.

"El evangelio nos recuerda que Dios puede hacer todas las cosas nuevas, que la historia no debe repetirse, que los recuerdos deben ser purificados, que los amargos frutos de la recriminación y la hostilidad pueden ser vencidos y que un futuro de justicia, de paz y de prosperidad y de cooperación pueden surgir para cada hombre, cada mujer, para toda la humanidad y de una manera especial para las personas que habitan en esta tierra tan querida para el corazón del Salvador", afirmó.

Poco antes de las diez de la mañana, Benedicto XVI entró andando en la plaza del Santo Sepulcro, acompañado de un numeroso séquito y de fuertes medidas de seguridad. Al llegar a la plaza y enfrente de la puerta de la Basílica fue saludado por los superiores de las distintas confesiones cristianas (ortodoxos, católicos, armenios, coptos) que ejercen su ministerio allí.

Al entrar, besó y rezó unos segundos ante la piedra que la tradición señala donde fue embalsamado Cristo, antes de su enterramiento. El superior de los franciscanos en el Santo Sepuclro, padre Pierbattista Pizzaballa, le dirigió unas palabras de bienvenida y a continuación, con el canto del Te Deum por parte del coro franciscano, el Papa se dirigió al templete del Santo Sepuclro que se encuentra dentro de la basílica, bajo la conocida cúpula de Anámnesis, que en griego significa Resurrección.

Este templete contiene en su habitáculo más profundo una caja de piedra en cuyo interior se conserva la piedra donde, según la tradición cristiana, fue depositado muerto Cristo y donde resucitó.

El Santo Padre rezó en silencio durante tres minutos y una vez fuera, se sentó en una sede para escuchar un discurso de Mons Fuad, Patriarca Latino de Tierra Santa, en el que quiso explicar el porqué del canto del Te Deum, que es un canto de acción de gracias a Dios.

VISITA DE GRAN TRASCENDENCIA

El prelado quiso agradecer a Dios que esta visita haya tenido una gran transcendencia para acortar los caminos de pacificación entre israelíes y palestinos, ya a lo largo del viaje ha instado a la reconciliación y a la creación de un Estado para los palestinos.

Al final, el Patriarca de Jerusalén quiso lanzar un mensaje de esperanza y confianza en Dios de que este proceso terminará felizmente. Tras un caluroso abrazo hacia el Romano Pontífice, Benedicto XVI pronunció su discurso.

El Papa quiso centrarse en recordar que el misterio de la Resurrección es, ante todo, sinónimo de esperanza y dejando claro la conclusión de su viaje: "La tumba vacía nos habla de la esperanza. (...) Este es el mensaje que me gustaría dejar hoy como conclusión de mi peregrinación a Tierra Santa: que la esperanza amanezca siempre nueva por la gracia de Dios en los corazones de todas las personas que habitan en estas tierras".

"Que se enraíce en vuestros corazones, habite en vuestras familias y comunidades y que seáis testigos más fieles del Príncipe de la Paz. La Iglesia en Tierra Santa que ha experimentado en tantas ocasiones el oscuro misterio del Gólgota nunca debe cesar de ser un intrépido heraldo del mensaje luminoso de esperanza que proclama esta tumba vacía", añadió.

Las palabras que pronunció el Papa en el Santo Sepulcro fueron de contenido religioso y orientadas principalmente a los católicos y cristianos de todas las confesiones. Por eso dijo que "en esta tumba se entierran todas nuestras preocupaciones y sufrimientos para levantarnos otra vez cada día y continuar nuestra jornada a través de las calles de Jerusalén, Galilea y alrededores, proclamando el triunfo del perdón de Cristo y la promesa de una nueva vida".

Al final de su discurso, Benedicto XVI lanzó un mensaje para los católicos de Tierra Santa: "Jesús nos pide a cada uno de nosotros ser testigos de unidad y paz para todos los que viven en esta ciudad de la paz".

Al término, varias aclamaciones de '`Viva el Papa!' se escucharon dentro de la basílica. El Santo Padre se dirigió a las escaleras que conducen a la estancia donde se encuentra el Calvario, el lugar donde, según la tradición, fue crucificado Cristo. Allí, Benedicto XVI pudo rezar durante cuatro minutos, tras lo cual dos miembros de la Iglesia Ortodoxa le saludaron cariñosamente con los tres besos propios de esta tradición y le ofrecieron una vela que depositó encendida en el su altar.

El Santo Padre salió del Santo Sepulcro poco después de las diez de la mañana, en medio de un gran aplauso y 'vivas' al Papa, en dirección a la sede del Patriarcado Armenio Católico, donde mantuvo un encuentro con su Beatitud Torkom II Manoukiam.

El avión papal partirá hoy a las dos de la tarde (hora local) del aeropuerto de Ben Gurión, donde Benedicto XVI pronunciará un breve discurso de despedida.

Europa Press