Catedrático e historiador, participó en el Encuentro de la Guerra de la Independencia

Oviedo, Eduardo GARCÍA

-Doscientos años después hay que preguntarse por qué Napoleón se empeñó en invadir España.

-Napoleón era heredero de la Revolución Francesa, pero sólo heredero. También era un militar déspota que pensaba que la política era él. En un momento dado le conviene atacar a España porque ha fracasado en Trafalgar y en otros lugares. Su sueño de desembarcar en Inglaterra se había difuminado y su proyecto de bloqueo continental frente a Gran Bretaña no le estaba saliendo tampoco bien.

-¿Demasiado ambicioso?

-La concepción del bloqueo era una idea gigantesca, pero en Europa había muchos puertos donde seguían llegando mercancías británicas. Los portugueses especialmente. La idea del bloqueo es genial, pero va a fracasar, entre otras cosas por el contrabando, en el que, por cierto, había mucho francés.

Alberto Gil Novales (Barcelona, 1930) es uno de los grandes expertos europeos en la primera mitad del siglo XIX, especialista en la Guerra de la Independencia y en el período del llamado Trienio Constitucional (1820-1823). Historiador y catedrático de la Complutense de Madrid, Gil Novales participó esta semana en Oviedo en el II Encuentro internacional que conmemoró el bicentenario de la primera invasión napoleónica de Asturias.

-Y aparece Manuel Godoy.

-Una figura en proceso de rehabilitación desde hace años. Desde luego, no era tan estúpido como nos lo pintaron. Godoy llegó a tener un poder inmenso, pero se dio cuenta de que si moría Carlos IV, y el rey podía morir en cualquier momento, sus días de poder estaban contados. Contacta con Napoleón a través de una doble diplomacia. La idea es que Francia entregue a España un trozo de Portugal a título soberano y Napoleón le da esperanza, pero pide que a cambio Francia se quede con un trozo de España. Desde el Ebro para arriba, incluyendo la cornisa cantábrica y Asturias.

-¿Absurdo?

-Bueno, Napoleón sugiere estas cosas aconsejado por gente concreta de su entorno, de la que se conocen nombres y apellidos. Son proyectos que tienen que ver con esa idea de la herencia del gran Carlomagno. Pero cuando penetra en España, Napoleón se equivoca.

-¿Por qué?

-Porque no cuenta con la reacción de tipo nacional que se dio en España, un país que no se inclinó ante el emperador. Aquella tragedia no fue algo buscado por los españoles, fue una catástrofe que empobreció a la nación, pero en medio de tanta muerte y tanta ruina surge en España un movimiento de voluntad de superación que no termina en 1814 y que se mantiene a lo largo del siglo XIX y durante parte del siglo XX.

-¿Está de acuerdo con la lectura histórica que dice que en la Guerra de la Independencia España no fue otra cosa que un inmenso campo de batalla?

-Para entender el conflicto hay que buscar un contexto general, el muy antiguo conflicto entre la Francia continental y la marítima Inglaterra, que era un país con libertad de prensa -relativa-, jurado y Parlamento, aunque reglado con normas medievales. Inglaterra tiene un maravilloso despertar al mundo moderno en el XVIII, con sus famosas sociedades ciudadanas, que saludan a la Revolución Francesa. Ante esta situación la casta que gobierna Inglaterra se convierte en auténtico halcón de la guerra. El peligro de la exportación de la Revolución a Inglaterra convierte a este país en una fábrica de ideas reaccionarias. Los ingleses ayudan porque España combate a Napoleón, así de simple.

-Para los españoles pelear contra los franceses era pelear contra el invasor, pero ¿quién mueve a los ingleses a luchar a un país extraño?

-Para las castas de poder, la guerra contra Francia era indispensable, pero el pueblo no lo tenía tan claro. La población inglesa de la época no veía a Francia como el enemigo público número uno, y entonces asistimos a todo un proceso de demonización. En Inglaterra había libertad de prensa, como le decía, pero el país se llenó de periódicos baratos que decían cosas espantosas. Si Francia invadía Inglaterra, la ciudad de Londres se iba a pasar a llamar Bonapartópolis.

-¿Lo dice en serio?

-Completamente cierto. Y, claro, Napoleón iba a esclavizar a los ingleses y a violar a sus mujeres. Una campaña de propaganda inmensa, con juicios a los periodistas disidentes, sobre todo en el año 1799. Se creó un auténtico ambiente de guerra. Y la guerra, claro está, llegó.